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Michael Williamson Tobango, el otavaleño que no dejó su tradición

El estudiante otavaleño-estadounidense posa para una fotografía en su universidad, ubicada en Provo-Utah.
El estudiante otavaleño-estadounidense posa para una fotografía en su universidad, ubicada en Provo-Utah.
Fotos: cortesía
16 de septiembre de 2018 - 00:00 - Redacción Actualidad

Es hijo de madre otavaleña y padre estadounidense. Consiguió una beca para la Universidad de  Brigham Young (BYU) que no admite alumnos con cabello largo. Pero con él hubo una excepción por tratarse de su identidad. Este es el testimonio de su mamá.  

Mi nombre es Rina Cristina Tabango de Williamson, soy originaria de Otavalo- Ecuador. Trabajo como operadora de tours independiente, de Frosch International, en Las Vegas.

Organizo eventos y soy  sobreviviente del tiroteo de octubre 1 del 2017. Vivo desde hace 20 años en los Estados Unidos, por el momento, en Henderson, Nevada. Tengo cuatro hijos y Michael Rafael es el mayor de todos. Tiene 17 años, nació en Provo Utah. Allí está la Universidad de Brigham Young (BYU) que le dio una beca para estudiar Ingeniería Mecánica. Pero la BYU tiene un código de honor que obliga a los varones a mantener su cabello limpio, pulcro, corto, y no más abajo de las orejas.

Ese era un problema para mi hijo, que lleva una trenza como todos los otavaleños. Él también tiene cédula ecuatoriana. Para nosotros fue muy difícil asimilar ese código y no lo podíamos aceptar. Intentamos hablar con el rector y otros docentes, pero no lo logramos.

Por eso  hicimos una campaña en Facebook para que mi comunidad de Otavalo enviara cartas a la universidad, vía email.  Somos un pueblo unido cuando se trata de un asunto como este porque nos interesa luchar por nuestra cultura.

Las cartas llegaron de Europa, Japón, China, México, Canadá y otras ciudades de  Estados Unidos .

También llamé a la prensa local en español, Univisión, y al canal estadounidense ABC. Esa presión mediática y las innumerables cartas dieron resultado. La universidad aceptó que mi hijo llevara el cabello largo, en una trenza, para asistir a sus clases.

Mi hijo, Michael Rafael, está feliz, él aplicó a cuatro universidades y tres lo aceptaron.

Pero él prefirió la BYU porque respeta sus valores, principios culturales y religiosos.

Nosotros pertenecemos a la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días igual que el 90% de los habitantes de Provo Utah, la ciudad universitaria, que es muy tranquila y amigable.

En nuestra familia nunca tomamos alcohol, no fumamos y  no hablamos groserías. Nos divertimos con buena música, comida y amigos. Hemos participado en desfiles, a mí me encanta bailar y hacer coreografías. A mi esposo, James Michael, le fascina nuestra cultura y es más otavaleño que cualquiera. Cuando mis hijos eran pequeños, él los cargaba en una sábana a la espalda. 

Hemos compartido la educación de nuestros hijos, les inculcamos valores y principios.

También les enseñamos a amar las dos culturas y respetarlas. Cuando mi esposo iba a la capilla los domingos en Otavalo, se ponía poncho, sombrero, alpargatas, camisa blanca y pantalón blanco.

En ese ambiente crecieron  nuestros hijos, entre Ecuador y Estados Unidos. En 2009 EE.UU. atravesaba una crisis económica, mi esposo perdió trabajo en 8 compañías y estábamos a  punto de quedarnos sin nuestra casa en Utah. Entonces, decidimos volver a Ecuador a probar suerte.

Para los niños fue difícil adaptarse a un nuevo sistema de educación y al idioma. Aunque hablaban español conmigo no  era simple entender a su profesora. Una de mis hijas tuvo que tomar clases por la tarde para entender a su maestra. Michael Rafael cursó su cuarto año en la escuelita Ciudad de Otavalo y  se destacó en sus notas. Siempre le gustó estudiar, esa es su pasión.

Nuestra vida tampoco fue fácil en Otavalo, aunque la comida era económica y vivíamos en la casa de mi familia.  Para mi esposo fue complicado encontrar un trabajo fijo. Él tiene un título universitario en Construction Management y le ofrecieron un cargo en la universidad de Otavalo como profesor de inglés. Su sueldo  era de $ 500 mensuales. Teníamos 4 niños y eso no nos alcanzaba para alimentar y vestir a nuestra familia.

Regresamos a Estados Unidos a fines de 2010. Mi esposo consiguió un trabajo en Alaska y  eso separó a la familia. Los niños sufrían mucho por su ausencia y planeábamos ir a vivir en ese estado. Pero, por suerte, la compañía de mi esposo  abrió una sucursal en Las Vegas y todos nos fuimos allá.

Michael Rafael y sus tres hermanos aprendieron español, kichwa e inglés. En  el prekinder, mi hijo ya hablaba tres idiomas y contaba hasta un millón en kichwa. En la escuela perfeccionó el inglés y ahora lo habla muy bien.

Fue un niño feliz, pero enfrentó algunas dificultades por su trenza y cabello largo.  Cuando tenía que usar el baño en la escuela, le decían que estaba equivocado y que debía ir al de las niñas.

Tuvo problemas con bullyng en la escuela de Las Vegas.  Por ser un estudiante sobresaliente y entregar sus tareas a tiempo, le amenazaron  de muerte. Él  nunca más quiso volver a esas clases.  Ya le había registrado en una escuela charter Coral Academy of Science, que asigna los grados según el conocimiento de los estudiantes.

Justamente, cuando ocurrió ese problema con mi hijo, Michael Rafael, nos llamaron para ofrecernos un cupo para él en quinto grado.

Esa ha sido la mejor escuela por la que pasó, se enfocaba en la materias que a él le fascinan: Ciencias y Matemáticas y en las pruebas se ubicó como un alumno para octavo año.

En la secundaria, Michael Rafael era destacado, participó en un concurso de conocimiento general en Ciencias, Matemáticas, Geografía e Historia en el programa Giopardy Quiz. Quedó en segundo lugar.

En cada escuela hablé con sus profesores y el director para explicarles el significado del cabello largo en los niños y varones en mi cultura. Ellos se encargaban de educar a los demás. A Michael Rafael le gusta el ciclismo, nadar y ejercicios de resistencia. También participó en el equipo de natación  y de atletismo de su colegio Coronado Highschool, en Henderson  Nevada, en sus 3 últimos años. Se graduó temprano  con honores y en enero avanzó de junior a senior, prácticamente, un año entero por sus notas altas y habilidad de tomar dos cursos universitarios.

Tiene muy pocos y seleccionados amigos. En Utah no habían latinos y se llevaba con los anglosajones. En Las Vegas conoció la diversidad de países e hizo amistad con chicos de la India y de Medio Oriente.

Le inculcamos el amor por la lectura desde que estaba en mi vientre. Le gustan los documentales, sobre todo, del espacio y de la NASA.

Su música favorita es la instrumental, clásica y contemporánea: ABBA, Los Beattles y del Inti Raymi escucha el San Juanito. Le gusta zapatear. Durante esas fiestas viajamos a Ecuador.

Michael Rafael tiene el proyecto de Águila, que es el rango más alto en los boys scouts. Con eso hizo una donación de 39 camas para un hospital en Ghana y recolectó 150 paquetes de aseo para jóvenes de ese mismo país. También recogió ropa, juguetes y víveres para los damnificados del terremoto en Ecuador y los llevó a Pedernales y Portoviejo, en 2016. (I)   

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