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El Telégrafo
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Una radio comunitaria y sus ecos de vida nueva

Una radio comunitaria y sus ecos de vida nueva
05 de junio de 2011 - 00:00

Inmersos en los páramos de la Sierra, entre picos, montañas, riachuelos cristalinos y lagunas, están los niños que, a través de un micrófono, plasman sus voces en las ondas sonoras para emitir su criterio y hacer que se escuche su opinión entre la comunidad y los radioyentes.

En la comunidad de Cochapamba, ubicada a 30 kilómetros de la ciudad de  Latacunga, a 3.650 metros sobre el nivel del mar, se encuentra la Unidad Educativa Tupak Amaru, con 71 alumnos, en la que la educación es bilingüe, aunque el kichwa es el idioma principal.

El profesor encargado del proyecto de radio en la escuela, Armando Negrete, indica que la institución pertenece a la Red Intercultural Bajio, que abarca siete escuelas rurales que producen programas radiales, transmitidos por Radio Latacunga.

“La idea nació para crear  experiencias de comunicación”, explica Negrete, “de esa forma se contribuye a formar nuevos líderes. Los pequeños emiten sus comentarios sobre la gestión de sus propios profesores y de los dirigentes de la localidad”.

5-6-11-sociedad-radios-comunitariasPara la producción de los programas participan niños de 7 a 12 años, pero en la preproducción intervienen todos los niños de la escuela  con sus ideas y la recolección de adivinanzas ancestrales y, sobre todo, están pendientes de las actividades que realizan las autoridades para formular las preguntas en las entrevistas. También hablan de las  falencias que hay  por la falta de tecnología, pero no dejan de soñar desde la radio.

Los chicos se forman como radialistas. Siguen cursos de manejo del micrófono, dicción y escritura de las pautas para los diversos programas. La capacitación es impartida por Santiago Naula, productor de Radio Latacunga. 

Según Naula, la incursión de las niñas y los niños en la radio constituye una experiencia de comunicación  marcada por  la voluntad de contribuir pedagógicamente a que desarrollen sus conocimientos, así como la adopción de prácticas para  la lectura y la destreza para hablar en público, en especial. Son seis las comunidades que participan en el proyecto.

Las voces de los pequeños no solo se escuchan en  sus “escuelas”, sino que  también son reconocidas en las localidades Atapulo, Sahuisha, Paktak, Caliquin, entre otras, hasta donde llegan las  transmisiones de la radio, señala Juan Alomoto, director encargado de la Unidad Educativa Tupak Amaru. 

La pérdida de la timidez y el miedo a expresarse libremente también son calificados como un logro de este proyecto, que ha permitido romper los esquemas tradicionales y limitaciones de participación, tanto de niños como de profesores. Y como producto final de esta capacitación, al inicio se consiguió la producción de diez cuñas radiales.

Alomoto considera que los programas producidos por los niños son una nueva alternativa que ayuda a la localidad a participar de manera más unida, pues se destaca la cohesión familiar como una estructura básica para el desarrollo intelectual.

El contenido de los programas aborda la preservación de la naturaleza, entrevistas a sus líderes, quienes rinden cuentas de su gestión ante los niños que piden respuestas de sus labores.

Luis Alomoto, de 12 años de edad, quien en varias ocasiones ha entrevistado a sus compañeros, maestros y hasta a sus padres, afirma, con una sonrisa chispeante, que le gusta mucho hacerlo... aunque lo más difícil para él fue entrevistar, precisamente, a sus padres, ya que tuvo la oportunidad de  conocer sus gustos y los proyectos que tienen para la comunidad, temas que no se tratan en la casa, sino que  son, casi siempre, solo analizados entre los  adultos. 

Los niños preparan sus guiones y plasman la representación de su realidad desde sus expectativas, necesidades y buscan equilibrar la información... incluyen, siempre,  a niños de otras comunidades para compartir sus experiencias.

Carlos Cucha, de 11 años, afirma que al inicio el temor los invadía y no podían hablar. Por lo que sus maestros optaron por hacerlos participar sin que se dieran cuenta de que los micrófonos estaban encendidos, así daban rienda suelta a su imaginación y grababan los programas. Luego escucharon sus voces y se animaron a vencer los temores y conquistar espacios  en la radio.

Uno de los segmentos del programa que más gusta a los niños y que fomenta la unidad es el de las adivinanzas, que en kichwa se llama “imashi imashi”. Este espacio se presta para que participen los niños de la comunidad en busca de respuestas.

Otro segmento que resalta es el de los saludos, los niños, con entusiasmo intenso, envían saludos a sus familiares que viven en otras comunidades y a los maestros del centro educativo.

La primera experiencia de formación de comunicadores radiofónicos de temprana edad y bilingües intenta aplicar esta propuesta en varios lugares para reforzar los conocimientos de su propia lengua y formar nuevos líderes, capaces de transmitir sus ideas y propuestas con buenos sustentos, ya que las limitaciones de no saber hablar frente a los adultos han hecho que muchas de sus propuestas no sean tomadas en consideración y, así, la que pierde es la comunidad.

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