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La colorida vestimenta de la Chola Cuencana se resiste a desaparecer

Jennyfer Rocano, oriunda de la parroquia El Valle, en las afueras de Cuenca, luce el traje típico de la Chola Cuencana, previamente a las fiestas.
Jennyfer Rocano, oriunda de la parroquia El Valle, en las afueras de Cuenca, luce el traje típico de la Chola Cuencana, previamente a las fiestas.
Fotos: Fernando Machado / El Telégrafo
13 de octubre de 2018 - 00:00 - Redacción Intercultural

La Chola Cuencana se ha convertido en un ícono de la capital azuaya. Este personaje, propio del sector rural, más allá de ser un emblema, rescata también sus trajes típicos en medio de las invasiones extranjeras en ropaje.

La prenda de la Chola Cuencana está compuesta de una pollera ancha y gruesa (tipo falda), se confecciona con terciopelo y sus colores son llamativos.

El atuendo también lleva una blusa blanca con cuello triangular, adornado con encajes, bordados de flores como símbolo de elegancia.

Alegría Peralta viste con pollera hace 56 años. “Mi madre también la usaba, somos de un sector cercano a la parroquia Octavio Cordero”, dijo, mientras lucía una elegante blusa y pollera de color lacre con encajes.

“No sé porque ahora no quieren vestir de esta manera las jóvenes”, recriminó a las personas que viven en la ciudad y salieron de las parroquias azuayas. “Ahora ellas prefieren una vestimenta enviada desde el exterior”.

A las artesanas les toma varios días el bordado a mano. Por la finura con la que trabajan el vestido de la chola cuencana tiene un costo más elevado.A las artesanas les toma varios días el bordado a mano. Por la finura con la que trabajan el vestido de la chola cuencana tiene un costo más elevado.

Santiago Ordóñez, historiador y antropólogo de la Universidad de Cuenca, en un texto escrito por Sofía Maldonado de la Universidad del Azuay, explicó que en la época de la colonización española la chola y el cholo fueron el fruto de la unión de un mestizo con un indígena.

“La chola y el cholo estaban en el intermedio de dos segmentos, se encontraban por debajo de la clase alta conformada por españoles y ciertos mestizos de alcurnia”, dijo el investigador.

Esta posición social lo convertía, dentro de la casa, en el intermediario entre el patrón y los sirvientes.

La chola, en la casa del patrón, desarrollaba el papel de ama de llaves, mantenía la casa, iba al mercado y cocinaba. Cuidaba a los hijos del patrón, incluso los amamantaba, convirtiéndose así en un miembro importante del funcionamiento del hogar.

El cholo se encargaba de los quehaceres más fuertes, como la construcción, cuidar a los animales, arreglar ciertas cosas de la casa, etc.

Los zapatos de charol, como los de la gráfica, se confeccionan poco en Cuenca. La Chola Cuencana ahora prefiere usar los tacones a la moda.Los zapatos de charol, como los de la gráfica, se confeccionan poco en Cuenca. La Chola Cuencana ahora prefiere usar los tacones a la moda.

Calle conserva las tradiciones

En Cuenca una de las calles del Centro Histórico lleva el nombre de Santa Teresita, donde funcionan algunas tiendas de abastos y abarrotes, insumos agrícolas y hasta de aves; en medio, en el corto trayecto que se inicia en la Calle Larga y que concluye en la calle Padre Aguirre hay siete locales de polleras y trajes típicos.

Al final del trayecto, como si fuera una metáfora del lugar, se encuentra una cooperativa de ahorro y crédito llamada Chola Cuencana.

Al visitar estos sitios de la llamada “calle de las polleras”, se puede apreciar que las artesanas no llevan esa prenda ni bolsicón.

María Teresa Puga lucía una pollera verde entera mientras contaba su historia familiar y las razones por las cuales aún viste el traje típico y zapatos de charol, en especial los domingos que va a misa acompañada de sus hijos.

Se dice que antaño una pollera de color amarillo no se podía usar, la sociedad dominante la asociaba con la “carishinería” (no saber cocinar) y quizá con algo peor, que “buscaba marido”. Poco a poco se introdujo el uso de otros colores, después de la década del cincuenta entre las mujeres del sector.

De igual manera, en otras épocas, entre la población femenina rural se evidenció un estatus económico y social por las prendas que usaban: enaguas de lienzo, centro de bayetilla o algodón, bolsicón de paño, blusa de seda, rebozo de castilla, paño de cachemir, sombrero de paja fina calado y zarcillos grandes de plata.

Las cholas cuencanas, como son conocidas, aunque están en toda la provincia de Azuay, exhiben con mayor detalle sus prendas los fines de semana o cuando hay fiestas en sus parroquias.

El costo de su vestimenta está entre los $ 200 y $ 600”, indicó Carmen Cuji, aunque es posible encontrar polleras de menor calidad desde $ 40.

El precio elevado es una de las razones para la disminución de sus ventas. “La gente va dejando las cosas buenas y las polleras son caras”, añadió Susana Baculima. “Ahora compramos polleras que no son de castilla, porque son más baratas”, indicó una mujer campesina que reserva su nombre. (F)

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