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La nueva escuela en el plan 2021-2030

La nueva escuela en el plan 2021-2030
Manuel Cabrera / El Telégrafo
17 de enero de 2021 - 07:00 - Fausto Segovia Baus

La escuela del Ecuador merece un cambio radical. Las reformas educativas han sido maquillajes. Es el momento de actuar sobre la base de la realidad, con la participación activa de toda la sociedad y sus principales actores, sin exclusiones de ninguna clase. Una propuesta para debatir.

Muchos consideran que el cambio de la escuela va por la línea de las tecnologías. Especialistas de la talla de Peter Drucker responden que no; definitivamente, no.

“El reto verdadero que nos espera no es la tecnología. Es cómo usarla. Hasta ahora ningún país tiene el sistema educativo que la sociedad de conocimiento necesita”, ha dicho Drucker. Entonces, ¿cuál es el quid sobre este importante problema? Lo único posible, según el especialista, es diseñar una escuela diferente, “tan distinta de las que existen hoy para la cual Jan Amos Komenský conocido como Comenius trazó las especificaciones hace 350 años”.

La realidad del Ecuador

El modelo de la educación ecuatoriana se inspira en conceptos y principios de la escuela tradicional, con un fuerte componente conductista, que reproduce una forma de pensar y actuar sobre la base de estímulo-respuesta o acción-reacción, que fue retratada magistralmente por Michel Foucault en “Vigilar y castigar”.

Este sistema, con algunas variantes prevalece, y es el responsable de los grandes vacíos en la formación de los profesores y en la deformación de un proceso educativo, que no responde a las necesidades de aprendizaje básicas, y provoca altos niveles de deserción y repetición, especialmente en los sectores más vulnerables.

El Ecuador ha realizado esfuerzos significativos para universalizar la educación primaria -las tasas de escolarización se acercan al 96%-; sin embargo, subsisten problemas estructurales muy serios como la fuerte deserción que reduce el tiempo que los alumnos asisten a la escuela durante cada año escolar, la alta repetición y la dificultad que implica ofrecer una educación de calidad con equidad a los niños y jóvenes, de manera especial en los sectores urbano-marginales y rurales.

El sistema está agotado

Juan Carlos Tedesco, en el Proyecto Principal para América Latina, plantea el tema del “agotamiento” del sistema educativo, en el contexto latinoamericano, como producto de un patrón de desarrollo que no cumplió dos objetivos esperados del proceso de desarrollo: el crecimiento y la equidad. Y lo que es más grave, según el citado autor, se produjo una desconexión preocupante entre los requerimientos del crecimiento económico y el desarrollo educativo: “El resultado de este proceso fue la consolidación de una oferta educativa significativamente expandida en términos de cobertura, pero con notorias debilidades desde el punto de vista de la calidad y de los mecanismos institucionales de gestión”.

Otro defecto fue, según Tedesco, el empobrecimiento de las propuestas curriculares y los criterios de evaluación por resultados, producto de una débil conexión entre la sociedad y el sistema escolar. Michel Porter, Lester Thurow y Robert Reich, entre otros, reafirman este concepto: las sociedades del siglo XXI serán más competitivas e innovadoras en la medida que se estimule la creación de conocimientos y se eduque a los ciudadanos.

Una reforma integral de la educación debe articular, necesariamente, la voluntad política, el marco legal, las inversiones, la cobertura, la gestión y aspectos cualitativos.

Estos problemas significan en conjunto una pérdida efectiva para el país y para toda una generación (el fracaso escolar se acerca al 40% en la primaria, sin mencionar el contexto de la pandemia), y también una pérdida de cuantiosos recursos. Si cuantificamos, por ejemplo, el costo de la deserción y repetición escolares, a razón de USD 64,oo por alumno, según la Unesco, el Estado y la sociedad en general estarían dilapidando USD 16.6 millones de dólares por año solo en la primaria. Esta pérdida de recursos y tiempo se observa también en la universidad ecuatoriana.

Reforma integral

El cambio educativo no depende exclusivamente de las inversiones en edificios e equipamientos, aunque se debe reconocer el aumento del presupuesto en educación en los últimos años, que se acerca a la norma constitucional: el 1.5 del PIB.

Una reforma integral de la educación debe articular, necesariamente, la voluntad política, el marco legal, las inversiones, la cobertura, la gestión y aspectos cualitativos: la formación de los profesores, el rendimiento estudiantil, la producción de conocimientos, los textos escolares, la investigación científica, las patentes, las revistas indexadas, la articulación con la producción, y sobre todo, el cambio de mentalidad, es decir, el paso de una estructura y gestión centralizada a una desconcentrada y descentralizada; de un modelo escolarista a otro societal, cultural y ambiental; de un sistema creado para reproducir y enseñar a otro para aprender y desaprender.

Educación para todos

La crisis de la educación afecta a todo el sistema social, económico, político, cultural y ambiental. De ahí que el reconocimiento de la educación como la mejor inversión no basta. Es indispensable invertir pero con equidad, con racionalidad, en función de todas las variables posibles y no exclusivamente las curriculares. La educación que imparte el Estado cuesta. La educación fiscal es, desde este punto de vista, pagada por los contribuyentes. No es en esencia gratuita. La garantía de la gratuidad no puede ni debe confundirse con gasto superfluo, sin rendición de cuentas.

En este contexto la nueva escuela, en principio, debe inspirarse en el proyecto EPT –Educación para Todos- que comprometió a la mayoría de los países del mundo a mejorar sus sistemas educativos, sobre todo en cuanto a la universalización de la enseñanza primaria y la paridad entre los sexos. Sin embargo, “hay todavía demasiados niños que reciben una educación de escasa calidad y terminan sus estudios primarios sin haber adquirido las competencias básicas necesarias en lectura, escritura y cálculo”, expresa el Informe de Seguimiento de la EPT en el mundo publicado por la Unesco. Es tiempo de preparar el nuevo Plan Decenal de la Educación Ecuador 2021-2030.

La escuela del futuro

La escuela del futuro propone un nuevo alfabetismo universal de muy alto nivel; es decir, de gran rendimiento. Se trata de "dar a los estudiantes las herramientas necesarias para rendir, para contribuir y para que puedan emplearse. Este es el primer deber social de cualquier sistema educativo", afirma Peter Drucker.

Esta escuela propone una escolaridad que motive a los alumnos a aprender por sí mismos, y la disciplina necesaria para continuar aprendiendo; una escolaridad que dé conocimiento como sustancia y como proceso. Una escolaridad que supere el ámbito tradicional de la escuela, el espacio de la escuela, el monopolio de la escuela. Hoy en día, la escolaridad debe saturar a toda la sociedad y a las organizaciones que dan empleo: las empresas, las oficinas de gobierno, las ONGs, las organizaciones de la comunidad, entre otras. La escolaridad no puede ser monopolio de las escuelas.

Un nuevo “ethos”

La nueva escuela requiere un “ethos” diferente, asentado sobre cinco ejes: la democratización de los saberes, la interculturalidad, las tecnologías de información y comunicación, los vínculos entre la escuela y el mundo del trabajo, y las relaciones de la educación con la ciencia, la investigación y las culturas –los valores-. La escuela del futuro es una comunidad de aprendizaje.

En ese contexto, ell papel del nuevo docente es - debe ser - diferente. Se ha descubierto que los docentes destinamos incontables horas de trabajo en tratar de enseñar conceptos, que mejor resulta aprenderlos que enseñarlos. En otras palabras, que bien podrían ser asimilados mediante el ejercicio, la repetición y la retroalimentación mediante un programa de computador, que en el torturante sistema de "clases".

La escuela del futuro es la escuela del conocimiento y la libertad. La educación debe dejar de ser un castigo y las escuelas prisiones. Porque lo que hoy existen son celdas -las aulas- con celadores preparados o no, y mal pagados - los maestros-.

La nueva función del maestro es la de facilitar procesos y formar valores que otorguen a los estudiantes confianza en sí mismos, competencias y capacitación continua. Es el mediador por excelencia. Si así procede el docente del futuro se convertirá en un recurso que jamás será reemplazado, cuando muy pronto cada estudiante sea instructor de sí mismo mediante métodos interactivos. De ahí una consigna para la educación del futuro: aprender a estudiar y aprender a perseverar. Aprender a comprender; aprenden a aprehender; aprender a emprender.

Transformación total

Las causas del atraso educativo nos conciernen. No es una coincidencia que el 94 por ciento del número total de científicos pertenecen al primer mundo. El sistema actual - fragmentado, acrítico, desactualizado e invertebrado - debe dar paso a una transformación total, mediante políticas educativas de Estado, de largo plazo y procesos de concertación globales. Ecuador es un país multicultural y multiétnico. La unidad en la diversidad es un valor que debe ser rescatado para el replanteamiento desde la educación inicial hasta la universidad.

La escuela del futuro es la escuela del conocimiento y la libertad. La educación debe dejar de ser un castigo y las escuelas prisiones. Porque lo que hoy existen son celdas -las aulas- con celadores preparados o no, y mal pagados - los maestros-. En cuanto a la libertad, la desregulación de la educación es un hecho ineludible en un futuro próximo.

Liberar la capacidad de aprendizaje de los alumnos y explorar el pensamiento crítico y en equipo para estudiar la ciencia con conciencia es el reto de la nueva educación, según Édgar Morin. Esto implica la redefinición del aprendizaje y la enseñanza. La educación del futuro enfatizará en cómo aprender, fundamentalmente a través de las TIC –Tecnologías de Información y Comunicación- y en las redes sociales, porque la escuela tradicional dejó de ser hace tiempo el “templo del aprendizaje”. (O)

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