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Viven en nuestra memoria, las nombramos porque nos queremos vivas y libres
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¿Te imaginas no volver a escuchar la voz de tu hija, hermana, madre, o su risa, no oírle contar cómo le fue en la semana, o las notas que entonaba en su flauta, sus gritos cuando saludaba, el trabalenguas o la adivinanza que más le gustaban, sus mensajes de voz para encontrarse, no volver a mirarla leyendo cuentos a su niña?
Nosotras a quienes la violencia feminicida nos arrebató a nuestras hijas, madres y hermanas conocemos ese dolor, sabemos lo que significa no verlas crecer ni perseguir sus sueños. Sus nombres hoy figuran en una larga lista, que cada 71 horas suma la muerte de una niña o mujer más en Ecuador. Un país donde el Estado no asume el compromiso para prevenir, investigar, sancionar, o reparar la violencia feminicida. Donde la sociedad ha naturalizado la violencia basada en género y esta se recrea de múltiples formas ante la mirada indiferente de la gente, en espacios que erróneamente se consideran seguros: la escuela, la familia, el trabajo, las instituciones religiosas.
Frente a esta constante de indiferencia, olvido e impunidad, nosotras las familiares madres, hermanas, primas, tías, hijas, buscamos verdades, justicia y reparación y hemos decidido no callar, denunciamos la violencia feminicida que es consecuencia de la violencia estructural capitalista, racista y patriarcal, nos revelamos ante ésta y contraponemos la memoria viva de nuestras niñas y mujeres diversas para lograr que estas vidas que fueron tomadas, silenciadas, arrebatadas, desechadas, vuelvan transformadas en fuerza, en conciencia, en autonomía, en emancipación para otras, en grito de denuncia de las desigualdades y de las injusticias que vivimos.
Al recordarlas, al nombrarlas, ellas caminan junto a nosotras, en la tierra que recorremos cuando nos organizamos, en el aire que nos acaricia y sacude nuestra esperanza, en el fuego que nos calienta, en el agua como cascada que nos permite ser marea verde que desborda. “En su nombre resistimos, desafiamos el mandato del silencio y el olvido y nos vamos levantando entre risas, llanto y vida y frente a tantas Injusticias reivindicamos la lucha”, la memoria, el acompañamiento y la sanación como caminos de búsqueda y transformación.
Convocamos a cada unx a recuperar su memoria, a que junten sus voces a las nuestras para que nuestro grito por verdades y justicia se amplifique y pueda un día derrotar la impunidad y crear condiciones para construir un mundo en donde todxs podamos convivir en respeto, alegría, justicia, libertad y dignidad.
Convocamos a familiares de víctimas de feminicidio, a organizaciones de mujeres y feministas, movimientos sociales y a la sociedad en general a recordarlas, el tercer fin de semana de cada mes en un ritual para nombrarlas, contra la impunidad y el olvido, en el su memoria se vuelve lucha contra las violencias patriarcales y por la vida digna.
“Porque si tocan a una respondemos todas, y si nos quitan a una nos acompañamos todas”. (O)
* Ruth Montenegro, integrante de SURKUNA