38 misioneros estarán un año fuera de casa haciendo labor comunitaria

“Todas las personas sin importar credo estamos llamadas al servicio”. Con esta convicción Samantha San Martín, de 17 años, se unió al Proyecto del Voluntariado Juvenil Misionero Familia Salesiana (VJMFS) que inició su labor en 1972 con dos jóvenes del Centro Juvenil de María Auxiliadora, en Cuenca.

Ella y otros 37 jóvenes de diferentes zonas de la Costa ecuatoriana fueron enviados a distintas partes del país, en calidad de misioneros, para  dar apoyo a las comunidades y obras salesianas, especialmente las que trabajan con niños de la calle.

Estará un año fuera de casa y no teme el hecho de que madrugara y llevara una vida similar a la de los religiosos.

“Mi mamá se emocionó cuando le conté y me apoyó al instante, no como mi papá que me dio trabajo hacerlo comprender que yo quería estar aquí, que quería ayudar y que sentía que hoy es el momento para hacerlo. Hoy que tengo las fuerzas, la voluntad y toda la predisposición”, dijo antes del acto religioso celebrado en la iglesia María Auxiliadora, de Guayaquil, en donde conocería a qué lugar será enviada.

“No nos han dicho a dónde nos van a enviar, pero el lugar para mí es lo de menos. Solo queremos sumar. Solo espero que no haga mucho frío”.

Desde 1982, año en que se tienen registros históricos, hasta 2017 se enviaron más de 2.200 jóvenes a cumplir esta misión en la Costa, Sierra y Amazonía.

En el último encuentro, realizado en agosto del año pasado, 56 jóvenes se movilizaron a nivel nacional y otros dos viajaron a Perú y Paraguay para ejecutar esta labor solidaria.

La función de los voluntarios es ayudar a los diferentes grupos prioritarios y aportar con sus capacidades físicas e intelectuales. La gestión contribuye, por ejemplo, con la educación de comunidades andinas y amazónicas; a la difusión de la palabra de Dios, como catequistas, o acompañando en el cuidado y formación de niños y jóvenes en situaciones de riesgo y vulnerabilidad en el Proyecto Salesiano Chicos de la Calle.

Una vocación
Andrés Tello, secretario técnico de las misiones, explicó que el voluntariado se inicia cuando los chicos “sienten”  vocación por el servicio. 

Luego son formados varios meses para que tengan la información necesaria de lo que es ser un voluntario misionero.

“Nosotros hacemos un acompañamiento integral de cada uno de nuestros jóvenes, incluso desde sus casas. No dejamos cabos sueltos, tratamos de que todos estén involucrados en su proceso de formación y que ellos se sientan seguros y respaldados”.

Parte de la formación de estos jóvenes es dialogar con los misioneros de otras campañas, líderes de los departamentos asociativos del país y los prevoluntarios.

“Tratamos de que ellos tengan toda la información posible de lo que significa ser un voluntario, incluso, que su capacitación y voluntad empieza en casa. Sabemos lo importante que es su formación integral para que se sientan respaldados todo el tiempo”.

Antes del viaje, los padres de los misioneros firmaron  convenios de compromiso con la institución, que son notariados. Además, los jóvenes que están bajo el cuidado de los salesianos reciben un seguro médico por un año.

Los chicos son repartidos entre 15 casas de diferentes partes del país. En esos lugares, se “entregarán por completo,  darán catequesis, vivirán como religiosos sin serlo y ayudarán a los más necesitados”.

En el año tendrán tres permisos para visitar a sus familias, el Día de la Madre, Navidad y la fecha en que darán sus exámenes para la Senescyt.

Tello fue misionero hace cinco años, después de graduarse en el Colegio Técnico Salesiano de Cuenca.

“Desde que conocí el proyecto quise ayudar. Hice el retiro en Ibarra y trabajé con los chicos de la calle en Quito. Hasta el momento ha sido la mejor experiencia”.

Aseguró que su labor, más allá de lo que pudo hacer por alguien más, fue enfrentarse con él mismo. “Trabajando en la obra salesiana me di cuenta de que yo debía cambiar y madurar en el aspecto espiritual y humano. No es fácil, pero al final vale la pena y ahora estoy aquí, poniendo mi granito de arena por los demás”. (I)

Religiosos presentaron documental Love en Roma
Misiones Salesianas estrenaron en Roma la cinta Love, dirigida por Raúl de la Fuente, que aborda la situación de prostitución que viven chicas menores de edad, entre nueve y 17 años, en las calles de Freetown, en Sierra Leona.

“Vivir rodeado de tanto dolor y de tanta injusticia no me deprime, sino todo lo contrario, me da más fuerza para luchar por la justicia y la dignidad de estas menores”, señaló Jorge Crisafulli, misionero salesiano y director de Don Bosco Fambul, la ONG salesiana que desarrolla ocho programas en favor de la infancia en riesgo en ese país, recoge la agencia de información católica en Italia.

El documental también ha sido estrenado en varias ciudades de Europa. “Son historias de dolor, tristeza y violencia, pero también de redención y que se tornan en optimismo y esperanza cuando las chicas descubren ese sueño por el que merece la pena luchar en la vida y alejarse de la prostitución”, destaca Crisafulli.

Esta orden salesiana ha retirado, por su gestión, de las calles a 150 chicas que se dedicaban a la prostitución o eran obligadas a hacerlo. Este grupo presenta cada año un trabajo audiovisual y expone una problemática de los países que tienen presencia de ilegalidades. En el año 2017 denunciaron el reclutamiento de niños en la guerrilla colombiana. (I)