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El Telégrafo

"La gente está invadida de pensamientos negativos" (Galería)

Este monje tibetano estudió Filosofía y Literatura. Actualmente dirige varios centros budistas, uno de ellos funciona en Quito.
Este monje tibetano estudió Filosofía y Literatura. Actualmente dirige varios centros budistas, uno de ellos funciona en Quito.
15 de marzo de 2015 - 00:00 - Andrea Rodríguez Burbano

Recorre el mundo con una sola misión: enseñar el budismo tibetano. Como todo monje budista, Gueshe Tenzing Tamding lleva la cabeza rapada y viste los clásicos ropajes de los monjes.

Tras salir del Tíbet hace más de 3 décadas y peregrinar por el mundo, se afincó en las montañas gallegas, cerca de Orense, en España. El lugar es tranquilo, ideal para meditar. Allí encontró su sitio, porque en el paraje que rodea su hogar anida un pájaro llamado cuco.  “Desde que salí del Tíbet no he vuelto a escuchar el cucú y esto es una señal de que estoy como en casa”, dijo en una ocasión.

Quienes lo conocen destacan su sabiduría, una cualidad que adquirió tras años de aprendizaje a lado del Dalái Lama, su maestro espiritual.

Gueshe fue intérprete del Dalái —considerado el descendiente de Buda. Desde muy pequeño, este monje budista que visitó Ecuador en febrero, era capaz de recitar de memoria, alabanzas y otras muchas oraciones y complejas enseñanzas. Al mismo tiempo, aprendió precozmente a hablar correctamente la lengua tibetana. Gueshe Tenzing Tamding es director del Centro Budista Ganden Choeling, en Quito, un lugar al que acuden personas de diferentes edades interesadas en el budismo tibetano. Gueshe ha visitado el país en varias ocasiones para guiar a otros  a recorrer el camino de la compasión y el amor.

¿Su decisión de convertirse en monje budista estuvo influida por su familia o por su entorno?

Mi madre me introdujo en la meditación y el budismo. Mi tío es un gran maestro gueshe y yogui. Desde muy pequeño quería ser monje, así que cuando cumplí 12 años me fui del Tíbet que fue invadido por China. Estaba prohibida la religión.

¿A dónde fue?

Quería ir a la India. Salimos en un grupo de 7 y solo 2 queríamos ser monjes. Caminamos cerca de 2 meses por los Himalayas, fue muy duro. En este tiempo, soportamos frío y hambre.

¿Qué comía?

Tsampa (un alimento similar a la machica). Caminábamos de noche. Hubo días en los que caía mucha nieve y casi no podíamos ver la ruta. Era como una gran película.

¿Y llegó a la India?

Sí, allí tomé los votos de monje con Dalái Lama.

¿Cómo fue su encuentro con él?

Súper. Fue una sensación muy fuerte. Es un ser iluminado.

¿Lo tocó?

No, no se lo puede tocar. Nosotros no tenemos besitos ni tocadas.

¿Qué hizo después de tomar los votos?

Estudié meditación en la India. Hice un doctorado, estudié Filosofía y Literatura.

¿Cuántas horas medita al día?

Muchas, pueden ser de 8 a 12 horas.

¿Cuando viaja también medita?

Sí, cuando estoy de viaje, suelo meditar bien temprano por la mañana, tipo 05:00.

¿Cree que la meditación puede ayudar a superar la depresión? ¿Es posible eliminar el sufrimiento?

Tenemos que eliminar la mente negativa y reemplazarla por la positiva. Solo hay que mantener los pensamientos que nos mantienen felices: paciencia, compasión y amor. Las enseñanzas budistas nos muestran la manera en la que podemos conocer, poco a poco, las causas que nos llevan a situaciones de sufrimiento y esas son las acciones negativas en contra de los demás seres. Cuando realizamos acciones positivas, con buena motivación y buen corazón, para ayudar a los demás, nuestra mente también irá adquiriendo una mayor capacidad de comprensión y alcanzará un sentimiento de felicidad.

No me diga que usted nunca ha sentido iras. ¿No ha tenido ganas de aplicar la ley del talión,  “ojo por ojo, diente por diente”?

Ya no tengo iras. Si alguien me insulta, yo puedo evitar sentir iras con la meditación. La ira siempre me perjudicará nunca me beneficiará ni tampoco me ayudará a desarrollarme. Así que las iras no me afectan.

Usted fue intérprete del Dalái Lama. ¿Cómo fue esa experiencia?

Estuve algún tiempo con él traduciendo al chino sus palabras. Los traducía a los discípulos de Taiwán y Singapur.

Hay una gran diversidad de escuelas y prácticas del budismo ¿todas apuntan al mismo objetivo?

No. Hay distintos objetivos. Mi enseñanza busca la liberación del sufrimiento a nivel individual, pero hay otras que también buscan la de otros seres.

¿Cuántos budistas hay en el mundo?

Muchísimos, millones. En Asia y en muchos países occidentales tienen el budismo tibetano, centros de meditación y maestros. En Estados Unidos también, pues yo viví allí hace como 11 años y hay centros de enseñanza en Seattle, Nueva York, Los Ángeles.

¿El budismo respeta a otras religiones?

Todas las religiones tienen una base común, como gran compasión, amor y perdón. Hay un intercambio, nunca imposición.

Entonces, ¿no hay guerra santa para los budistas?

No, no. Ninguna guerra, solo paz y gran compasión.

En su peregrinaje por el mundo ¿qué ha podido constatar?, ¿qué busca la gente?

La gente está invadida de pensamientos negativos y eso tiene que disminuir,  porque pueden cambiar el rumbo de nuestra vida. Como negativo podemos hablar de la ira y de los apegos, los odios, las envidias, las vanidades, el orgullo...

¿Esa es nuestra naturaleza?

No, para nada lo es. Si fuera así nunca podríamos alcanzar la felicidad verdadera.

¿Cree que es posible alcanzarla?

Sí, claro que sí. El budismo es el camino para conseguirlo.

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