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La pesca de asociatividad tiene un vínculo familiar ancestral en Manabí

En la playa Los Esteros, al noroeste de Manta, familias enteras se dedican a la pesca de orilla. Esta actividad es de asociatividad y ecológica, de manera que no se utilizan lanchas con motores; todo se hace a puro músculo.
En la playa Los Esteros, al noroeste de Manta, familias enteras se dedican a la pesca de orilla. Esta actividad es de asociatividad y ecológica, de manera que no se utilizan lanchas con motores; todo se hace a puro músculo.
Foto: Patricio Ramos / EL TELÉGRAFO
01 de agosto de 2018 - 00:00 - Patricio Ramos

Pescar en grupo es una actividad heredada que aún pervive entre los trabajadores del mar en Manabí. Los habitantes de la cultura Manteña vivieron cerca de él, que fue el principal proveedor de productos alimenticios. En esta labor hay un fuerte  vínculo familiar, comenta el investigador e historiador manabita José Elías Sánchez.

La asociatividad, según Sánchez, estuvo presente por ejemplo cuando los manteños se hacían a la mar en las embarcaciones conocidas como balsas, en las que navegaban trayectos largos hacia la isla de La Plata (suroeste de Manabí).

“No solo pescaban, también  realizaban  una parada para participar en la actividad comercial conocida como trueque; el macizo fue utilizado para el intercambio de productos”.

Esa pesca en unión sigue vigente en nuestros días. Todos los años, de julio a septiembre, familias enteras de Manta, Jaramijó y otros enclaves marinos de Manabí salen a la playa para pescar en grupo.

Es una faena que no necesita de motores, ya que se hace a puro músculo, susurra Mario Anchundia, que reside en la parroquia Los Esteros, en el noroeste del puerto manabita.

De lunes a sábado, cuando la marea está baja, Mario, junto a cuatro familiares, dos mujeres y dos hombres, sale a halar una red que es lanzada desde un bongo (embarcación ancestral de madera) en la playa Los Esteros.

El aparejo de pesca mide 50 metros de largo por 20 de ancho. A Mario se unen otras dos familias. Se trata de los Cedeño y los Zambrano. Los tres núcleos familiares suman 15 personas.

Emilio Cedeño, otro pescador, cuenta qué es la pesca de orilla.

“Vamos en busca del chumumo y el chuhueco, pececillos que están presentes en abundancia en esta época del año. Tenemos un permiso que nos proporcionan las autoridades para estas faenas costeras”.

La maniobra, desde que se realiza el lance de la red hasta que se la recoge, tarda entre 50 y 90 minutos.

Cuando empiezan a halar la red hacia la playa, la adrenalina fluye entre las familias de pescadores. Todos rezan para que el lance sea bueno y para capturar peces grandes, pues los más chicos los recogen en gavetas plásticas y se venden para elaborar harina.

Cuando se reúnen las familias, todos halan las redes.

La actividad se repite en el enclave marino de Jaramijó.

También se pesca por subsistencia, cuenta Carlos Delgado, investigador del lugar.

La red es el arte de pesca por excelencia que agrupa a las familias. Lo hacen cuando elaboran o reparan el aparejo en los portales de sus casas.

“En torno a las redes se cuentan las historias; los adolescentes aprenden sobre la actividad y se inmiscuyen cuando entre sus manos sujetan los extremos de la red, que está sumergida en el mar”, afirma Delgado.

En Jaramijó se extienden las redes en el extremo sur de la ensenada. La tarea empieza a las 08:00 y termina cuando sube la marea, por general después del mediodía. Es toda una fiesta, afirma el estudioso.

“Estas actividades  son ancestrales”, según la historiadora manabita Libertad Regalado. En su ensayo “Habilísimos pescadores” cuenta que los cholos pescadores que habitan en el perfil costero de los 350 kilómetros de playas que tiene Manabí llevan la herencia de los antepasados que, según hallazgos arqueológicos, eran hombres de mar.

“Tienen una habilidad innata que sigue presente hasta la fecha. La actividad pesquera en Manabí y toda la costa ecuatoriana ha sido un medio de sustento, nunca se ha dejado de pescar”. 

En los albores del siglo XX, la pesca se desarrolló con motores y barcos con tecnología de punta.

“Sin embargo la pesca artesanal sigue siendo la esencia de los habitantes que viven sobre el perfil de las costas”, agrega Regalado.

Se trata de una pesca ecológica; no se utilizan lanchas con motores fuera de borda para transportar las redes hacia el mar, todo es a pulso.

“Es todo un espectáculo para quienes observan por primera vez la maniobra desde que está la red en el agua hasta que se la recoge con dirección a la playa”. (I)  

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