Aquello de sacarse la camiseta y lanzarla al público es parte de la fórmula que aplica Chino a sus “niñas bonitas” -en referencia a una de las canciones que él interpreta a dúo con su compañero Nacho-.

Sabe que su musculatura enloquece a las féminas y por eso se despoja de aquella sudada prenda para enviársela a la afortunada que la atrape.

Y si de fórmulas se trata, el dueto venezolano, conocido también como “poetas” por otra de sus canciones, recurre a otras como los movimientos de caderas que provocan la euforia de sus fanáticas, aunque no hubo muchas en el concierto del viernes pasado, en el Teatro Ferias de Durán, que tiene un aforo de 10.500 personas.

Apenas se llenaron las localidades citybox y golden. Las otras zonas, como la general y tribuna, estaban semivacías. No obstante, a eso le restaron importancia Jesús Alberto Miranda Pérez y Miguel Ignacio Mendoza -los nombres reales de Chino y Nacho-. Ellos igual ofrecieron un show, semejante al de octubre pasado por las fiestas de Guayaquil, en el mismo escenario.

En ese espectáculo, que incluyó la apertura de la intérprete guayaquileña Nicole Rubira, no solo fueron las mismas canciones. El dueto llanero repitió su “labia” con las féminas. Aquello se evidenció desde el inicio con un “¿alguna vino sola?”.

Tras interpretar “Dame un besito”, la segunda de su repertorio, Chino bebió agua de una botella plástica que le pasaron los miembros de su “staff”.

El venezolano se hidrató tras el vértigo que le provocaron las dos primeras canciones. Y mientras bebía una de las chicas que acudieron al citybox le pidió que compartiera la botella.

-¿Quieres agua?- pregunta Chino y lanza el envase plástico.

-Si te la tomas, me estarías dando un beso indirectamente.

El concierto se inició pasadas las nueve y media de la noche. Chino apareció con una chompa de cuero y gafas oscuras, mientras que Nacho prefirió una chaqueta púrpura y sombrero.

“Tu angelito” fue la primera del repertorio, seguida por “Dame un besito”, que armaron la fiesta en el recinto. Aquellas sillas numeradas quedaron a un lado para algunos fans, que bailaron como si estuviesen en alguna discoteca. De hecho, era viernes, san viernes.

Los vasos de cerveza eran la gasolina que necesitaban los seguidores del dueto venezolano para  armar sus propias coreografías cerca de las vallas.

Otros optaron por, simplemente, subirse a las sillas, cerrar los ojos y dejarse llevar por el merengue urbano, reggaetón y a  ratos salsa con bachata, que propusieron Chino y Nacho, acompañados por sus cinco músicos de apoyo y seis bailarines -tres hombres y tres mujeres-.

Las seis columnas de humo en el escenario, el juego de luces y las proyecciones de sus videos más conocidos también integraron el show del dúo ganador de un premio Grammy Latino,  tal como sucedió el año pasado.

“Me voy a dejar caer en la tentación”, “Ese hombre soy yo”, “Me mata, me mata”, “Regálame un mua”, “Lo que no sabes tú”, “Bla, bla, bla...”, “El poeta” (una de las canciones que repitieron el viernes) y la recontra conocida “Mi niña bonita” formaron parte del repertorio en el que sus intérpretes lucieron tres cambios de atuendo.

A las once y media, los intérpretes amagaron con irse, tras una ráfaga de papel picado de colores. Sin embargo, volvieron para cantar “Se apagó la llama”.

Uno de ellos, regresó con la camiseta de la selección ecuatoriana de fútbol en reemplazo de la gris sin mangas que había lanzado a sus “niñas bonitas”, tal y lo como hizo el año pasado.