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Fue nexo esencial entre etnias y colonizadores

Luz Santi, guardiana del Puyo y de la lengua kichwa

Oriunda de San Jacinto, comuna ubicada a 40 minutos de la capital pastacense, Luz siempre lleva su atuendo, pintura facial y joyas originales de la etnia Kichwa.
Oriunda de San Jacinto, comuna ubicada a 40 minutos de la capital pastacense, Luz siempre lleva su atuendo, pintura facial y joyas originales de la etnia Kichwa.
Roberto Chávez / El Telégrafo
10 de marzo de 2016 - 00:00 - Carlos Novoa

Los textos que recogen las hazañas y hechos históricos más importantes del Ecuador están llenos de nombres, en su mayoría masculinos. Por ejemplo, se cuentan las memorables proezas de Simón Bolívar, Eugenio Espejo, Eloy Alfaro, Juan Montalvo, Jorge Carrera Andrade, Juan Benigno Vela, Abdón Calderón, Luis A. Martínez, ente otros. En los libros se destacan pocas figuras femeninas como Manuela, Sáenz, Ana de Peralta, Manuela de Santa Cruz y Espejo, Marieta de Veintimilla o Mariana de Jesús.

También hay varios nombres de ilustres ciudadanos que pasan desapercibidos en la historia nacional pese a su gran aporte en la edificación de una sociedad justa, democrática y soberana. Es el caso de Luz Clara Santi Simbaña, adulta mayor nacida en Puyo, capital de la provincia de Pastaza, conocida como la fundadora de esta ciudad. Pese a que en su cédula de identidad consta como nacida en 1930, su verdadera edad es 99 años. A punto de cumplir su aniversario cien, EL TELÉGRAFO rinde homenaje a esta mujer, por su aporte con la historia, cultura e ideología de la Amazonía.

Nombre kichwa

La palabra ‘Puyu’, cuyo origen es Kichwa y en castellano hace referencia a la acumulación de nubes y a la neblina, dio nombre a la urbe. Los indígenas Pindoyaku, habitantes ancestrales del lugar y de otras tribus cercanas, denominaron así al sector debido al descenso matutino de niebla y a la presencia permanente de nubes. En mayo de 1861, en plena etapa republicana del Ecuador, la Convención Nacional ya reconocía a Pastaza como parte de la provincia del Oriente, e incluía a Napo y Canelos. Más adelante, en 1899, colonos mestizos de provincias de la Sierra, y nativos fundaron el Puyo.

Así lo da a conocer ‘mamita Simbaña’, como la llaman sus allegados, pese a que una fuerte afección pulmonar la mantiene bajo observación hace una semana en el Hospital de Puyo. “Pastaza se convirtió en provincia en el siglo XIX, sin embargo la distribución de la ciudad empezó 30 años más tarde. Mi padre, Virgilio Santi, oriundo de la comunidad San Jacinto del Pindo, inició la organización de las diferentes tribus que aquí conviven para la delimitación de los territorios”, señala Luz.

Transformación de la urbe

Con una flor en la mano, sonriente y rodeada de sus 3 hijas mayores, la anciana narra con total lucidez la evolución de la ciudad: “Hace 86 años, lo que hoy es el centro de Puyo aún era parte de la selva húmeda. Allí era frecuente ver monos, loros e incluso serpientes, especies que fueron alejándose con la llegada de automotores, industrias y foráneos”.

En 1932, cuando Luz tenía 16 años, acompañó a sus padres a una convención de etnias, en la que se acordó proteger la naturaleza. “Allí se resolvió la participación indígena en la construcción de la urbe y vigilancia del uso responsable de los recursos naturales, de acuerdo a nuestra cosmovisión”, explica Luisa Chango Santi, hija de ‘mamita Simbaña’.

Dos años antes del reconocimiento de Pastaza como provincia, Puyo era parte de Tungurahua. Por tal razón, la mayor parte de los colonizadores era de esa localidad. Pillareños, ambateños, pelileños y otros llegaron a Pastaza con el fin de adquirir tierras y sembrar yuca, plátano, caña, pimiento y otros productos de clima tropical. Así las familias Montalvo, Escobar y Sánchez llegaron y mantienen hasta hoy estos cultivos, y ganado. Tras la muerte de sus padres, Luz contrajo matrimonio pero no detuvo su liderazgo.

“Mi padre, de apellido Chango y original de Arajuno, apoyó siempre a mi madre. Ellos continuaron con la apertura de calles y organización territorial, a pesar de que tuvo que criar a 16 hijos”, asegura Aída Chango, hija mayor de Luz. Por más de 30 años, añade, sus padres fueron jefes de las cuadrillas que abrieron las carreteras de Puyo y Mera, para lo cual se recogió el material pétreo desde el río Pindo.

Severo Vargas y Camilo Santi, entre otros personajes, también participaron en la edificación de la catedral, edificios de entidades públicas, principales calles, parques y plazas de la capital de Pastaza. Luz Santi tiene raíces Shuar, Achuar y Kichwa, mezcla sanguínea a la cual atribuye la bravura y templanza de su carácter. “Estas etnias respetan sobre manera la Pacha Mama, por lo que mi abuela defiende hasta hoy nuestros recursos naturales”, afirma Pedro Tapuy, nieto de Luz. (F)

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