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El Corsario mantiene viva la esencia boricua en sus paredes
Para los amantes de la música tropical (salsa) existe un lugar en Guayaquil, donde quienes gustan bailar y disfrutar de este ritmo pueden demostrar sus mejores dotes de bailarines. Se trata de la salsoteca ‘Corsario’, ubicada en el escalón 261 del Cerro Santa Ana.
El ambiente del local se ameniza cada noche con las canciones inolvidables y siempre bailables de Héctor Lavoe, Celia Cruz, Eddie Palmieri, Henry Fiol, Willie Colón, Víctor Manuelle, Óscar D’ León, entre otros, que no pueden faltar en la farra nocturna. De esta manera “la vieja guardia” se hace presente en la salsoteca.
Su dueño, Máximo Raúl León, de 59 años, cuenta que optó por este tipo de discotecas salseras para evitar que demasiados jóvenes concurran al lugar, ya que muchos suelen escaparse de sus centros de estudios para divertirse con sus amigos.
La salsoteca tiene 8 años desde su apertura y en un comienzo en el bar se ponía todo tipo de música, señala Máximo quien poco a poco fue dejando a un lado el reggaetón, porque cree que de cierto modo incita a que la juventud se corrompa. “El local abre al público de miércoles a jueves, de 17:00 a 00:00 y los viernes y sábados de 17:00 a 02:00”, puntualiza León, quien agrega que la especialidad de la casa son las cervezas, tequila, whisky y el vodka. Para quienes deseen algo más pueden degustar los deliciosos piqueos, como los patacones con queso, carne, chorizo y chuleta.
La salsoteca se caracteriza por la buena atención y música; su mismo dueño también atiende el local junto a su hijo, quien hace las veces de DJ. “El Corsario es frecuentado por muchos extranjeros, en especial puertorriqueños, quienes se sienten más a gusto con el bar, pues en la entrada hay un póster de Héctor Lavoe, el artista más reconocido por todos los boricuas, quien murió en 1993, en Nueva York”, refiere León.
El nombre del bar hace alusión a un capítulo de la historia cuando una embarcación holandesa atacó El Fortín de Guayaquil. En esta salsoteca la música de la vieja guardia sale a relucir. Pese a que los adultos la disfrutan, los jóvenes no se quedan atrás.
Ellos gritan y bailan al compás del ritmo. Algunos compiten entre ellos por demostrar quién tiene los mejores pasos. Otros comparten bebidas en una mesa. Con la música a todo volumen es difícil mantener una conversación en este lugar; pero en general, quien viene acá es para bailar.
Su dueño dice que aunque es un local pequeño, la gente disfruta de la buena atención, comodidad y ‘fraternidad’ que se siente en el ambiente. Castro, Núñez, Plaza y Alvarado son un grupo de amigos que concurre muy seguido a la salsoteca. Todos coinciden en que la juventud es la que cada vez frecuenta más estos sitios donde se puede gozar de este ritmo tropical.
En la salsoteca El Corsario también se han presentado salseros internacionales, entre ellos el colombiano Carlos Romero y locales como Ricardo Rodríguez, quienes les dan un toque frenético al ambiente. “La noche fue muy alegre. Si hay algo para destacar es el ambiente de hermandad que se vivió entre la gente que se encontraba allí. Ha sido una de las pocas veces que he visto compartir a todo el mundo sin importar el estilo de baile que se tenga. Esto demuestra una vez más que la salsa es un solo ritmo, un solo sentimiento y no tiene cabida para la rivalidad en la pista”, sostiene Javier Parra, quien cada miércoles acude al bar para divertirse con su novia y sus amigos.
Máximo León indica que el local tiene capacidad para 35 personas, pero que en fechas festivas como la Independencia de Guayaquil, Fundación, entre otras, el bar se llena a full y entran unas 50 personas máximo. Asimismo, expresa que el consumo de bebidas alcohólicas tiene otro precio. Una jarra de cerveza oscila los $ 5 o $ 6 y la botella de whisky, de $ 40 a $ 60.
Finalmente, para quienes deseen pasar un buen rato entre amigos y escuchar de la música salsera sin bailarla, pueden ir a observar los partidos de fútbol, ya que tienen dos pantallas gigantes y aire acondicionado para que los clientes disfruten de un ambiente cómodo donde pasar un rato ameno.