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El proyecto obtuvo un reconocimiento de la prefectura del guayas

Los paseos en ‘bici’ unen más a Ignacio y David (GALERÍA)

La última competencia en la que Ignacio Muñoz y David, de 13 años, participaron fue la organizada por la Cruz Roja en Guayaquil. Padre e hijo se ubicaron entre los 10 primeros lugares. Foto: Pilar Vera |  El Telégrafo.
La última competencia en la que Ignacio Muñoz y David, de 13 años, participaron fue la organizada por la Cruz Roja en Guayaquil. Padre e hijo se ubicaron entre los 10 primeros lugares. Foto: Pilar Vera | El Telégrafo.
06 de junio de 2014 - 00:00 - Redacción Sociedad

David está listo para dar un nuevo paseo. Sonríe, estira sus pequeños brazos y hasta grita cuando empiezan a arreglar las correas de su silla de ruedas, que mediante un adaptador se sujeta a la bicicleta de su padre Ignacio Muñoz.

Se trata de la bicicleta inclusiva, la primera en el país, y construida con el ingenio de Ignacio. Este guayaquileño, de 41 años, confeccionó un adaptador de fierro, que soporta el peso de la silla de ruedas y que es fácil de armar en pocos minutos. El costo bordea los $ 300.

La idea de Ignacio surgió hace 3 años luego de que su hijo mayor Kevin (19 años), quien nació con parálisis cerebral infantil le dijo que quería salir a dar un paseo. El joven falleció el año pasado. Ignacio relata que tras percatarse de que tenía en su casa una bicicleta sin usar y a punto de oxidarse empezó a trabajar en el prototipo del adaptador, para lo que necesitó tornillos, pernos y una caja de metal.

Hoy la ‘bici inclusiva’ lleva el nombre de KEDA 01 (en honor a sus hijos Kevin y David). Junto con la invención también surgió un interés por el ciclismo como forma de distracción para sus hijos. Con el invento ha recorrido más de 10.000 kilómetros entre carreras -ha participado en más de 30 competencias de ciclismo - y varios paseos. El más reciente lo realizó durante la apertura del puente hacia la isla Santay (martes 3 de junio), en el que saludó al presidente Rafael Correa, y volvió a llamar la atención de los presentes que lo observaban pedalear acompañado de David.

Algo similar ocurrió más de 2 años y medio cuando participó con su hijo Kevin en la carrera 10K de Quito. Esto le permitió captar el interés de la Secretaría Técnica de Discapacidades, que le compró 20 unidades de KEDA 01. Estos equipos son utilizados en los ciclopaseos del Municipio de Quito.

“Para mí esta fue una de las carreras más emocionantes que vivimos con mi familia, porque viajar a Quito se me hizo difícil, no tenía el financiamiento pero todo salió bien, pudimos conocer a los jugadores de la Liga, de la que mi Kevin era hincha y quedar en tercer lugar en la competencia”, rememora el comerciante que combina su trabajo con la elaboración de más adaptadores.

El invento de Ignacio obtuvo un reconocimiento de la Prefectura del Guayas, que tiene colgado en una de las paredes de su hogar.

Una ‘biciterapia’

Cada recorrido que David hace con Ignacio, la más reciente fue una competencia de la Cruz Roja, se convierte en una terapia tanto física como espiritual para ambos.

Ignacio recuerda que al inicio, la cabeza de su hijo David, de 13 años, se mantenía cabizbaja y su mirada era apagada “ahora sonríe, transmite esa emoción solo al ver la bici. Siempre está listo para un nuevo paseo”.

Asegura que los recorridos en bicicleta se combinan con el Centro Integral de Equinoterapia de la Prefectura del Guayas, al que asiste David desde hace 3 años.

Para Ignacio, quien lleva 20 años casado con Ivonne, su compañera de locuras “los paseos en bici nos integran, en lugar de estar encerrados esto ha sido la fórmula para estar más unidos y mejorar la condición de salud de mi hijo”.

En opinión de Ignacio, la bicicleta inclusiva es una opción no solo para niños, sino también para adultos mayores o jóvenes con discapacidad. “Lo único que se pierde es peso”, bromea Ignacio en referencia al esfuerzo físico que hace al pedalear.

“Además de darles un nuevo respiro a quienes tienen discapacidad, también permite contrarrestar el sedentarismo”, agrega.

Pero Ignacio sueña con más y aspira a que los ciclistas voluntarios, para personas con discapacidad, sean quienes están en rehabilitación por el consumo de drogas, “que ellos sientan que a pesar de los errores cometidos pueden servir a alguien que los necesita”.

Por lo pronto indica que continuará confeccionando nuevos adaptadores desde su casa, hoy convertida en un taller, y a la espera de que alguna empresa privada apueste por su invento.

Mientras eso ocurre, junto con David y su esposa empiezan a prepararse para un otro paseo por la Santay, el nuevo espacio que se sumará a los cientos de recorridos que ha emprendido esta familia.

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