Madrid comienza la fiesta más grande del orgullo LGBT
Madrid es desde ayer el escaparate de las reivindicaciones de gays, lesbianas y transexuales a escala planetaria. La celebración de la quinta edición del World Pride, la multitudinaria fiesta bianual fundada hace 17 años en Roma para derribar los prejuicios morales que persiguen a la homosexualidad, convocará a 2 millones de personas de todos los rincones del mundo, durante los 10 días que durará el evento.
La bandera carmesí de Madrid ya ha sido arriada y su lugar es ocupado por un estandarte de 70 metros cuadrados con los colores del arcoíris, símbolo del orgullo gay y lésbico desde hace cuatro décadas.
En las calles se han organizado festejos, con música, olimpiadas deportivas, exposiciones, conferencias y desfiles conmemorativos para saciar la curiosidad y morbo que, pese al mercantilismo que acompaña al evento, no cejan. La mayoría colabora. Desde el Museo del Prado hasta el centro cultural más insignificante de la ciudad y el ayuntamiento dirigido por Podemos y el Gobierno conservador del país.
En la pinacoteca española se ha dispuesto por primera vez una muestra dedicada al deseo y el amor homosexual en la historia del arte, inagotable fuente de inspiración, pero también de transgresión a través de los tiempos. Así lo revelan las representaciones que podrán contemplarse. Una de ellas muestra Antinoo, amante del emperador Adriano, o las tres escenas de la historia de Nastagio delhi Onesti, de Sandro Botticelli; el David con la cabeza de Goliat, de Caravaggio, entre otras.
La celebración en Madrid es el pequeño premio de los organizadores a la precocidad española a la hora de visualizar unos derechos que en otras sociedades siguen siendo inadmisibles y socialmente peligrosos. Este 2017 se cumplen 40 años de la primera manifestación del orgullo LGBT en Europa y la ciudad elegida entonces fue Barcelona. A partir de ese momento, España ha cambiado a tal velocidad que pasiones que antes eran inverosímiles mostrarlas en público, hoy forman parte de un paisaje cotidiano del país.
El World Pride ha habilitado 30 escenarios en Madrid. Por ellos desfilarán personajes conocidos del cine, prensa rosa, arte, la intelectualidad aguda y el exhibicionismo moral descarnado. Cineastas que nunca han ocultado sus inclinaciones como el oscarizado Alejandro Amenabar, cantantes como Marta Sánchez y escritores que no solo hablarán de sus novelas sino de autores perseguidos del siglo XIX y el XX como Óscar Wilde o André Gide.
Y de fondo, la monumental manifestación de hoy, que espera concentrar a 2 millones de personas dispuestas a transformar los paseos del Prado y de Recoletos, los cuatro kilómetros que separan Atocha de la Plaza de Colón. Lógicamente, dejando de lado las correspondencias expuestas por un sector ultraconservador entre este festejo y el pecado del hombre, han surgido voces del colectivo LGBT criticando eventos masivos como el de Madrid.
La Plataforma Orgullo Crítico, una empresa multinacional, no participará. Anuncia que disfrazará “de rosa la mercantilización de la diversidad sexual que exalta este evento porque elimina el carácter reivindicativo del orgullo homosexual”.
Para esta organización “el modelo que traen es el que las grandes empresas han convertido en su nicho. Marcas como Coca Cola o Mc Donald’s sacan productos con la bandera arcoíris para lavar su imagen”, indican en un comunicado difundido en un barrio paradigmático para el mundo gay como es Chueca.
Frente a este modelo, reivindican una vuelta a los orígenes, de la década del 80. “Una fiesta a favor de un orgullo inclusivo, no mercantilizado”. Pero Madrid es un escenario envuelto en la bandera arcoíris. Cuando concluya el 2 de julio será en Nueva York en 2019. (I)
