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Su profesión es ingeniero mecánico pero se inclinó por la educación

Marco Cabrera siempre fue el primero en Matemática

Compañeros y estudiantes de Marco Cabrera (centro) no han dejado de congratularlo por el logro alcanzado.
Compañeros y estudiantes de Marco Cabrera (centro) no han dejado de congratularlo por el logro alcanzado.
Fernando Machado / El Telégrafo
05 de julio de 2016 - 00:00 - Redacción Sociedad

A Marco Cabrera Cárdenas no dejan de hacerle la misma pregunta: cómo tomó el anuncio de ser uno de los mejores puntuados a nivel nacional en Matemática. Su sonrisa y las felicitaciones que recibe, denotan la alegría que tiene, pero también la felicidad de sus alumnos y compañeros por haber hecho quedar bien al establecimiento al que pertenece.

A sus 36 años, cree que todo el esfuerzo ha sido reconocido. Aunque no pensó que esta satisfacción iba a llegar apenas 2 años después de haber iniciado sus labores en la Unidad Educativa Ignacio Escandón, un establecimiento situado al sur de Cuenca.

Ser declarado como el mejor puntuado le ha dado “fama” entre sus estudiantes, amigos y familiares. Cada uno por su lado lo han reconocido e incluso lo han invitado a reunirse y festejar este triunfo. Debido a sus obligaciones, Marco no vio ni escuchó la felicitación que recibieron los docentes con las mejores calificaciones de parte del presidente Rafael Correa, durante un enlace ciudadano. Una de sus compañeras de la escuela le comunicó, pero aún incrédulo llamó a uno de sus hermanos y este se lo confirmó. “Me sentí feliz, imagínese ser el primero entre los demás profesores”. Un grupo de alumnos lo felicita mientras recuerda ese momento y le piden que siga siendo “buena gente”.

Cabrera es ingeniero mecánico de profesión, pero siempre tuvo inclinación por la educación y más aún por las matemáticas. “Mi madre es una de las responsables para que yo me haya dedicado de lleno a este campo”.

En la escuela Agustín Cuesta Vintimilla, situada en el sector de Narancay Bajo, donde estudió la primaria, siempre fue el primero. Sus compañeros muchas veces le pedían que les ayudara y no faltó el momento de solucionar las complejas ecuaciones para sus amigos.

Como un “profe chévere”, lo califican sus estudiantes, mientras se alistan a ingresar a sus labores diarias. Jenny, una de sus alumnas, considera muy merecido el triunfo: Es un “excelente maestro”. Mientras Eddy Jácome, otro de sus alumnos, señala que una de sus virtudes es apoyar siempre a los chicos y en especial a quienes no tienen buenas notas. “Siempre nos está incentivando, hablando que debemos estudiar y ser buenos profesionales en el futuro, pero también nos dice que la Matemática no es para nada difícil”.

En la escuela donde actualmente trabaja cumple también las funciones de inspector. Mientras camina por el patio, un estudiantado que ya está enterado de la noticia, lo felicita y le solicita que siga con el mismo entusiasmo para enseñar. “Bravo profe”, “chévere Marquito”, le gritan con cariño y respeto. Sus compañeros del establecimiento sonríen de lejos y ven cómo Marco se ha convertido en una figura pública, desde el anuncio hecho por el Presidente de la República.

Para el mejor puntuado, “no sirve de nada saber o tener todos esos conocimientos, si no se puede ayudar a los demás”. Este pensamiento del catedrático es compartido por el rector del establecimiento, Gustavo Auquilla, quien destaca el trabajo de Cabrera. Recuerda que hace dos años el galardonado llegó a la institución, tras ganar “con sobra de merecimientos un concurso”. Cabrera labora en la escuela Ignacio Escandón, luego de haber trabajado para el colegio Guillermo Mensi, donde le quedan buenos y gratos recuerdos.

A más de sus profesores ya fallecidos como: Jorge Cedillo y Hernán Castillo, quienes le enseñaron en la escuela, lo motivaron y siempre guiaron, insiste que su mejor maestra es su madre Rosa Cárdenas. “Ella me demostró que a pesar de no tener tantos estudios, nada era imposible para superarse”. Al mismo tiempo su esposa y sus dos pequeños hijos se han convertido en su inspiración. “Ellos son parte de mi éxito”. Y es que en más de una ocasión ha debido quedarse hasta altas horas de la madrugada preparando sus clases o haciendo tareas. “Mis hijos son los más felices, saltan de alegría cuando los demás hablan de mí”.

Pero Cabrera no cree que ha cumplido su meta. Al contrario, señala que existe un objetivo que es enseñar todos los días a sus estudiantes. “Quiero que ellos vean en mí no solo un profesor, sino una ayuda para resolver todos los problemas, no solo de Matemática, sino de cualquier situación que se presente”, indica, mientras en una correcta formación acude con sus dirigidos a las aulas en sus últimos días de clases. En el régimen Sierra están por entrar en vacaciones. (I)

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