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El Telégrafo

Heriberto Chango, el artista indígena que transforma hojas secas en obras de arte

La vida cotidiana de la comunidad en el campo o al elaborar prendas son los temas de los cuadros de Heriberto.
La vida cotidiana de la comunidad en el campo o al elaborar prendas son los temas de los cuadros de Heriberto.
11 de octubre de 2015 - 00:00 - Carlos Novoa

Pese a la abrupta caída de temperatura y al fuerte viento que sacude las plantas de maíz, tomate e higo, un agricultor recorre un extenso y productivo huerto de la parroquia Salasaca, en el cantón Pelileo. Porta una shigra, pequeña y colorida bolsa de fibra de cabuya, y una tijera; y avanza entre los arbustos revisando el estado de los cultivos, humedad del suelo y arrancando malas hierbas.

Tras casi una hora de recorrido, la shigra está llena y el hombre se dirige a su hogar, ubicado a no más de 10 metros del lugar, pues la temperatura desciende aún más y empieza a llover.

En su salida al campo el agricultor no recogió ninguno de los productos agrícolas allí cultivados, pese a ser tiempo de cosecha de maíz negro, tomate de árbol y las brevas, una especie de higo silvestre.

Al llegar a su casa, vacía la bolsa en una mesa de madera. Caen hojas secas, pequeñas ramas y flores marchitas cuidadosamente envueltas en papel periódico, elementos vegetales que, para la mayoría de sus vecinos, también dedicados a las labores del campo, no son más que basura.

Además de ser un apasionado labrador especialista en el cultivo de cereales y frutas andinas, Heriberto Chango, protagonista del relato, es un artista plástico de 30 años. Su talento es transformar desgastadas y deshidratadas hojas en cuadros en los que se aprecian paisajes andinos, símbolos patrios, escenas de la cultura, historia y vida de los Salasacas y hasta imágenes de revelaciones divinas.

Esto es resultado de su pasión por el agro y su afición por la pintura. Si bien sus padres y la mayoría de sus familiares se dedican a las labores del campo, él decidió seguir el ejemplo de uno de sus tíos paternos, quien fue un hábil pintor de la comunidad en los últimos 20 años.

Su principal fuente de inspiración son los paisajes andinos, las puestas de sol, los huertos, flores y la vida cotidiana de su comunidad.

“Todo artista tiene una visión muy agudizada y diferente del resto de personas, es capaz de notar y asimilar detalles y elementos de la cotidianeidad que para muchos pasan desapercibidos. Y justamente en las cosas pequeñas de la vida está la belleza, como en la travesía de una hormiga para conseguir alimento, el florecimiento de una rosa, la metamorfosis de una mariposa y la transformación temporal de un ser vivo”, asegura Heriberto.

Hojas secas, de varios colores y tamaños, son la materia prima con la que elabora este joven artista sus cuadros

Precisamente este último aspecto ha sido el aliado más grande del artista, pues su materia prima, a diferencia de un pintor tradicional no es la acuarela, sino los pétalos deshidratados de plantas, árboles y arbustos existentes en su huerto.

“La oxidación de una enorme hoja de atzera es un proceso que pocos conocen. Este elemento vegetal pasa de tener un matiz intensamente verde a un color marrón, pero en el transcurso del envejecimiento adquiere tonalidades poco conocidas, como el sepia, magenta y violeta, lo que me resulta muy útil para mis trabajos”, agrega.

El ocaso andino y la transformación del paisaje son otra de sus fuentes de inspiración. Según cuenta, en los cerros Nitón y Teligote, imponentes elevaciones que rodean a Pelileo, a las 18:30 la temperatura desciende drásticamente lo que obliga a diversas variedades de aves, roedores e insectos a refugiarse en sus nidos, madrigueras y escondites.

Esto cambia no solo el panorama de la montaña sino que además el sonido característico de la elevación. Y es justamente a esa hora en la que Heriberto suele subir a estos lugares para recoger los materiales vegetales con los que trabaja y donde además se inspira en medio del silencio.

Cuenta que en el cerro Teligote, hace 3 años, tuvo la idea de hacer un cuadro del Escudo Nacional con hojas de varios árboles, entre ellos eucalipto. Trabajó durante 4 días, un esfuerzo que decidió hacer por el gran amor que siente a la tierra que lo vio nacer.

“A simple vista, el escudo parece haber sido hecho en un par de horas, pues es de tamaño mediano. Pero fue un verdadero reto, pues cortar los pétalos secos a veces no es lo que parece, por el estado de deshidratación el material se rompe con facilidad y más aún si las piezas son pequeñas”, comenta. Por tal razón, además de recoger hojas secas, el artista también aplica varios procesos de deshidratación para que los pétalos eliminen la humedad de sus fibras sin afectar la textura y las tonalidades, aprovechando la luz del sol y usando planchas de metal sobre fuego.

En ocasiones para facilitar el corte de las hojas con la figura deseada, es necesario que el pétalo esté fresco para que no se quiebre. Previamente el artista realiza un dibujo sobre el fondo del cuadro, que puede ser de papel, lienzo, tela o lona, para pegar los trozos vegetales sin problema con un tipo de pegamento especial.

En el Escudo Nacional además el joven artista usó hojas de arbusto de fréjol, atzera y tomate de árbol. Lo más difícil de este cuadro fue dar forma al cóndor y al volcán Chimborazo. Pese a que las tonalidades de las hojas eran perfectas para este trabajo, fue necesario que el artista aplique color azul en la bandera que se ubica a los costados del escudo.

Sobre un fondo celeste, al cabo de 4 días, el trabajo quedó finalizado. Ahora se exhibe en la pared de su habitación, espacio de su hogar que además es su taller. En la mayoría de cuadros Heriberto aplica una especie de brillo artístico especial para resaltar los colores y evitar la decoloración por la humedad y paso del tiempo.

El tiempo de elaboración de cada cuadro depende del tamaño, tonalidades y la dificultad de las figuras. Todo lo hace con hojas

Homenaje a lo divino

Otra de las obras que este artista guarda celosamente en su galería personal, y de la cual está muy orgulloso, es un cuadro de la Virgen María.

Creyente desde su infancia, hace no mucho decidió demostrar su amor y devoción perpetua por esta figura religiosa sobre un lienzo. “Es una de sus mejores obras. Estamos orgullosos de nuestro hijo, Dios le dio este don y nos alegra que él agradezca al Creador de esta forma y además exponga ante muchas personas nuestro estilo de vida”, comenta su madre mientras cocina mazorcas de maíz.

Esta escena tan característica es uno de los primeros cuadros que Heriberto elaboró a los 27 años, edad a la que empezó su vida artística. Si bien su afición por las artes plásticas se origina en su niñez, cuando visitaba a Jorge Alberto Chango, tío paterno, quien hace más de 20 años se mudó temporalmente a Otavalo, sus mejores creaciones empezaron a plasmarse hace 3 años.

En la pared más grande de la sala cuelga un cuadro en el que rinde homenaje a sus padres, con quienes vive actualmente.

“Es hermoso ver cómo un hijo expresa su amor y respeto a quienes le dieron la vida, educación y ejemplo. En un cuadro dedicado a su madre se observa a una mujer cargando leña, con una mano sujeta a su pequeño hijo y con la otra remueve una olla. En otro, en que destaca el trabajo esforzado de su padre para sacar adelante al hogar, se ve a un hombre cultivando el suelo junto a un arado, pese al intenso sol”, explica Marcelo, uno de sus vecinos y recurrente visitante del museo casero.

Uno de sus más recientes trabajos hace alusión a las fiestas que se celebran en su comunidad. Una de ellas es el Inti Raymi. En el cuadro se aprecia una escena típica de esta festividad ancestral: 2 caporales, coloridos y jocosos personajes de la cultura indígena, tocando el tambor e invocando cantos en honor al astro rey, y 2 mujeres elevando ofrendas frutales a la misma deidad. Este no es un cuadro cualquiera, con él honra la memoria de su fallecido tío quien fue su mentor y a quien hasta hoy recuerda con cariño.

El proceso eruptivo del volcán Tungurahua, la cosecha de maíz, el paso del tren por las elevaciones andinas y el hilado de fibras animales por mujeres Salasacas son otros de los acontecimientos que se aprecian en sus trabajos.

Pese a sus labores artísticas, el joven ayuda a sus padres en las labores del campo.

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