Se cree que con el arribo de los españoles llegó también la pirotecnia a la ciudad de Cuenca. Estos elementos eran utilizados en fiestas religiosas, sobre todo cuando se celebraba el Corpus Christi.

Según la tesis elaborada por Gerardo Cantos y Carlos Galindo, con el título “Pirotecnia en Azuay”, se conoce que el primer aparecimiento de estos elementos fue el 28 de mayo de 1614, cuando el Alguacil Mayor entregó 12 pesos para comprar pólvora, para que los soldados disparen salvas al Santísimo.

“También aparece una tarasca, similar a un castillo o a una vaca loca”, esta afirmación hace el historiador Juan Chacón, que consultó en el libro de Cabildos de 1606 a 1614; los datos fueron entregados a los dueños de la tesis.

La utilización de estos elementos continuó durante todos estos años, en especial en las fiestas religiosas.

En cuanto a los artesanos, los primeros se situaron en el sector de lo que hoy es el barrio de San Sebastián, sobre todo en las calles Sucre, Coronel Tálbot, Juan Montalvo y Bajada de El Vado, luego se extendieron a otros sectores.

Según el historiador Chacón, se cree que los actuales coheteros (así se les conoce a los artesanos que elaboran los artefactos basados en pólvora y elementos químicos), trabajaron de generación en generación.

No se descarta que algunos de ellos, que actualmente viven y se dedican a esta labor, sean descendientes de los que habitaron en la colonia.

El artesano Patricio Baculima es constructor de vacas locas, castillos, cohetes, globos, es decir todo lo concerniente a fuegos artificiales.

“Este trabajo viene de generación en generación, esta labor comenzó con mi bisabuelo Manuel Baculima”.

Agregó que siempre estuvieron instalados en la Av. Loja, al sur de Cuenca. Luego llegó su padre, Manuel Santos Baculima, que con asesoramiento chino y con catálogos argentinos, comenzó a perfeccionar estos productos pirotécnicos.

Para Baculima se va perdiendo esta labor, porque la actual generación se ha dedicado a otras profesiones.

Según él, se han dado cambios profundos dentro del trabajo, “antes se laboraba solo con tres tipos de colores, el amarillo, azul y rojo, luego se vino la luz verde, la fucsia y la blanca, “ahora incluso utilizamos la pirotecnia fría para evitar accidentes”.

Según Baculima, este trabajo es uno de los más peligrosos que existe, por eso hay que tener mucho tino para manipular la pólvora.

Los castillos son los que más se venden, sobre todo en épocas de fiestas cuencanas, tales como: El Septenario o fiesta de Independencia.

Un castillo de cuatro cuerpos le toma una semana fabricarlo si está lista la estructura, caso contrario será entre dos y tres semanas y su costo es de $ 800.

Ordenanza frena la pirotecnia
En Cuenca está prohibida la detonación de fuegos artificiales pasada la 01:00 y antes de las 06:00. Además, los talleres artesanales de pirotecnia ya no podrán ubicarse en la zona urbana. Los encargados de los espectáculos serán los que tendrán que limpiar el lugar que ocupen en la vía pública y deberán ubicar conos de seguridad junto a los castillos de luces.

Así lo resolvió el Concejo Cantonal, que aprobó la “Ordenanza que regula el emplazamiento de talleres para la elaboración de pirotecnia artesanal, clasificación de espectáculos pirotécnicos y autorización en espacios públicos o privados”.

La normativa está conformada por 28 artículos. Las multas a aplicarse, en caso de que no se cumplan las disposiciones contenidas en el cuerpo normativo, van desde el 10% de un salario básico, hasta la clausura definitiva del local, pese a ello los ciudadanos aún se quejan por el cumplimiento. (I)