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El Telégrafo
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Entrevista / vanda pignato / secretaria de inclusión social de la presidencia de la república y presidenta del instituto salvadoreño de la mujer

“Los créditos parece que solo fueron hechos para hombres”

Foto: Carina Acosta / El Telégrafo
Foto: Carina Acosta / El Telégrafo
02 de junio de 2015 - 00:00 - Redacción Sociedad

Pese a vivir en El Salvador hace varios años, Vanda mira de vez en cuando a su asesora para constatar que la frase mencionada no sea una mezcla de español y portugués.             

Nació en Brasil y desde muy joven se identificó con la izquierda. Así formó las filas del Partido de los  Trabajadores donde conoció a Ignacio Lula da Silva, expresidente del país auriverde. En 2009 se convirtió en primera dama de El Salvador durante la presidencia de Mauricio Funes, representante del partido de centro izquierda Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional.

Se opuso a tener un papel ‘decorativo’, como ella lo llama, y decidió solicitar -por primera vez en la historia del país centroamericano- un puesto en el gabinete.Desde ahí potenció el proyecto Ciudad Mujer, una plataforma que le ha permitido insertar económicamente a más de 50 mil salvadoreñas y educarlas sobre sus derechos.                  

Vanda es carismática y descomplicada. Brinda la entrevista desde los graderíos del Centro de Convenciones Eugenio Espejo, al norte de Quito. Aprovecha cada minuto en que se interrumpe la entrevista para comentar alguna experiencia que haya marcado su trabajo. Por ejemplo, recuerda que en Ciudad Mujer una señora de 45 años, finalmente, pudo obtener su documento de identidad tras perder sus huellas digitales por moler masa para hacer tortillas cuando era niña. “Siempre le negaban el trámite, ahora ella tiene una nueva oportunidad”, dice enfática Vanda.

Como primera dama, usted revolucionó el rol de la mujer con el proyecto Ciudad Mujer. ¿En qué consiste y por qué tiene tanto éxito en El Salvador?

Yo llegué al Gobierno luchando contra el tradicional ‘primer damismo’ que existía. En El Salvador las primeras damas siempre tuvieron un papel muy decorativo, entonces yo quería aportar con mi experiencia política y mis ideas para mejorar la situación de las mujeres. Sobre todo porque en la campaña electoral visité todo el país y en ese periodo estuve embarazada por primera vez a los 45 años y sentía una gran conexión con ellas.

El proyecto Ciudad Mujer tiene en una misma infraestructura los servicios de 18 instituciones del Estado. Le apostamos a unir todo ello en una misma infraestructura grande, bonita, ordenada, estéticamente diferente de todo lo que ellas conocieran. Se ofrecen servicios especializados en 5 módulos: salud sexual y reproductiva; atención a mujeres por violencia de género; autonomía económica; cuidado infantil y educación colectiva (ver subnota). Con 18 instituciones trabajamos de forma integrada para  poder atender bien a las mujeres y resolver sus problemas y tener una vida mejor. Esto para mí es una gran revolución.

¿Cómo ha ido creciendo el proyecto? ¿Qué resultados tienen?

En 4 años desde la apertura de Ciudad Mujer, tenemos 6 sedes, ofrecemos más de 2 millones de servicios, graduamos cerca de 50 mil mujeres y estamos reescribiendo otra historia en El Salvador. Antes las mujeres eran invisibles, hoy por hoy se sienten empoderadas, saben que su voto vale mucho. Ahora saben que no se puede cambiar un voto por una canasta de alimentos. El proyecto está siendo replicado en Brasil, Trinidad y Tobago, República Dominicana. El presidente Peña Nieto también anunció que quiere Ciudad Mujer en México.

¿Hay apertura de las autoridades ecuatorianas a impulsar el proyecto localmente?

Hay apertura, aún no conozco a cabalidad la realidad ecuatoriana, pero la Ministra de Justicia y otras autoridades tienen interés de implementar el proyecto y muestran un gran compromiso. Me encantaría que se trabajara en Ecuador porque este sería el primer modelo de Ciudad Mujer con componente indígena.

¿Qué factores económicos, sociales y políticos influyeron en El Salvador para que las mujeres no sean visibilizadas? En Ecuador, por ejemplo, 6 de cada 10 mujeres sufren violencia y eso ha sido un condicionante para su limitación.

Yo no creo en cifras de violencia contra la mujer porque infelizmente aún no logramos que las mujeres sientan total confianza en las instituciones del Estado o del Gobierno. Por ello no denuncian, no hablan. En el Salvador el Poder Judicial ha sido cómplice de la violencia. En el país hay leyes maravillosas, pero los jueces no las implementan. Otro factor principal es la educación. Educamos a nuestros hijos de forma equivocada.

Desde pequeñas somos educadas para servir a los hombres, a los hermanos, a los papás y maridos. Hay que destacar que la familia a la que queremos reconstruir ya no existe más en Centroamérica. Hoy la migración, las guerras, la represión y la violencia han destruido a la familia. Las familias que ahora existen son madres solteras o mujeres que sus maridos migraron o abuelas que tienen que sostener una casa.

¿Qué retos tiene para la permanencia de Ciudad Mujer?

Mi sueño es crear una banca alternativa de crédito para que las mujeres invisibles, las más pobres accedan con criterio de prioridad a créditos. Las mujeres sin créditos no pueden crecer y los créditos parece que solo fueron hechos para los hombres. Las mujeres no tenemos acceso a ellos porque no tenemos bienes ni activos.

¿Las primeras damas de América Latina están en una vitrina?

Personalmente, yo rechazo el ‘primer damismo’ asistencialista que cree que dar a los pobres es entregar una dádiva u ocupar recursos del Estado  para favorecer su partido. No puedo juzgar a las mujeres que no tienen interés en la política, lo que no me gusta es que quienes estemos en ella seamos juzgadas. En estos 5 años he aprendido que no puedo juzgar, pero lo que tengo claro es que las mujeres tienen que estar en el poder, no solo en un gobierno. (I)

El Salvador tiene mujeres choferes y electricistas

En el proyecto Ciudad Mujer, de El Salvador, existen 5 módulos de atención y uno denominado invisible. El primero de ellos brinda atención en salud sexual y reproductiva. En un mismo pasillo hay servicios de odontología, ginecología, medicina general, nutrición, rayos X, citología, VIH,  pediatría y farmacia donde las medicinas son gratuitas. Adicionalmente hay un servicio de transporte para las mujeres embarazadas gracias a una cooperativa formada por mujeres que aprendieron mecánica automotriz y primeros auxilios.

El segundo módulo atiende a mujeres por violencia de género. Hay atención psicológica, servicios judiciales, medicina legal y capacitación en derechos.

El tercer servicio tiene que ver con autonomía económica. Ahí se encuentra el Instituto salvadoreño de formación profesional en panadería, cosmetología, mecánica automotriz, mantenimiento de aire acondicionado, jardinería. De este proyecto salió el primer grupo de mujeres electricistas del país, subiendo los postes y son de Ciudad Mujer.  También hay un módulo para el cuidado de niños de 0 a 8 años. A ellos se les enseña sus derechos. Finalmente, el invisible tiene que ver con educación colectiva y prevención. (I)

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