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Carolina Aguirre Miss Ecuador 2012
La locuacidad, sencillez y carisma son apenas tres características que definen la personalidad de la guayaquileña Carolina Aguirre Pérez, quien esta noche entregará la corona de Miss Ecuador a su sucesora en el teatro Centro Cívico.
Confesa admiradora de María Susana Rivadeneira, la soberana del 2004 e hincha de Barcelona, Carolina, intenta resumir su año de reinado en una plática con este Diario.
¿Cómo evalúa su reinado?
Por la experiencia ha sido un aprendizaje inmenso. Estuve expuesta a los medios y he aprendido a lidiar con ellos. Es una gran escuela para lo que estoy estudiando, que es el periodismo. Ha sido, como dirían los médicos, como un internado, una pasantía.
¿Cómo logró equilibrar su tiempo entre lo personal y sus actividades como Miss Ecuador?
Recuerdo la noche en que gané. Todavía no me hacía idea de qué era eso que tenía en la cabeza, no me cuadraba que era la corona. María del Carmen de Aguayo, la directora del certamen, no me felicitó en primera instancia, más bien me dijo: “¿Estás lista? ¿Estás preparada? No tendrás feriados, fines de semana, ni ratos libres. A donde te llamen tendrás que ir”. Le respondí: “Estoy lista”.
Y efectivamente, los dos primeros meses fueron así. A mi familia casi no podía verla ni siquiera para comer. Fue un cambio drástico en mi vida, pero fui buscando un balance en ella. El tiempo lo distribuí mejor en las actividades para tener un momento con mi familia.
¿Cómo era su rutina diaria antes de candidatizarse a Miss Ecuador?
Estaba en la universidad antes de ser candidata. Me levantaba, desayunaba en familia. Me alistaba literalmente en 15 minutos para ir a clases por las mañanas y a veces iba por las noches, pero tenía un espacio para hacer ejercicios o estudiar.
¿Cómo era su imagen en esa época?
Todavía uso ropa sencilla a diario, no es que ahora salgo a la esquina con perlas. Solo visto un jean y una blusa, que es lo más básico en mi clóset, por ahí le agrego un lindo collar y listo. Casi no usaba vestidos, salvo alguna ocasión muy esporádicamente. De repente recurría a los vestidos que mi mamá usaba para cantar, los achicaba a mi medida. Iba a la universidad sin maquillaje, con el pelo mojado, que se secara como sea y como siempre he tenido el cabello rizado me lo dejaba suelto como león todo el día. Ahora no, debo cuidar cada detalle porque soy una imagen pública. Me encantaba ponerme zapatos Converse. Uno de los cambios más drásticos fue usar tacos a diario. Casi no usaba ni para las fiestas, prefería zapatos bajos. Durante el reinado he tenido que comprar calzados de ciertos colores que combinaran con mi ropa para el diario. Me tocó aprender a usarlos, al principio se me dormían los dedos de los pies y me agarraban unos dolores musculares terribles.
¿Considera que un año de reinado es muy poco para cumplir con sus metas en cuanto a obras sociales?
La verdad es que una se hace fantasías en la cabeza de que logrará cosas increíbles o que es fácil conseguir fondos para tantas fundaciones. La verdad es súper difícil. He hecho todo lo que ha estado a mi alcance para ayudar a los niños enfermos, con las personas que padecen ictiosis y colaborar con Solca. Creo que en un año no es suficiente. Son actividades a las que se les debe dedicar toda la vida y es lo que me propongo hacer.
¿Cómo dominaba sus sentimientos al ver esas necesidades?
Me llevaron a recorrer el hospital del niño, conocí las instalaciones, terapia intensiva y vi a niños conectados a máquinas. No sabía si seguirían viviendo. Cuando era candidata le pregunté a mi mamá qué debía hacer si tenía una situación así porque soy súper sensible. Y ella me dijo: “Mijita, tú tienes que ser fuerte y un apoyo. No puedes ir a sentarte y hacerlos deprimir”. Entonces me tuve que mentalizar en ser fuerte y era la única que no lloraba, aunque por dentro se me hacía agüita el corazón.
En algunos eventos la vimos cantar, ¿empezará alguna carrera musical después de su reinado?
Otro de mis anhelos, aparte de ser Miss Ecuador, es cantar. Antes de entrar al certamen seguía canto lírico, pero por ahora no tengo planes de lanzar un CD con bombos y platillos, ni canciones inéditas. Quiero terminar la universidad, pero seguiré en la música.
Esta sala estaba llena de instrumentos porque mi mamá ensayaba aquí. En lugar de irme a mi cuarto a ver televisión o jugar con las muñecas, me quedaba abajo. Me acuerdo que una vez con todo el ruido de la música me quedé dormida en la falda de mi mamá, que tenía el micrófono por encima de mi cabeza. Yo tenía unos 5 años. El canto es algo de lo que no podré desligarme nunca, por más que esté estudiando periodismo.
¿Y cuándo se dio cuenta que podía hacerlo?
Tenía la voz muy chillona de chiquita. Mi familia sabía que siempre me gustó cantar, pero al principio no sabían si sería buena o mala intérprete. En el colegio me metía en los coros. Mi mamá se dio cuenta que yo quería ser cantante cuando tenía 10 años y estaba de moda Avril Lavigne. Me acuerdo en el bus durante la primaria, mis amigas expresaban: “Concierto, concierto, cerremos las ventanas”. Me ponían a cantar. Una vez para unas olimpiadas los organizadores fueron a los cursos preguntando por talentos. Y sin pedirle ayuda a mi mami agarré una pista de la canción ‘Skater boy’, vi el video para ver los gestos y pasos que hacía Avril Lavigne. Me alisé el pelo, que era puros churritos, me vestí como ella y le indiqué a mi mami que fuera a verme. Se quedó como loca.
¿Qué prefiere musicalmente?
Crecí escuchando boleros, tangos y pasillos, pero de niña me encantaba Britney Spears, Christina Aguilera. De más grande me fui interesando por el rock de Aerosmith, Gun N’ Roses y Los Beatles, que me fascinan. De los nacionales me encanta el dominio escénico que tiene Daniel Betancourth, Pamela Cortés, Jorge Luis del Hierro, Nicole Rubira, quien es muy amiga mía y tiene una voz de ángel.
¿Le han llovido propuestas para la televisión?
Lo único que tengo seguro es que estaré en un nuevo programa de GamaTv, que se llamará ‘Al son de un nuevo día’, junto a Valeria Mena, Bolo Rodríguez, Robi Martínez e Israel Brito. En cada corte de las grabaciones, Israel y yo parecemos rocola.
¿Qué anécdotas tiene del Miss Universo?
Era como una especie de prisión divertida, porque no había contacto con el exterior en absoluto. Había un cuarto con wifi con 89 chicas, que soportaba solo 10 dispositivos. Y las llamadas eran carísimas. La primera noche llamé a mi mamá porque no tenía Internet, no querrás saber cuánto me costó. Nos levantábamos promedio de las 05:00, lo más tarde era a las 07:00, si la noche anterior nos desocupábamos tarde de nuestras actividades. A las 05:00 nos levantábamos para maquillarnos, vestirnos. Eso sí nos daban mucho tiempo para alistarnos entre cada ensayo. Teníamos cuatro horas para hacerlo.
Compartí habitación con la peruana Nicole Faverón, quien se convirtió en casi mi hermana, al punto que grité de emoción cuando clasificó. La seguridad era tremenda, apenas veía a mi mamá de lejos. Solamente nos dieron un par de horas de un día para estar con nuestras familias. ¡Dios mío! Nunca había visto a las chicas tan puntuales. Tanta fue mi emoción de ver a mi mamá que ni siquiera comí.
Honestamente, después de tanta expectativa, ¿dónde se veía en el Miss Universo?
Con el corazón en la mano te diré que hice un gran trabajo en Las Vegas, me tomaban mucho en cuenta y se sorprendían cuando escogía hablar en inglés durante las entrevistas. Honestamente con todo lo que hice creo que debía estar en el Top 5, modestia aparte.
¿Cómo define a la mujer ecuatoriana actual?
Es luchadora, que sale a diario para encontrarse a sí misma y realizarse como profesional, como persona, además de su rol biológico que nunca cambiará y que es el ser madre. Sabe qué metas proponerse y a la vez puede ser una esposa que mantiene la estabilidad en el hogar. Es un ejemplo para el mundo de que puede cumplir muchas funciones a la vez.