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El Telégrafo
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Nos crecieron alas

Nos crecieron alas
Carlos Almeida / El Telégrafo
14 de febrero de 2021 - 00:30 - Lourdes Serrano

Que tiemble el Estado, los cielos, las calles

Que tiemblen los jueces y los judiciales

Hoy a las mujeres nos quitan la calma

Nos sembraron miedo, nos crecieron alas

Vivir Quintana, Canción Sin Miedo

Si algo hemos aprendido de esta primera vuelta electoral es que estamos presenciando la muerte de la política partidista patriarcal y machista donde el voto masculino era predominante y determinaba el camino del Estado. Donde el miedo, el insulto y la prepotencia eran los ingredientes preferidos de las campañas que entre el temor y la incertidumbre manipulaban al electorado.

Hemos aprendido que el voto femenino marca tendencias y que nunca más podrá ser ignorado como lo había sido hasta hoy. Si bien las mujeres conquistamos nuestro derecho al voto hace 96 años, hemos sido permanentemente relegadas a ser las amas de casa, las madres solteras, las madres abnegadas y las sumisas de las campañas electorales, reducidas a ser un comodín que el candidato de la vieja guardia de turno usa solo cuando el asesor le recomienda “ que se meta en esos temas” pero jamás hablando de frente de lo que sí nos determina y que nos importa: el derecho sobre nuestro cuerpo, el femicidio, la violencia de género, los derechos reproductivos dignos, la inequidad salarial, la violencia laboral, la violencia médica y otras más violencias que me tomaría más de un párrafo describir.

Algunos políticos aprendieron, y con dolor, que el voto de las mujeres no solo es un derecho, si no que sí pesa, sí importa. Importa porque hoy, reclamamos por lo que es justo, porque sabemos lo que merecemos y estamos dispuestas a luchar por ello. Esta campaña quedará en la historia como aquella que les enseñó a muchos políticos que sin nosotras no tienen futuro.

Estas elecciones han sido para algunos, muertes anunciadas y para otros, sorpresas inesperadas. La diferencia la han marcado candidatos que sin miedo expusieron sus visiones en temas de género y ambientales entendiendo que su electorado primario son millennials y centennials que ven la vida desde otra óptica marcada por la constante información a la que tienen acceso, la inmediatez y las redes sociales que les ha permitido conocer no solo su realidad sino la de muchos alrededor del mundo. Y es que hoy no se le habla a un electorado local, sino a uno global mucho más consciente de la situación de peligro en que vivimos las mujeres, del cambio climático y el daño que las grandes corporaciones siguen ocasionando.

Hoy importa y determina el camino del voto hablar de estos temas con conocimiento y sobre todo con acciones. “El pobre es pobre porque quiere”, “El pueblo es ignorante y no hay que dejarlo escoger” son frases prepotentes que mucho se han repetido, subestimando la capacidad de crítica y entendimiento de nuestro pueblo. Sí, hemos aprendido de lo que nos ha pasado. Sí, hemos evolucionado hasta el punto que partidos del siglo XX que pensaban seguir gobernándonos, los acabamos de jubilar en las urnas.

Hemos votado por los que nos hablaron incluyéndonos, con el respeto que nos merecemos como ciudadanas. Votamos por los que se dieron el tiempo de crear propuestas de fondo que sí buscan soluciones, no solo llenar el espacio.

Somos 6´632.295 de mujeres que hemos votado en esta elección versus 6´466.855 de hombres (fuente CNE) cifras que algunos candidatos tomaron en cuenta al momento de los debates y en la creación de planes de gobierno. No haber reparado en esto fue un error y un anacronismo.

Ahora es tiempo de hablar de la feminización de la política como el surgimiento de posicionamientos que responden a temas impulsados por el feminismo y por las mujeres. ¿Qué quiere decir esto? Que no es suficiente que haya mujeres candidatas o en curules, si no que las mismas políticas y ejecuciones de leyes respondan a las necesidades reales de las mujeres.

No queremos ocupar puestos para cumplir la cuota de género, queremos que nuestros problemas sean revisados desde una perspectiva real, desde la construcción de lo político, donde las prioridades y lo que es importante cambie desde lo simbólico, lo económico, lo social y lo cultural.

Clara Serra, feminista española lo explica claramente: “Cuando pocas mujeres entran en política entra también la diversidad. Yo quiero que en la política haya hombres y mujeres diferentes, no asociados a los roles tradicionales. Las prioridades que se introducen cuando se feminiza la política no deben reducirse a “problemas de mujeres” sino que deben convertirse en cuestiones universales, es también una apelación a los hombres”. (O)

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