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La moda indígena le pone color a los negocios de Suscal

Elsa Castro cose en su local ubicado en el centro de Suscal.  Ella vende ropa típica y otros  diseños en este cantón.
Elsa Castro cose en su local ubicado en el centro de Suscal. Ella vende ropa típica y otros diseños en este cantón.
Foto: Miguel Arévalo / El Tiempo
01 de junio de 2018 - 00:00 - Redacción El Tiempo

La moda indígena embellece los locales del centro de Suscal. Las costureras crean las prendas tradicionales y otras más estilizadas que luego exhiben en los percheros.

Ellas decidieron dejar de ser amas de casa, exclusivamente, para emprender en la confección de polleras, blusas floridas, fajas y otras piezas más que lucen a diario las mujeres de este cantón de la provincia del Cañar.

En la calle Manuel Martínez, diagonal al parque central, está la tienda de Elsa Castro. Aunque el local no tiene un nombre visible, las chicas entran y salen, mientras ella le da forma a una blusa en su máquina de coser.

Mira atenta a cada persona que entra en el negocio al tiempo que mueve sus dedos con destreza y se asegura de que las costuras queden perfectas.

Alegre cuenta que vende todo lo que crea, pero las señoras de Suscal suelen comprar las típicas polleras de gamuza. “Ahora las prefieren con bordados grandes en la parte de abajo”, detalla la costurera. 

Al tiempo que comenta que las jóvenes prefieren un estilo más estilizado de polleras, parecidas a los típicos anacos que utilizan las otavaleñas, pero con pliegues cortos.

Ambos estilos caracterizan a la mujer cañari o mestiza de este territorio.

Las fajas que están exhibidas en la tienda de Castro miden unos 10 centímetros de ancho y son muy solicitadas por las jóvenes para lucir sobre las polleras largas y ajustar más la cintura, estilizando la figura.

Varias opciones
En otra tienda, que funciona en el centro de Suscal, trabaja María Zhagui, quien hace cuatro años estableció su local de costura como una forma de aumentar sus ingresos.

Ella se dedica a hacer blusas con finas telas. “Yo misma creo los bordados en la computadora, luego se lo agrego a la blusa”.

Tiene variedad de colores, aunque la que más se llevan es la de tela blanca. En cuanto al calzado, las sandalias de charol siguen siendo la primera opción cuando se trata de asistir a alguna fiesta importante.

Las mayores también buscan de cuero negro o marrón para salir a diario. Los precios dependen del presupuesto.

Una pollera está entre $ 250 y $ 300, mientras que las más largas son más económicas, de $ 20 a $ 30. Las blusas oscilan en ese precio.

La moda andina sigue latente con su identidad y particular estética.

Las faldas tradicionales
Hay dos tipos de pollera: el bolsicón y la bordada. El primero se usa más que todo durante las faenas en el campo o para estar en casa, mientras que la pollera bordada es para ir a eventos especiales.

La investigadora experta en artesanías y exdirectora del Centro Interamericano de Artes Populares (CIDAP), María Leonor Aguilar, señala que la pollera originalmente fue de lana y se utilizaba sobre un camisón de lienzo.

Sus colores característicos eran el onza de oro o mostaza y rosa clavel y presentaban un toque de bordado en el borde de la pollera que era denominado guarda.

Esta prenda con guarda era generalmente el traje de domingo a domingo como el vestuario “común” que usaban las mujeres, ya que para fechas festivas, para ir a misa o si pertenecían a un nivel socioeconómico alto, utilizaban sobre esta el bolsicón. 

“Es importante recalcar que el ancho de la guarda también diferenciaba el estatus económico y social de la mujer que la usaba”, destaca Aguilar.

El bolsicón se utilizaba sobre la pollera y se lo doblaba para mostrar el bordado. (I) 

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