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Pese a que algunos han permanecido más de 12 años en la urbe, no olvidan las costumbres que tenían

Los guayaquileños que residen en Quito también festejan a su ciudad

En Los Auténticos Sánduches Guayacos, varios guayaquileños se reunieron para festejar a su ciudad. Foto: Miguel Jiménez /El Telégrafo
En Los Auténticos Sánduches Guayacos, varios guayaquileños se reunieron para festejar a su ciudad. Foto: Miguel Jiménez /El Telégrafo
10 de octubre de 2015 - 00:00 - Redacción Sociedad

Aunque desde hace 12 años vive en Quito su acento no ha cambiado. “Ñaño, ¿a dónde le sirvo?”, le dice a cada cliente que se sube a su taxi. Es Antonio Mestanza, contador de profesión, pero que desde su llegada a la capital se dedica a prestar servicios de movilización.

Ayer, el guayaquileño de 43 años circulaba en su taxi por el norte de la urbe. Su jornada inició a las 07:00 y planificó trabajar hasta las 16:00, porque a las 17:00 su familia (esposa, también guayaquileña, y sus 3 hijos, 2 nacidos en Quito) se reunirían en su casa para disfrutar de bolones de verde con café y así festejar la independencia de su ciudad natal.

Mestanza afirmó que aunque ya no vive en la urbe que nació, cada año celebra junto a sus allegados y amigos las fiestas octubrinas.

Recordó que cuando era niño, los vecinos de su barrio (La Bahía), ubicado en el centro del Puerto Principal, se reunían para festejar a la urbe con juegos tradicionales, música y baile.

“Mis padres eran comerciantes y, entre camisetas, zapatos y gorras, celebrábamos comiendo caldo de salchicha, un plato que los quiteños conocen como caldo de manguera”.

Mientras detuvo su taxi para que un cliente se suba en la intersección de las avenidas Juan León Mera y Roca, en el norte de la capital, en esa esquina, la familia Amador disfrutaba de emparedados en Los Auténticos Sánduches Guayacos, que son tradicionales de Guayaquil, pero que también se comercializan en la capital.

La sencillez del local contrasta con los ricos matices que ofrece el bocado. El truco está en el caldo. “Ese jugo es el líquido que saca la pierna al meterla en el horno, lleva otros ingredientes, pero son absolutamente secretos”, explicó Estalin Macías, el encargado de preparar estos bocados.

El cocinero indicó que hasta ese lugar llegan turistas extranjeros, quiteños y, por supuesto, sus principales clientes son los guayaquileños que radican en Quito.

Uno de ellos es César Amador, quien es asesor comercial y  reside hace 5 años por motivos laborales.

Mestanza reconoció que la mayor dificultad para su adaptación fue el clima. “Uno en su tierra está acostumbrado a andar ligero, aquí el frío te obliga a arroparte (abrigarte)”, indicó mientras entregaba un sánduche  a su esposa Julia Mendoza.

La mujer de 38 años señaló que lo que más extraña de su tierra es la comida y la dinámica de la ciudad. “En el ‘Manso’, la gente habla fuerte, está sobre la jugada, camina rápido no se cohíbe y la vida nocturna es más agitada que acá”, dijo.

En 2004, Johanna Falconí, investigadora de la Universidad Católica (PUCE), determinó que el 40,5% de los ecuatorianos reside en un lugar distinto al de su nacimiento.  

Según ese análisis, el 42% tomó la decisión por motivos familiares; el 31% por trabajo; el 8% por matrimonio; y el 7% por estudio; entre otros.

Geovani Cacierra también llegó a Quito para trabajar. Él vende pedazos de sandía en un pequeño coche de ruedas. Lo que más extraña son las celebraciones independentistas (pregones, desfiles y fiestas populares que se realizan en los barrios). Por ello, cada 2 años viaja hasta su tierra. “En estas fechas mi mamá cocina guatita y la acompañamos con chicha resbaladera, una bebida hecha en base de arroz”, contó. (I)

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