Músicos guerreros sostienen las bandas colegiales de paz (VIDEO)

La voz de Christopher Simba retumba en la cancha de ligas barriales, donde practica la banda del colegio Darío Guevara, en San Roque (centro de Quito), de la cual es su integrante.

“Ser del Darío Guevara...”, grita. A lo que el resto de sus compañeros responde: “Es un honor!”. “¿Por qué?”, insiste el joven. “¡Porque lo llevo en mi corazón!”, dicen los demás.

Los estudiantes esperan a que Simba dé la orden, para hacer sonar sus liras, bombos, redoblantes y flautas al son de un san juanito. Entonces, empieza la fiesta. Él es el líder de la Banda de Paz del colegio. Dirige a sus compañeros desde hace cuatro años.

Los jóvenes practican en la cancha, porque no tienen un lugar fijo para hacerlo en su colegio. "Ser parte de la banda me inspira", dice, porque siente que cuando lo hace le “da ganas de cantarle a la luna, cantarle a las estrellas”.

Fabián Albornoz colabora con el ensamble de la música y la marcha. Piensa que el colegio Darío Guevara es una de las instituciones que más merece un reconocimiento y apoyo ya que los chicos aprenden rápido.

“Ensayan todos los días a pesar de que tienen muchas otras actividades del colegio”, cuenta.

A pesar de que no tienen recursos para sustituir sus instrumentos desgastados, los 40 músicos buscan maneras creativas para seguir tocando. Por ejemplo, comenta que un estudiante reparó su instrumento con parches y ahora sigue tocando.

Con un: “¿Qué tal se siente vea, feliz?”, el instructor, que apoya a los estudiantes, los motiva. “¿Qué tal su bombo nuevo? Usted tiene que ir así, "gallardo", con el bombo así, para arriba”, les enseña.

Los estudiantes salen de la cancha para compartir su música por las calles de San Roque. Bajo el compromiso de que no se detendrán y que seguirán adelante.

Una consigna similar llevan los estudiantes del colegio Emilio Uzcátegui, en Chillogallo (sur de Quito). Un sanjuanito, pero tocado con instrumentos andinos, acompaña su ensayo.

Para Mario Soria, instructor de la banda durante los últimos 30 años, los estudiantes del colegio Emilio Uzcátegui se identifican con la música ecuatoriana. “Les alimenta mucho más el corazón como ecuatorianos”, manifiesta. Por esta razón, los yumbos y sanjuanitos son la especialidad de los 50 jóvenes músicos.

Para que un estudiante entre a la banda, dice él, debe dejar de lado su “ego”.

Vanesa Espín, quien toca la lira en la banda, se siente feliz cuando toca. “Me libero con toda la música. Somos una familia”, expresa.

Dado que no tienen recursos para comprar instrumentos nuevos, ellos buscan materiales reciclables, como por ejemplo, tubos para hacer quenas y flautas, manifiesta Soria, quien también sostiene que a los estudiantes les hace falta refrigerios.

El 2011, la alcaldía de Quito y los ministerios de Educación, Cultura y Patrimonio firmaron un convenio para cambiar la concepción de Bandas de Guerra colegial por Bandas de Paz. Con esta decisión se buscó culminar los enfrentamientos entre instituciones educativas y aportar en técnicas coreográficas y musicales. El proyecto sigue.