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Piropos, galantería que se convirtió en violencia

Piropos, galantería que se convirtió en violencia
Foto: Karly Torres / EL TELÉGRAFO
28 de enero de 2018 - 00:00 - Redacción Séptimo Día

Los piropos callejeros son “una forma de violencia de género socialmente aceptada”, para la Junta de Andalucía en España. Por ello ha lanzado una polémica campaña en la que arremete contra “los animales que quieren llamar la atención de las mujeres silbándoles y diciéndoles piropos”.

Esta campaña ha abierto el debate no solo en   esa localidad, sino en todo el país con repercusión internacional. A través de videos e imágenes que está difundiendo el Gobierno andaluz en internet, los hombres aparecen como “gallitos”, que lanzan piropos de lejos; como “cerdos”, que gritan sandeces a las mujeres; “buitres”, que siempre están al acecho; “pulpos”, que se arriman cuando pueden; y “búhos”, que no quitan un ojo a las mujeres. “No seas animal” es el lema elegido por el Instituto Andaluz de la Mujer (IAM) y el Instituto Andaluz de la Juventud (IAJ) para la campaña que pretende “prevenir una forma de violencia de género socialmente aceptada, que normaliza el papel de las mujeres como objetos sexuales y que en algunos contextos deriva en las agresiones y abusos sexuales”, según ha difundido la Junta.

El director del IAJ, Francisco Pizarro, ha señalado que el acoso callejero es la práctica machista y sexual más común aceptada, que favorece la situación de vulnerabilidad sexual de las mujeres. “Se trata de comentarios sexuales explícitos o implícitos que los hombres hacen de forma cotidiana a las mujeres en las calles, sin ver en ello violencia y que van desde el piropo que cosifica hasta la realización de fotos o los roces en transportes públicos”.

Para la directora del IAM, Elena Ruiz, el acoso callejero no deja de ser una práctica abusiva en la que el hombre hace uso de su conducta machista para creerse en el derecho de tratar a las mujeres como objetos sexuales.

Por ello, ha añadido, la campaña pretende concienciar sobre ese machismo, “más propio de los animales que de las personas”.

La campaña está cosechando numerosos comentarios en las redes sociales. Tanto a favor como en contra. Hay quienes consideran que el piropo es una expresión de halago y admiración, no una agresión. “No hay relación causa-efecto entre un piropo y el maltrato. Este es otro burdo intento de demonizar al hombre y de controlar nuestras vidas. Viva el piropo callejero”, dice @eledhmel.

Comentario que en Ecuador tiene adeptos, como el de Juan Carlos Torres, del colectivo social Una Sociedad 10, que se encarga de hacer campañas en pro de los derechos civiles. Él no considera que el decir piropos a una mujer o viceversa sea una acción negativa, lo negativo radica en que la galantería como tal se ha perdido y se ha convertido en sinónimo de patanada y humillación.

Torres sostiene que en Ecuador los amorfinos fueron los primeros piropos en la sociedad, de los cuales canciones se han escrito, así que forma parte de la masculinidad del hombre. “Lamentablemente vivimos en una sociedad en la que el respeto y las violaciones a los derechos humanos se vienen cometiendo desde hace mucho tiempo haciendo una de esta, una sociedad más retrógrada”.

Sobre la campaña que se lleva a cabo en España le molesta que se utilicen a animales para compararlos con el hombre. “Nosotros comemos chancho y pulpo... desde ahí estamos canalizando mal las cosas. Creo que si decimos que esta persona es obscena hay que llamarla por su nombre y no buscarle comparaciones que pueden herir a otro sector de la sociedad”.

La psicóloga Margarita Benavides aclara que galantear a una persona no resulta ofensivo, pero sí debe ser respetado cuando el receptor no muestra interés alguno por el halago. “Por muy bonitas que sean las palabras, no todas las personas están dispuestas a escucharlas, así que si alguien se atreve a hacerlo y no es correspondido, lo mejor es apartarse o evitarlo”.

A la profesional le preocupa la falta de madurez y responsabilidad de la persona que halaga porque probablemente no sabe cómo hacerlo y su vocabulario puede resultar inapropiado. “En la calle se escuchan barbaridades que no son para nada un halago, sino una ofensa. Hay que ponerse en los zapatos de la otra persona y respetar los límites corporales y emocionales de los demás”.

La recomendación que da el sociólogo Vladimir Sierra es que se necesita educar ciertos comportamientos para que no se tornen ofensivos y violentos.

El catedrático explica que biológicamente los animales expresan su deseo sexual, así como el hombre, que también es un animal. “Culturalmente el piropear es la forma de expresión de masculinidad en ese sentido, digamos es el ritual que se sigue”.

Explica que la cultura occidental le ha dado cierto privilegio a los hombres de galantear, pero que las mujeres también lo pueden hacer y en ambos casos son formas de deseo de apareamiento sexual.

“Patriarcalmente resulta en muchos casos una forma violenta y ofensiva, pero no deja de ser un instinto natural de deseo de aparearse con el sexo opuesto”.

Sierra explica que campañas que lideran ciertos colectios femeninos en el país a propósito de este tema deberían más bien hacer una campaña de concienciación y explicación sin caer en la agresividad y excesos. “Estarían recurriendo a lo mismo que tanto critican”.

¿Pero por qué se ha “devaluado” la galantería? El catedrático explica que es una manifestación natural de los cambios sociales porque estas expresiones se presentan según la sociedad y época.

“Actualmente existe una sobrevaloración de estos rituales masculinos, generalmente, y eso ha abierto una puerta para los excesos basados en los parámetros patriarcales”.

Margarita Benavides recomienda trabajar desde casa con los niños en donde los padres expliquen a sus hijos sobre el respeto físico e integral de la otra persona. “Hay padres que celebran cuando un niñito le cuenta que le gusta otra niñita y le aconsejan que le diga algo. Ese menor crecerá pensando que es normal, que siempre deberá hacerlo y sin marcar límites”.

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