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Los casos de cáncer de mama superaron a los de cuello uterino

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Un estudio sobre la incidencia del cáncer hospitalario en Guayaquil, que recopila los diferentes tipos de la enfermedad (entre 2010 y 2015), revela que el de mama pasó a liderar las estadísticas.

La investigación de la Sociedad de Lucha Contra el Cáncer del Ecuador (Solca) cuantificó que en 2010 hubo 484 casos de cáncer de mama y 665 por cuello uterino; pero en 2015 se registraron 601 del primer tipo y 433 del segundo.

El doctor Luis Péndola, jefe de mastología de Solca, indica que la mortalidad por esta enfermedad en el país es de seis por cada 100.000 mujeres.

Sin embargo, en la actualidad hay más alternativas para tratar la afección, como quimioterapia, terapia molecular, radioterapia y cirugías con diferentes técnicas.

Péndola asegura que hay un aumento en la incidencia de este tipo de cáncer. En la actualidad, la padecen 28 de cada 100.000 mujeres; mientras que en 2006 la cifra era de 22 de cada 100.000. “Ahora vienen con cáncer de mama en estadio (etapa) inicial, antes llegaban en etapa avanzada y con metástasis”.

Una de las mujeres a la que le detectaron la dolencia en su etapa inicial es Gisella Raymond. La mujer, de 47 años, se enteró en 2009 tras una mamografía de control que había postergado en varias ocasiones.

Ella necesitó de quimioterapias, radioterapias y operaciones durante un año.

La oncóloga Rosario Bohórquez, del servicio de oncología del Hospital Teodoro Maldonado Carbo, de Guayaquil, explica que toda mujer, cuando es diagnosticada pasa por un estado de negación.  “Hay un mínimo que son optimistas y que tras superarlo ayudan a otras”.

La doctora en lo que va del año atendió más de 2.000. De ese grupo, 40% se curó. “Antes morían más, pero ahora se redujo la tendencia”.

La reconstrucción devuelve seguridad a mujeres

Las mujeres y los hombres después de pasar por una operación para extraer el tumor quedan marcados.

La oncóloga Viviana Paredes, de la Dirección Nacional de Estrategias de Prevención y Control del Ministerio de Salud Pública (MSP), señala que el tratamiento de la rehabilitación posterior al cáncer de mama es importante física y psicológicamente. “Hemos planteado dentro de la estrategia nacional contra el cáncer que este sea incluido como una parte integral del tratamiento”.

Sandra Chalén, especialista en este campo, explica que la reconstrucción es un procedimiento con el que las mujeres recobran el volumen, la forma de sus senos. “Una mujer mutilada que ha pasado por una mastectomía y no se reconstruye tiene baja autoestima, no tiene una vida sexual plena y se siente menos que cualquier otra mujer”. Sin embargo -añade- cuando se somete a esta cirugía acepta de mejor manera los tratamientos del oncólogo.

La situación de los hombres

La responsable de la Dirección Nacional de Estrategias de Prevención y  Control del MSP precisa que la incidencia en los hombres es menor a 1%.

En el Hospital Teodoro Maldonado, de los 4.380 casos de mama reportados este año solamente 32 son de hombres.

A Marcos Negrete, a quien hace cuatro años le diagnosticaron la patología, le extrajeron el tumor encapsulado en su pecho izquierdo.

Su hija Laura cuenta que a su papá, de 87 años, le empezó a salir sangre del pezón. “Pensábamos que era un lunar de carne, que se le había reventado, pero nos dijeron en el hospital que tenía cáncer”.

Según la oncóloga Bohórquez, la incidencia es más baja en los hombres por su fisiología: “Ellos no tienen tejido mamario, ni útero”.

Asimismo, reconoce que en ellos se detecta en etapa temprana y eso permite que sea alta la supervivencia”.  Ella recuerda  que tuvo un paciente que fue detectado hace 10 años y aún está en control. “A él se le hacen mamografías, placas de tórax y se lo mantiene controlado”.

La importancia de las pruebas

Hace tres años, Rocío Elvay descubrió  que tenía cáncer de mama. Un día cuando iba a abrazar a su hijo  recibió un golpe accidental en el pecho. Por el extraño dolor que sintió acudió al médico, quien le dio el insospechado diagnóstico. Desde entonces ella cataloga el incidente como “el golpe de amor” que le salvó la vida.

Rocío, de 38 años, recuerda que estaba en la etapa 2.  La mujer se sometió a una mastectomía radical (no tiene mama y en su lugar hay una cicatriz), 8 quimioterapias y 20 radioterapias, que la dejaron sin su frondosa cabellera zamba y cejas pronunciadas.

Pero en vez de deprimirse, tomó los cambios con humor.  La sobreviviente cuando se miraba al espejo se sentía extraña. “Me quedé impactada por mi nueva apariencia”. Pero decidió no usar pañolones, sino pelucas, que aún las conserva como un tesoro.

“Todos los días me decía que lo bueno de todo esto es que podía cambiar de look, por lo que me compré cuatro pelucas. A veces podía ser rubia, alisada y con cerquillo”.

En 2015 Rocío quedó libre de cáncer, pero cada tres meses se efectúa controles en una clínica.  Volvió a tener su cabello y su experiencia con el cáncer la hizo plantearse nuevas metas. Una de ellas fue estudiar psicología y retomó la danza. “Cuando voy al hospital trato de darles mucho ánimo a mujeres que pasan por lo mismo. Les cuento todo lo que pasé y cómo superé el cáncer”.

Una tendencia

En Europa una práctica que cada vez tiene más aceptación es la realización de tatuajes para cubrir las cicatrices de las operaciones.

También en Ecuador hay personas que ayudan a las mujeres a verse mejor. Hace tres años Eduardo Olivares se convirtió en el tatuador de aréolas. Él, quien trabaja en Manta, ha atendido a 400 féminas que se sometieron a este procedimiento estético.

Su hermana Ángela, quien vivió de cerca la enfermedad y falleció, fue la primera a la que asistió.  “Aquí, en mi taller, he visto cómo después de terminar el trabajo artístico se miran al espejo y no dejan de llorar. Me dicen que volvieron a estar completas”. (I)

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