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La falta de orientación vocacional influye en la deserción

La falta de orientación vocacional influye en la deserción
11 de agosto de 2019 - 00:00 - Amanda Granda

La presión social y familiar, el factor económico y la sexualidad de las carreras, son algunas de las presiones que enfrentan los recientes bachilleres que, hasta hoy, deben postular por un cupo universitario. ¿En qué carrera? Más de la mitad no lo saben, su motivación es lograr el ingreso al sistema público de educación superior.

Datos levantados por la Secretaria de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación (Senescyt), en 2017, señalaron que el 70% de las postulaciones universitarias no está ligado a una vocación profesional.

María Fernanda Maldonado, subsecretaria de Acceso a la Educación Superior, no proporciona una cifra actual, pero asegura que la falta de orientación vocacional es evidente. Su premisa se sostiene en que, al momento de postular, los bachilleres seleccionan, de toda la oferta de educación superior (2.159 carreras) hasta cinco opciones de su interés que no se relacionan entre sí, es decir, no son de una misma área de conocimiento.

El mes pasado, Clara Mena, Lucía Peñaherrera y Javier Becerra se graduaron de bachilleres en la Unidad Educativa Manuela Cañizares. Solo Peñaherrera asegura que postulará para una única carrera. Ella quiere ser médica. Ninguno de sus padres lo es, pero su abuela materna aún lo ejerce, y la adolescente sueña con seguir esos pasos.

Peñaherrera lleva trabajando en su proyecto de vida desde el inicio de su adolescencia. Cuenta que, a partir de sus primeros años de secundaria, ingresó a cursos de primeros auxilios en el Cuerpo de Bomberos y en la  Cruz Roja para tener experiencia en cuanto a la atención básica en emergencias.

La estudiante aprobó evaluaciones que le permitieron ingresar y graduarse dentro del Bachillerato Internacional (BI). Su interés por ese programa académico se dio gracias a su percepción sobre el BI. “La malla es diferente, las exigencias son mayores y nos  prepara, realmente, para la vida universitaria.

Como su abuela es docente de pregrado, le ha permitido estar de oyente en algunas de las clases que imparte. También accedió a que su nieta le acompañe durante el ejercicio de su profesión en uno de los hospitales de la capital.

En el Examen Nacional de Ingreso a la Educación Superior (ENES), Peñaherrera obtuvo 980 puntos. A partir de esta convocatoria la nota para postular tiene una modificación. Ya no solo se toma en cuenta el resultado del ENES, que representa el 85%, sino también la calificación de la nota de grado (15%).

Mientras conversa con sus amigos, Peñaherrera agrega que sus padres optaron por que ella se someta a varios test vocacionales en centros privados con el objetivo de que su elección sea acertada.

Pero no todos los bachilleres del país tienen clara su vocación o cuentan con los recursos necesarios para desarrollar test psicológicos que les ayuden a elegir con éxito una carrera profesional.

Ese es el caso de los amigos de Peñaherrera y otros bachilleres del país. Mena, por ejemplo aún no está segura de lo que quiere ser en el futuro. Para ella la presión más grande es la familiar. Asegura que dentro de su núcleo hay contradicciones. “Mi papá me dice que estudie lo que yo quiera, pero cuando menciono Artes, me dice que todo, menos eso, porque las profesiones de ese tipo harán que me muera de hambre”.

Mientras toman un helado en un centro comercial del norte de la urbe, los adolescentes bromean sobre su futuro. Becerra, entre risas, dice que de nada le sirve buscar opciones, porque a la final se hará lo que su mamá diga.

La adolescencia es un período en el que el ser humano se enfrenta a fuertes cambios y debe tomar importantes decisiones. Uno de ellos es el ingreso a la vida universitaria. Aquello les genera estrés a los bachilleres, por ello deben contar con una guía, no una con una imposición, señala la psicóloga Isabel Salazar, de la Universidad de las Américas.

¿Cómo elegir?
Antes de los “lógicos y típicos” consejos, que incluso se muestran en el portal web de la Senescyt, María Isabel Castro, coordinadora del Grupo de Innovación Educativa y Orientación Vocacional y Profesional de la Universidad Politécnica Salesiana (UPS), sostiene que la carrera que eligen los bachilleres debe ser parte de su proyecto de vida, el cual debe trabajarse desde la infancia, con la ayuda de los padres y la guía de los docentes.

Al llegar a la adolescencia, se debe enfrentar con la rigurosidad del caso la elección del bachillerato que va a cursar al alumno. En el país existen tres opciones. Esta elección es el primer paso de la orientación vocacional.

No solo influencian los aspectos familiares, económicos, personales y emocionales, sino también la forma en la que el postulante ha aprobado sus años de estudio.

Paola Escobar, docente de la UPS, agrega que los hábitos de estudio son clave para una carrera de pregrado.  Sin embargo, no todos los alumnos los desarrollan. “Los chicos sueñan con carreras tecnológicas, como robótica, pero esa es una especialidad, y para llegar a ella se necesita ser ingeniero, saber matemáticas; y cuando deben estudiar, se dan cuenta de que no aprendieron cómo hacerlo o que no son buenos para los cálculos”.

Castro y Escobar trabajan en el Centro Psicológico Salesiano, uno de los servicios que oferta ese lugar es la evaluación vocacional, que dura tres días (dos horas diarias). En cada sesión se aplican test y se hace una entrevista. Escobar añade que trabajan en el desarrollo de instrumentos acordes a la realidad nacional. Actualmente, los test vocacionales que se aplican en Ecuador son de otros países.

En 2015, la UPS realizó un estudio en el que se evidenció que el tercer factor de la deserción en pregrado respondía a la falta de orientación profesional. Ese año se abrió el área que coordina Castro para que los alumnos tengan una guía al momento de cambiarse de carrera.

Fernando Ponce, rector de la Pontificia Universidad Católica de Ecuador (PUCE), considera que el certificado vocacional debe ser un indicador de los postulantes para evitar que uno de cada tres estudiantes se equivoque en la elección de su carrera. (I)

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