Willian García,“El rey del pirograbado”
Willian García Álava, de 66 años, ha hecho del pirograbado su forma de vida. La madera es el lienzo en el que graba sus obras y el pirograbador se ha transformado en la herramienta que le permite impregnar y dar forma.
Este artesano, que se considera montuvio manabita, nació en Calceta, pero llegó a Guayaquil hace 47 años.
“Nací en Manabí, pero me considero ‘guayaco’ de corazón, porque amo a esta ciudad y aquí me abrieron las puertas”, asegura.
Cuando arribó a la ciudad su principal meta era estudiar Filosofía y Letras en la Universidad de Guayaquil, pero solo cursó año y medio. Hubo días en que no tenía para pagar el pasaje de bus, mucho menos costearse un refrigerio.
Se dedica a esta actividad hace 45 años. Ahí sentado en su taller, ubicado en su casa en las calles Brasil y la 23, con la precisión de un cirujano da forma a la madera.
La creatividad es propia y considera que el principal sello de autenticidad del trabajo es su letra. Sus amigos y clientes la reconocen con facilidad (foto).
Considera que el oficio lo heredó de su padre, que fue ebanista. Utilizaba sus herramientas y con estas hacía bancos y mesas.
Trayectoria y trabajo
Lo destacado de sus obras, la precisión y dedicación que le pone a su oficio, hicieron que este artesano sea invitado a ferias en Loja, Portoviejo, Machala y Durán, donde ha obtenido premios y reconocimientos.
Además sus obras han sido adquiridas por personajes prominentes, como el poeta Horacio Hidrovo Peñaherrera, los expresidentes León Febres-Cordero, Rodrigo Borja Cevallos y Rosalía Arteaga.
Su hermano Luis García asegura que han permanecido en el Mercado Artesanal desde su fundación.
“Han pasado 35 años desde entonces y las obras no han perdido su popularidad. Para lograr ese objetivo se requiere constancia, cariño, amor y no desmayar. Además, sacar cosas nuevas”.
El artesano asegura que su trabajo demanda creatividad, adaptarse a conceptos y estilos que captan la atención de jóvenes y extranjeros.
No obstante, resalta que luego de la dolarización bajó la clientela y las ventas disminuyeron, pero que contrario a lamentarse trabajaba más.
Según él, con los avances tecnológicos en la actualidad se imita su trabajo. Sin embargo, considera que no tiene competencia porque usa herramientas tradicionales, como su pirógrafo personalizado y las brochas para dar retoques, elementos que dejan detalles rústicos en sus obras.
“El láser o los pirógrafos básicos no harían de un trozo de madera algo digno de admirar y tener en casa”.
El roble, el guayacán y el mate son las superficies adecuadas para realizar sus artesanías. Durante la ejecución de su obra sufre quemaduras, porque el pirógrafo siempre debe estar caliente o al rojo vivo para plasmar lo que desea. Una vez esculpido hay que “curar la madera” para sellar los poros y, finalmente, se procede a lijar para aportar brillo.
“Todo depende del material. Muchas veces se debe esperar ocho horas para que esté en su punto”, acota el pirograbador.
En la actualidad hasta empresas le encargan diversos formatos de obras. Hay recuerdos para eventos y diversos adornos para decorar oficinas (foto).
García dice que los feriados no tienen importancia, porque nunca tiene en cuenta el tiempo que permanece en su taller, ya que siempre opta por trabajar cómodo con el único objetivo de hacer trabajos de calidad y arte.
Por ello el costo de sus obras pueden variar, según el tiempo destinado a cada una, entre $ 1 hasta $ 200.
Ser artesano requiere de precisión y eso caracteriza a García. Sus obras son demandadas por turistas extranjeros. “Mi éxito radica en el amor que le pongo al trabajo que realizo”. (I)
