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“tuve largas noches de estudios en las que me amanecía”

Leysly Contreras sube la vara: va por la universidad

Leysly Contreras recibió ayer una nueva vivienda en la urbanización Ciudad Santiago.
Leysly Contreras recibió ayer una nueva vivienda en la urbanización Ciudad Santiago.
José Morán / El Telégrafo
13 de julio de 2016 - 00:00 - Redacción Sociedad

Son las 12:30 y Leysly Contreras, de 24 años, llega corriendo a su casa. Va y viene apresurada todo el tiempo. Tiene una vida agitada. Se levanta a las 06:00 para arreglar a su hija, de 4 años, que va a la escuela, y luego asiste a un centro educativo para seguir el curso de nivelación del Examen Nacional de Educación Superior (ENES). Ella quiere ir a la universidad para estudiar comercio exterior.

En la parte baja de sus ojos se dibujan unas pequeñas ojeras y algunos de sus cabellos están alborotados. Pero a diferencia de otros jóvenes, ella ha superado una serie de adversidades. “Mi meta es estudiar Ingeniería en Comercio Exterior y para eso debo sacar 860 puntos”.

Dejó de estudiar en 2008 por la falta de dinero en su hogar. Cursaba el último año de bachillerato en el Colegio Provincia de Tungurahua, de Guayaquil, cuando se vio obligada a combinar sus estudios con el trabajo. “Al principio podía estudiar porque trabajaba medio tiempo como comerciante, pero luego me pidieron que me quedara y la situación económica en la casa estaba difícil, por eso me retiré”, dijo.

Posteriormente, se convirtió en madre y tuvo que laborar para ayudar a mantener a la pequeña Natalia. El año pasado, gracias al programa piloto de Educación Extraordinaria, impulsado por el Ministerio de Educación, se graduó. En 4 meses, de forma gratuita, pudo convertirse en bachiller. No solo es una graduada, sino la mejor de la promoción. Obtuvo 19,20/20.

Una vida sacrificada

Su padre, Carlos Contreras, ayer llegó temprano al hogar, ubicado en el norte de la ciudad. Dejó su tarea de betunero, en La Garzota, para ayudar en la casa. Luego de un baño rápido, Leysly tomó un respiro y atendió a EL TELÉGRAFO en su humilde vivienda de caña, mientras su madre, Katty Mazzini, ayudaba a vestir a su hija.

Doña Katty recordó que su hija siempre era buena estudiante: en la escuela fue escolta de la bandera de Guayaquil y en el colegio recibió menciones de honor. Incluso, en noveno año obtuvo una beca por sus buenas calificaciones.

Sin embargo, las condiciones económicas la obligaron a hacer una pausa de 7 años. Don Carlos trabaja como betunero y es el único que mantiene a la familia. El oficio le deja entre $ 12 y $ 15 a diario. Ese es su ingreso hace 16 años.

Cada mañana sale de su vivienda, en la cooperativa Adesdac, atrás de Samanes 7. Reside en el lugar rodeado de casas de cemento en su mayoría. Un cerramiento con bloques oculta el pequeño espacio de caña, de 7x3 metros. Una cortina divide el dormitorio con la sala, en donde también se encuentra la cocina. A un costado está el baño.

Contreras, de 56 años, contó que el terreno no es suyo. “Es prestado. Yo se lo cuido al dueño y él a cambio me dio la oportunidad de venir a vivir aquí”. Doña Katty hace las tareas del hogar y Carlos sale a diario, a las 05:00, al punto de distribución de venta de periódicos. Con los diarios llega, a las 06:00, a su puesto, en donde alista su módulo para betunar. “Si mi esposa no hubiese estado con mis hijos, Leysly no hubiese alcanzado su meta”.

Una oportunidad

Katty recordó que un día conoció, a través de un noticiero televisado, que su hija podía tener la oportunidad de terminar sus estudios con la oferta que abrió el Ministerio de Educación. “Le dije mija aprovecha. Tú sabes que cuentas conmigo y yo puedo cuidar de la bebé. Termina los estudios”.

Durante 4 meses, ella estudió, de lunes a sábado, en la Unidad Educativa Esteban Cordero Borrero, de Fe y Alegría. “Fueron noches de estudios en las que me amanecía porque teníamos las mismas exigencias que los estudiantes de colegios”.

Ella aseguró que su motor para seguir superándose es su hija, a quien aspira a darle un mejor futuro. “Es una motivación grande y se presentan oportunidades. Me veo reflejada en que sí voy a cumplir mis metas y esta vez no me va a pasar lo que me pasó antes”.

Tanto su padre como su madre esperan que ella y su hijo menor, Carlos, terminen sus estudios y tengan una vida próspera ya que ellos solo cursaron la primaria. Ayer, a las 15:45, el Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda le entregó las llaves de su nueva casa, en la urbanización Ciudad Santiago (km 19,5 de la vía a Daule) por ser la mejor bachiller del programa. (I)

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