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Mujeres superan la violencia con libertad económica

Dayana Galán, de 25 años, sufrió agresión de su expareja. Hoy trabaja en servicios exequiales del IESS.
Dayana Galán, de 25 años, sufrió agresión de su expareja. Hoy trabaja en servicios exequiales del IESS.
Fotos: Karly Torres / ET
14 de septiembre de 2019 - 00:00 - Redacción Sociedad

Hace un año Dayana Galán, de 25, se salvó de morir asfixiada. Su expareja trató de asesinarla.

Él colocó sus pies en el pecho de ella y lentamente se  le terminaba el aire. Casi milagrosamente la mujer se zafó y utilizó la fuerza para defenderse.

La situación no fue aislada, ya que los maltratos empezaron desde que estaba embarazada hace cuatro años. “Me gritaba que estaba gorda y que era una inútil”.

Ella no lo abandonó inmediatamente, porque creyó que el agresor cambiaría y porque también dependía económicamente de él. “No permitía que administrara el dinero del hogar”.

Dayana está viva hoy, cría sola a su hijo, de 3 años, y consiguió un trabajo de atención al cliente en Exequiales IESS.

Ella, quien estuvo al borde de la muerte, hoy asesora sobre servicios funerarios a los afiliados del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS).

Tras la separación buscó ayuda en la Fundación Apoyo a las Madres Solteras en Acción  (Amse), donde recuperó la confianza y decisión.

Allí tuvo un contacto para hallar su empleo y tener la independencia económica para no sufrir más violencia de género. 

Antes tenía una triste mirada, pero ahora sonríe mientras explica a los futuros clientes: “No les voy a vender nada, ¿sabía que usted cuenta con un fondo para usar los servicios exequiales?”.

Susana superó el miedo
El 1 de enero de 2018 Susana Klinger, de 36 años, fue golpeada por el padre de sus cuatro hijos y proveedor del hogar. Pese a que vivió 13 años de insultos por parte de su cónyuge (era guía penitenciario), ese día le puso final a su infelicidad. Llamó a un patrullero para que lo detuvieran y después lo demandó.

Ella, por temor a represalias, volvió a Esmeraldas. Sin embargo, superó sus miedos y regresó a Guayaquil e hizo algo que tampoco se había atrevido: buscar un empleo y ganar su propio dinero.

Susana se gana la vida con la preparación y venta de bollos de pescado. Y este mes fue contratada por una tienda para que expenda productos naturales para tratar el estrés, la psoriasis, hipertensión y bajar de peso.

¿La clave? “Creer en mí. No tenemos por qué depender de nadie”.

Ella y Dayana reciben ayuda psicológica y capacitaciones en la Fundación Apoyo a las  Madres Solteras en Acción. La entidad trabaja con 500 jefas de hogar.

En el sitio les explican que ellas lograrán independencia económica si salen del círculo violento. En el centro se capacitan emocionalmente y emprenden para tener un sustento económico.

Dayana, desde las 16:00, tiene un stand con flores en la Plaza Guayarte (Guayaquil). Allí, junto a 40 expositoras, atiende a las personas que se acercan y les entrega volantes sobre los servicios exequiales.

En cambio, Susana llama a los visitantes y los hace subir a una balanza digital para medir su masa corporal y su peso actual.

Dayana está allí hasta las 22:00 y retornará al siguiente día, pues la muestra de las prestaciones continuará hoy y mañana en el mismo horario.

Luego vuelve a su casa para cuidar a su hijo.

La meta es reunir dinero para abrir otro negocio. “Una cevichería”. (I) 

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