Napflix, un canal que se dedica a fomentar la siesta

En tiempos de crisis, la televisión en internet ha comenzado a encontrar el semillero de su buscada rentabilidad. La plataforma Napflix, un canal recién nacido en España como una broma entre amigos, ha descubierto que su mina de oro es promocionar entre sus espectadores la siesta, esa costumbre española de dormir todos los días entre 10 y 20 minutos después de almorzar que hasta ahora solo producía desprecio en los estajanovistas países del norte.

Pero algo ha debido de suceder para que los soporíferos contenidos difundidos por Napflix se hayan incrementado 3.900% en apenas unas pocas semanas de emisión en lugares tradicionalmente enemistados con el holgazaneo, como Holanda, Rusia, EE.UU. o Canadá.

La peculiar idea de “llevar la siesta a internet”, creada durante un fin de semana de octubre por dos de los mejores talentos de la empresa francesa Havas Media en España, Víctor de Tena y Francesc Bonet, ha pasado en un abrir y cerrar de ojos de ser una web anodina a un verdadero fenómeno cultural en gran parte del mundo.

El canal Napflix, que interpone hábilmente la palabra nap, siesta en inglés, como parodia del gigante de la difusión de contenidos multimedia en red Netflix, ha logrado un impacto descomunal gracias a una inteligente y económica manera de reivindicar la cultura del aburrimiento en los hogares.

“A falta de buenas películas y sorprendentes documentales, nada mejor que monótonos, pero no repetitivos reportajes”, señala uno de los fundadores de Napflix a una revista comercial española.

El éxito de este canal reside en la elección cuidadosa de los contenidos para que el usuario que lo desee pueda desconectar de la realidad durante el tiempo prudencial que dura una siesta y volver a recuperarlo después sin haber perdido ni un ápice el hilo de la trama.

En su portal, en inglés y gratuito, cualquiera puede dejarse arrastrar a las profundidades más abismales de sus sueños mientras contempla el video completo de una insípida etapa del Tour de Francia, un documental sobre reptiles de lo más soporífero, una partida de ajedrez de cuatro horas de duración o simplemente observar a peces de colores nadando dentro de un acuario casero. Una portentosa exhibición de trabajos multimedia sacados de YouTube capacitados para anestesiar a un rinoceronte. Las reflexiones quedan, por supuesto, sepultadas por una fuerza mayor, el aburrimiento absoluto.

Es difícil determinar si el éxito que está cosechando este experimento se mantendrá en el tiempo, pero lo cierto es que se ha viralizado en Europa y América de una forma tan vertiginosa en su primer mes de existencia que sus creadores están hoy abrumados.

El modelo en el que se basaron sus creadores es una rareza de la televisión escandinava bautizada como Slow TV, que incluye la retransmisión ininterrumpida durante siete horas del traqueteo de un tren que cubría el trayecto entre Oslo y Bergen, o la emisión sin descanso de las 134 horas que duró la travesía de un barco por la costa noruega hasta que llegó al Ártico. Un tedio abrumador en dosis narcóticas que, sin embargo, goza de millones de telespectadores.

Ahora que más que nunca resulta tan necesario que los canales de televisión, y la prensa en general, expliquen a fondo qué está ocurriendo en el mundo, nacen proyectos como Napflix, cuyo éxito abrumador se basa en dedicar todo su tiempo a contenidos centrados exclusivamente en la difusión de la apatía para conciliar el sueño. Acaso se trate de un efecto colateral del fin de la historia. Por si acaso, sigan atentos a sus monitores. (I)