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Una promesa renovada

Una promesa renovada
27 de agosto de 2014 - 00:00

Aunque en los últimos decenios se ha avanzado en la reducción del número de defunciones infantiles en todo el mundo, el descenso de las tasas de mortalidad neonatal ha sido lento, pese a que gran parte de estas muertes pueden prevenirse.

Se calcula que además de los 2,9 millones de niños y niñas que mueren en el primer mes de vida a nivel mundial, hay 2,6 millones de mortinatos, es decir niños que mueren durante el último trimestre de la gestación o durante el parto, según el Plan de Acción Todos los Recién Nacidos, 2014. 

El documento señala que mueren anualmente 287.000 mujeres por complicaciones en el embarazo y el parto, y que son los bebés de bajo peso los que mayores riesgos de muerte corren.

La neumonía y la diarrea siguen siendo las principales causas de mortalidad entre los niños menores de 5 años, provocando la muerte de casi 5.000 niñas y niños por día debido a esas enfermedades.

En junio de 2012 se conformó el movimiento mundial denominado ‘Una Promesa Renovada por la Supervivencia Infantil’, con el fin de acabar con las defunciones infantiles prevenibles. Para enfocar los retos de América Latina y el Caribe, en septiembre 2013 los gobiernos y varias organizaciones de la región se comprometieron con la reducción de las inequidades en la salud reproductiva, materna y del niño.

Actualmente, 176 Estados –incluyendo Ecuador- están comprometidos con esta causa. Se trata de una estrategia puesta en marcha por el secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, para mejorar la salud de las mujeres y los recién nacidos. Esta iniciativa ha logrado que miles de grupos de la sociedad civil e individuos privados se movilicen en favor de esta causa y que los Estados empiecen a establecer objetivos ambiciosos para combatir la mortalidad materno-infantil.  

En Ecuador, al 2011, se registró una tasa de mortalidad materna de 70,4 por cada 100.000 nacidos vivos y una tasa de mortalidad infantil de 10,1 por cada 1.000 nacidos vivos, según el Plan Nacional para el Buen Vivir 2013 – 2017. Como respuesta a esta situación, el Gobierno Nacional se ha planteado la meta de reducir a 50 la tasa de mortalidad materna y a 6 la tasa de mortalidad infantil hasta 2017.

La salud de los recién nacidos y la mortalidad fetal forman parte de la ‘agenda inconclusa’ de los Objetivos de Desarrollo del Milenio para la salud de la mujer y el niño. Tres millones de bebés y mujeres podrían salvarse cada año si se invierte en atención de calidad en torno al momento del nacimiento y en atención especial para los recién nacidos enfermos y de pequeño tamaño.

Ahora es el momento de que la comunidad sanitaria mundial dé prioridad a esta agenda inconclusa. Hoy en día existen posibilidades sin precedentes para cambiar esta situación, pues se conocen mucho mejor las intervenciones eficaces, los canales de prestación de servicios y los planteamientos que permiten mejorar la  cobertura y la calidad de la atención.

Es necesario llegar a todas las mujeres y todos los bebés recién nacidos durante el período en el que son más vulnerables, es decir, durante la labor de parto, el nacimiento y los primeros días de vida. La inversión en este período crítico es la que ofrece las mayores posibilidades de poner fin a las muertes neonatales, fetales y maternas que pueden prevenirse, por lo que la rentabilidad de la inversión es triple.

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