Las áreas protegidas: Recurso estratégico

Las áreas protegidas son espacios donde se conserva el patrimonio natural y cultural de un país. El término ‘área protegida’ abarca una serie de categorías de conservación y manejo, que van desde la protección estricta hasta aquellas que permiten el uso sostenible de sus recursos. Ejemplos de áreas protegidas son los parques nacionales (Cotopaxi o Sangay), las reservas ecológicas (por ejemplo Cotacachi-Cayapas), las reservas biológicas (i.e. El Quimi), los refugios de vida silvestre (como Manglares el Morro), las áreas de recreación (por ejemplo El Boliche) y las reservas marinas (Galápagos), entre otras. Las áreas protegidas además de mantener muestras representativas de hábitats o ecosistemas, ofrecen oportunidades para la investigación, la educación ambiental, la recreación y el turismo. Adicionalmente mejoran la capacidad de adaptación a fenómenos climáticos extremos y aseguran la provisión de bienes y servicios fundamentales en un contexto de cambio climático.

Desde el punto de vista socio-económico, ofrecen oportunidades de empleo y medios de subsistencia a las personas que viven dentro y alrededor de ellas, contribuyendo al alivio de la pobreza y a promover, en la mayor parte de los casos, la participación justa y equitativa de los beneficios de la conservación. Son además espacios en donde se desarrollan diversas formas de gobernabilidad y manejo.

El Ministerio del Ambiente es la autoridad que establece la política ambiental nacional y los procesos para la administración, control y regulación de estas áreas. Así también es el encargado de generar lineamientos para que los gobiernos autónomos descentralizados, las comunidades locales y los propietarios privados, puedan también declarar sus predios como áreas protegidas y de esta manera cumplir con el mandato constitucional que reconoce además de las áreas estatales, los subsistemas de áreas protegidas de los GADS, comunitarios y privados.

El Ecuador tiene 50 áreas protegidas, lo que representa el 20% de su territorio bajo alguna forma de manejo y conservación. Ahora que hay la decisión de cambiar la matriz productiva del país para salir del extractivismo y depender menos de los recursos no renovables, las áreas protegidas pueden generar la materia prima para construir un nuevo modelo productivo. Las áreas protegidas son fundamentales para investigar recursos que, explotados en forma sostenible, permitan transformarlos en productos para la exportación. Y ahí es donde las universidades Ikiam y Yachay juegan un rol fundamental. La primera liderando junto con otras universidades públicas y privadas la investigación de las potencialidades que la rica biodiversidad que guardan las áreas protegidas puede ser utilizada, y la segunda, con la tecnología para convertir esos recursos en productos útiles para el ser humano.

La conservación y el manejo de las áreas protegidas deben ser considerados una política pública tan importante como la de educación o salud, recibir la misma atención y generar las mismas obligaciones. Las áreas protegidas deben ser el punto de partida para pensar en un nuevo modelo de desarrollo y la construcción de la sociedad del bioconocimiento a través de estrategias de uso de recursos responsables y sostenibles adaptadas a las capacidades y ritmos de la naturaleza y no contrarias a ella.