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Una bailarina cubana llegó al tango por amor y sigue bailando

Una bailarina cubana llegó al tango por amor y sigue bailando
12 de mayo de 2012 - 00:00

Los inmensos ojos color miel de Evelyn Solórzano casi no se despegan del suelo, solo a ratos levanta la mirada y la conecta con su compañero de danza, Duval Barrezueta. Él, también bailarín experto, la mantiene liada en un abrazo, mientras ella se sujeta de su hombro. La mano del hombre de terno negro e impecable se coloca sobre la espalda recta y delgada de la joven, unos centímetros más arriba de la cintura. Desde allí dirige sus movimientos, los guía.       

Entonces dan vueltas, sostenidos el uno en el otro, en una sincronía que parece ensayada, pero no lo es: el pie del hombre se mueve hacia adelante y el de ella hacia atrás. La pierna masculina da un giro; la femenina hace un movimiento especial para adelantársele y no romper el ritmo de tango que ambos ejecutan y que Evelyn dice llevar muy adentro.  

Esta mujer esbelta de cabello claro recogido y tez canela, nació hace 23 años en Santiago de Cuba, una ciudad que en su país se conoce como la “Tierra de Fuego”.

“Es que nosotros llevamos la salsa, el ritmo. Eso es algo que no nos puede faltar en Cuba, pero yo disfruto muchísimo el tango”, dice emocionada por su participación en el III Campeonato Nacional de Tango, que se realizará hoy a las 18:00 en el Centro Comercial Mall del Sol, donde se realizarn presentaciones y Evelyn compartirá el escenario junto con bailarines argentinos que llegaron al país para ser jurados del certamen. 

La cubana tiene 6 meses en el país y piensa quedarse aquí de forma prolongada. Actualmente sus días transcurren entre el estudio de una carrera de diseño gráfico y la danza. Aunque en su país natal se formó en ballet clásico desde los 5 años, dice que llegó al tango por medio del amor y que más que un baile se trata de  sentimientos hechos movimientos. 

“Cuando estaba en Cuba ingresé a la Universidad y conocí un chico que también era bailarín y fanático del tango. Con él nos empezamos a formar, a ver videos, a practicar, y descubrí lo mucho que me gustaba. Desde allí no pude dejarlo, era como que estaba destinado para mí. Como ya tenía la técnica, es decir la parte del ballet clásico, lo demás fue sencillo”, explica con una sonrisa.     

Recuerda que ambos bailaban y la gente los aplaudía: “Eso para mí era sublime”. “Es un baile de salón que te hace lucir muy sensual por ciertas posturas y la suavidad en los movimientos, las expresiones de amor o de pasión que evoca la música y según lo que se sienta... para mí es maravilloso, pero si no lo sientes no lo puedes bailar”, precisa, ahora con seriedad.

Dice Evelyn que cuando baila, no piensa. Solo se deja llevar por la adrenalina de los movimientos. “A veces me meto en algún personaje, pero generalmente solo siento la música”.

La mujer vuelve al baile; gira, y concluye en un paso firme, sensual, muy común en el tango de escenario en que levanta una pierna y deja ver la gran apertura de su falda, mientras el hombre la sostiene.

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