Maestros creativos desploman la clase magistral

En la educación existen cinco modelos pedagógicos para construir una clase: tradicional, romántico, conductista, cognitivo-constructivista y social.

Ahora bien, en las universidades de Guayaquil, ¿cómo se agrega dinamismo a la materia abordada desde la creatividad en vez de seguir la lógica tradicional de la estricta formalidad de una clase magistral?

Con un estilo provocante, Mario Moncayo, docente de Diseño Digital 1 en la UEES, aplica el modelo social para magnetizar a sus estudiantes. Relata que organizó una exposición en donde se trabajó con un cliente real de una pizzería (Adicta), quien opinó sobre el trabajo de sus pendientes aprendices.

Moncayo, quien bromea y empatiza con su grupo a cargo, narra que en ocasiones sorprende con concursos, lo traslada a agencias de publicidad.

“Salimos del aula, vamos a otro lugar, compro una pizza, hablamos del tema, analizamos el caso, elaboro equipos de comentario”, lo cual embruja a la estudiante Katherine Suárez, de 21 años, quien estima que “la creatividad es algo que se va practicando y mientras más lo practicas, más fácil te viene”.

Para el alumno Sebastián Acosta, de 19 años, “lo innvovador de Mario es que él es bastante abierto, le gusta mucho que busquemos tendencias. Nos hace googlear muchas cosas de los que vamos a trabajar”.

Muy ahora el rol de profesor demanda ser más guía, orientador, líder e innovador. Sin prejuicios, el educador de la carrera de Psicología en la UCSG, Efrén Chiquito, testimonia que a la generación anterior de docentes se les dificulta un poco comprender, aceptar y aplicar una nueva gestión áulica.

Chiquito, que también es máster en Gerencia y Liderazgo Educacional, detalla que en cierta ocasión un grupo resolvió el desafío de hallar un balance creando un objeto, en el cual cuatro personas manipulaban los bordes de un tablero induciendo el movimiento de una bolilla a través de una ruta laberíntica.

Los estudiantes tienen una capacidad infinita de creatividad, pues solo hay que generar el espacio y la confianza para que lo puedan hacer, según garantiza el catedrático creativo, de 36 años.

Armar una dinámica creando un hashtag con la materia es la firma de Javier Castillo, decano de la Facultad de Comunicación de la UEES.

Propone consignas que empujan a investigar y comentar en Twitter, pues asegura que el dispositivo en vez de ser un distractor, se convierte en un aliado para la clase.

Ya. Pero el celular es fungible, no del todo accesible, distractor y pasible a caídas de red, arremete en críticas Carlos Prado, quien diserta Derecho Laboral en la Universidad de Guayaquil.

Ojalá que el uso de la tecnología “no sea motivo de argumentos falsos que, en realidad, no nos llevan a ninguna parte”, nos advierte Prado, de 75 años, quien aplica el modelo tradicional.

Castillo lamenta que “todavía hay ese concepto muy arraigado de que el profesor da una clase magistral y ustedes tomen nota”. Por el contrario, de manera urgente recomienda salir del aula con el grupo a observar la realidad de los temas.

Crucial. La creatividad es crucial para la educación, entiende la licenciada en Educación de Párvulos en la UCSG, Bernarda Franco.

Ella recrea contenidos, debates, discusiones en clase o estilos de juegos para construir el aprendizaje, como adivinar la respuesta sobre un tema para que el estudiantado sienta que está compartiendo.

Franco reprueba la docencia que tiende a ser muy limitante en ejemplificar patrones. Por ejemplo, historiar un cuento sobre un ratón mostrando uno para que lo dibujen. “Desde allí empezamos a ser un país que copia muchísimo y que no fomenta la creatividad”, protesta.

Finalmente, aconseja que si se fomentara más la creatividad desde la niñez, luego sería mucho más fácil tener adultos creativos. (I)