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Una escuela gratuita abre sus puertas a niños con cáncer

Los menores de edad de 40 familias se divierten en este centro de 10.000 metros cuadrado. También tienen un expreso para trasladarse.
Los menores de edad de 40 familias se divierten en este centro de 10.000 metros cuadrado. También tienen un expreso para trasladarse.
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Lizeth Analuisa, de nueve años de edad, regresó a su escuela cuando la leucemia le dio una tregua. Pero  -recuerda su mamá, Mayra Cajamarca- algo cambió en ella.

Ya no participaba en clases y prefería quedarse en el aula durante los recreos. La razón de su aislamiento era su apariencia. Las quimioterapias causaron la pérdida de su cabello y a su uniforme se agregó un nuevo accesorio: una mascarilla.

Lo mismo sucedía cuando Cajamarca llevaba a su hija a un parque público de Quito, por ello buscaba lugares pequeños y desolados para evitar que se sintiera mal frente a otros niños. 

En uno de sus paseos conoció a una persona que le informó sobre una escuela exclusiva para menores con cáncer. La mamá de Lizeth se contactó con el lugar y ambas conocieron el espacio de 10.000 metros cuadrados, cedidos por el Municipio en el norte.

Lizeth no se sintió diferente. “Muchos no tenían cabello y no les importaba sacarse la gorra. Eran como yo”, cuenta la pequeña, mientras se balanceaba en un columpio de madera de la escuela- granja de la Fundación Cecilia Rivadeneira.

Los niños de la escuela-granja, ubicada en Quito, preparan una obra de teatro y el costo de la entrada se usará para su financiamiento.  

Wilson Merino, director de la fundación, informa que el espacio es un plantel de entretenimiento para los niños que viven con esta enfermedad catastrófica.

Según el director, el 34% de menores, de todos los estratos sociales, fue rechazado por su afección. No pueden asistir a aulas regulares por problemas de salud.

El espacio cuenta con amplios espacios verdes, cafetería, biblioteca y aulas para clases de artes escénicas, pintura y música. En la parte posterior hay dos huertos, donde los infantes siembran plantas medicinales (anís) y árboles frutales (limón y aguacate).

‘Liz’, como la llaman sus amigos, ya no recibe quimioterapia, pero debe realizarse chequeos constantes. Los sábados, “sin falta”, ella va a la escuela-granja, donde se reúne con sus amigos.

Cuando ella juega, su mamá y los otros progenitores participan de talleres de formación de microempresarios o sobre el cuidado de sus hijos, según la fase del cáncer.

Paz Obando, coordinadora de familias de la fundación, explica que la escuela cuenta con 13 programas para los niños y sus padres. El proyecto atiende a 40 familias y beneficia a 100 menores.

Los servicios son gratuitos y los asistentes cuentan con alimentación y transporte. Una investigación realizada por la fundación indica que las familias de los pacientes oncológicos destinan el 16% de sus ingresos únicamente en pasajes de transportación hasta los centros de tratamiento.

Los padres que buscan incluir a sus hijos en este proyecto lo pueden hacer a diario a través de un registro. La escuela recibe a los niños y sus familias los sábados, desde las 09:00 hasta las 12:00.

En el espacio también hay un área de alojamiento (24 camas) para las familias de otras ciudades. 

Estrenarán obra de teatro

Una de las aulas de la escuela-granja es el escenario en el que los niños ensayan la obra Cecilia y los Argonautas, que se presentará el 18 de noviembre en el Teatro Sánchez Aguilar, en Guayaquil.

El elenco está compuesto por 60 niños y adolescentes con cáncer y familiares. Rebeca Bianqui, directora de operaciones, expresa que la representación es una historia de vida, esperanza y simbología para enfrentar la enfermedad. 

Bianqui detalla que el personaje principal es Jason, un niño que está triste porque le falta algo, pero no sabe qué es. “Al inicio muchos supondrían que busca su cabello, que perdió a causa de la enfermedad, pero no es así, al final el mensaje es mayor. Es una obra para la familia”.

‘Liz’ y su mamá participan en el montaje. La primera interpreta a una flor y su mamá encarna a una nube. La función dura 60 minutos y el costo de la entrada ($ 10) servirá para que la escuela-granja siga funcionando. (I)  

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