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Pilotos honorarios surcan los cielos con su testimonio

Las ventanas del helicóptero permitieron divisar en miniatura y por breves minutos a la ciudad
Las ventanas del helicóptero permitieron divisar en miniatura y por breves minutos a la ciudad
Foto: Álvaro Pérez / EL TELÉGRAFO
31 de marzo de 2018 - 00:00 - Redaccion Sociedad

Fue la primera vez que Bryan Gómez -con 18 años- voló en un helicóptero. Sus ojos negros se iluminaron apenas la nave inició el vuelo.

 Como todos los pasajeros cumplió al pie de la letra las indicaciones del piloto y estuvo feliz de admirar desde el cielo el Valle de Los Chillos.

“Fue muy bonito y emocionante”, afirmó Bryan, quien hace un año terminó su tratamiento contra la leucemia y ahora acude regularmente a los chequeos médicos cada dos meses. Tiene síndrome de Down y asiste al 9° año de una escuela especial. Es el cuarto, entre 7 hermanos.

La misma sensación tuvo Arley Portilla de 6 años, a quien hace un poco más de 2 años le detectaron cáncer a la sangre. Ella fue sola en el paseo aéreo, y apenas descendió abrazó a su padre, Galo, con quien acudía cada semana a los procedimientos médicos y  las quimioterapias. Ahora le resta solo dos meses para terminar todo el tratamiento.

“Ver la ciudad pequeña fue una gran emoción, aunque al principio me asusté porque el helicóptero subía muy rápido”, comentó la pequeña que vive en Santo Domingo de los Tsáchilas.

Experiencia en los aires
Jair Falcón con 10 años es un ‘viejo espacial’. Fue su tercer vuelo en helicóptero y como todo un experto no sintió ningún tipo de miedo. Al contrario, ayudó a calmar a varios de sus compañeros que con miradas de asombro realizaron el vuelo.

Hace un lustro Jair inició su combate a la leucemia y ya fue dado de alta. Sin embargo una parte del catéter que le introdujeron se rompió y ahora necesita otra operación para extraerlo.

“Lamentablemente el doctor que me hizo la cirugía anterior falleció, y hoy aún buscan uno que pueda ayudarme en este nuevo proceso que es muy delicado porque se requiere extraer totalmente la parte sobrante sin topar ningún órgano”.

Pese a ello su vitalidad es contagiante, al igual que su humor. Su pequeño rostro se ilumina cada vez que sonríe y deja a la vista sus ojos verdes.

Con la misma emoción, Gabriela Cepeda tomó su teléfono y aprovechó cada instante del vuelo para fotografiarse y sacar la selfie respectiva.

En mayo cumplirá sus 15 años y para festejarle, su madre Rocío le tiene preparada la fiesta rosada que incluirá cocteles sin alcohol.

Ella terminó su tratamiento hace dos años con la colocación de una prótesis en su pierna izquierda que el impide movilizarse con facilidad. Por eso incluso su anhelo de ser periodista se truncó; pero no su algarabía porque retomó sus estudios y es una buena alumna.

Como ellos, 41 chicos con cáncer y algunos familiares disfrutaron de un divertido vuelo que la Brigada de Aviación del Ejército Paquisha brindó a los pacientes de la Sociedad de lucha contra el cáncer (Solca).

Fue una mañana con poco sol, pero con mucho corazón y sensibilidad sobre todo en madres que contaron sus historias de lucha.

El comandante de la Brigada, Santiago Almeida, en su discurso alabó la valentía de los pequeños que a diario pelean por vivir.

“Ustedes son un ejemplo del tributo a la vida porque luchan con mucha fuerza y entereza. Para nosotros es una experiencia enriquecedora tenerlos aquí y ojalá en el futuro sean pilotos y sientan nuestra alegría de volar y acercarse un poquito a Dios”.

Los uniformados entregaron a cada uno de los homenajeados un diploma que los acredita como ‘pilotos honorarios’ de esta brigada, que brinda incluso el servicio de ambulancia aérea. (I)  

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