Ecuador, 18 de Abril de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo
Comparte

El 1 de mayo se conmemora el día internacional de los trabajadores

La vocación no tiene límites (VIDEO Y AUDIO)

La vocación no tiene límites (VIDEO Y AUDIO)
01 de mayo de 2014 - 00:00 - Redacción Sociedad

Una de las actividades que el ser humano realiza con más reiteración es trabajar. A lo que dedica más de 8 horas diarias, sorteando los días soleados o lluviosos; también los malos salarios, los horarios extremos, lo injusto y también lo justo. Hay quienes laboran contra corriente, exponiendo su vida en situaciones peligrosas y otros que se retan a diario por superarse.

En el Día Internacional del Trabajador presentamos 3 historias de experiencias distintas.

Carla Enrione, enfermera chilena, comparte la mayor parte del día con los pacientes. Ella trabajó el 27 de febrero de 2010, cuando ocurrió el terremoto en Chile que arrebató alrededor de 500 vidas.

También está Fernanda Encalada, una joven ecuatoriana que rescata animales en las calles de la capital. Les busca hogares temporales y lucha por crear condiciones más justas para ellos.

Y David Krupa, un norteamericano quien pese a tener amputada su pierna izquierda, por un problema de nacimiento, no tiene impedimento de superación tanto laboral como personal. Hoy Krupa se dedica a elaborar prótesis de extremidades superiores e inferiores.

Estas historias tienen algo especial: anteponen el bienestar propio por el de los demás.


 

CUIDAR A LOS PACIENTES Y APOYARLOS

Carla, enfermera en tiempo de crisis

Carla (izquierda) trabajaba turnos de hasta doce horas diarias. Foto: Cortesía

El día que Chile tembló, Carla Enrione tenía a cargo 12 pacientes en la Unidad de Cuidado Intermedio de la Clínica de la Universidad Católica.

Su primera reacción fue abrir las puertas de las habitaciones para evitar que se trabaran. Estuvo con ellos tratando de calmarlos, verificando que los ventiladores de respiración funcionaran. “En ese momento, lo primero para uno son los pacientes, no te acuerdas de nada más”, reconoce.

El 27 de febrero de 2010, Chile vivió un terremoto de 8,8 grados. Afortunadamente los pacientes de Carla no sufrieron lesiones, solamente fue un susto.

AUDIO

La joven tiene 28 años y es enfermera. Se especializa en pacientes críticos pediátricos y críticos adultos. Eso implica realizar un trabajo integral. Por ejemplo, controla que funcionen los ventiladores mecánicos que ayudan a los pacientes a respirar, toma la presión y los signos vitales, suministra la medicina, verifica que la piel de los enfermos no sufra alguna herida por resequedad, incluso se preocupa de sus familiares.

“Cuando hay casos muy tristes donde se presenta la muerte, es normal abrazar a su familia, darle el pésame y ofrecerle algún apoyo espiritual y emocional”, comenta.

Trabaja turnos de 12 horas diarias, algunos en la noche o en el día. Por eso se ha acostumbrado a perderse fechas importantes, como la Navidad, el Día de la Madre o fin de año.

Reconoce que ser enfermera es una gran responsabilidad con la sociedad. “Es un trabajo riesgoso porque uno trata con vidas. No tiene la opción de equivocarse”, indica. Carla se radicó hace poco en Quito. Aspira a trabajar en el cuidado de niños, pues considera que la necesidad de estos pequeños, sobre todo en las calles, es grande.


 

SU DISCAPACIDAD LO ANIMÓ A AYUDAR

La amputación no es el fin de la vida

David Krupa perdió su pierna izquierda y ahora elabora prótesis. Foto: Miguel Jiménez

Acercar a las personas a una vida normal, sin limitaciones en el movimiento, es el objetivo con el que a diario el norteamericano David Krupa trabaja en su centro Proteus, en el noroeste de Quito.

Ahí está su taller donde elabora prótesis para suplir las amputaciones o la falta de extremidades superiores e inferiores en las personas.

Los requerimientos de los pacientes son claves para el profesional, quien busca que la tarea de cada uno sea lo más normal posible.

Krupa nació con una seudoartrosis en la tibia y el peroné de su pierna izquierda por lo que le amputaron parte de la extremidad, desde más abajo de la rodilla, lo cual lo obligó a utilizar una prótesis desde niño. Aprendió a convivir y manejar perfectamente este instrumento, lo que también enseña en su centro.

“Ese apoyo que recibí de niño me impulsó a formarme y especializarme en esta carrera con la que puedo ayudar a otras personas. No se imaginan lo gratificante que es escuchar a un niño decir gracias ya puedo correr, volví a jugar fútbol o soy el capitán del equipo”, dice.

VIDEO

A su centro acuden diariamente hombres y mujeres de toda edad y condición económica. Él no le niega la atención a nadie y con cada uno se toma el tiempo para explicar cómo son las prótesis y los materiales que se usan en su elaboración, como plástico, fibra de carbono, acero, aluminio, entre otros.

El proceso para fabricar una prótesis inicia con el chequeo médico para posteriormente diseñar, en el molde de yeso, la parte que se sustituirá del miembro. Tras un procedimiento de horno se elabora la pieza en plástico y ahí empieza la adecuación de la misma según las necesidades del paciente.

En 3 semanas de trabajo se entrega la prótesis con instrucciones básicas de cómo ponérsela o sacársela, así como el aseo que debe dársele.

Además, se da sesiones de fisioterapia para corregir pequeñas imperfecciones para caminar de forma correcta.


 

UN OFICIO QUE NO TIENE REMUNERACIÓN

El rescate animal se hace por principios

Fernanda rescató a los perros que ahora viven en su departamento. Foto: Miguel Jiménez

Cuando a Fernanda Encalada le robaron su auto perdió una de las herramientas más importantes para realizar su actividad.

En el vehículo recorría durante horas las calles de Quito para socorrer a los animales que se encontraban en peligro.

Fernanda, quien tiene 27 años, es rescatista. Se dedica a conseguir hogares temporales a perros y gatos que han sido abandonados en las calles, o que haya la posibilidad de que sean adoptados.

Cada año rescata un promedio de 40 animales. Lo hace con ayuda de colaboradores en redes sociales que se dedican a esta labor también. “Los seres humanos son conscientes, por eso deberían tener sentimientos hacia los animales, ellos sienten”, dice.

Cuando hay casos extremos, como maltratos, enfermedades crónicas y atropellos, es necesaria una atención médica. “Un tratamiento promedio podría costar entre $ 200 y $ 600, depende del caso. Muchas veces he pagado de mi bolsillo”, reconoce.

Los rescatistas independientes no reciben dinero por su labor, lo hacen por convicción. Por ejemplo, Fernanda reúne gran cantidad de ropa y organiza un mercado de pulgas para costear la comida, medicina, esterilizaciones y estadía hospitalaria de los rescatados. En ocasiones recibe donaciones.

No tiene horario de trabajo. Empieza temprano promoviendo en Facebook su página ‘Quito adopta’. También se mueve en Twitter y elabora videos en YouTube para crear conciencia sobre la adopción responsable. Aunque Fernanda reconoce que -en ocasiones- emocionalmente ha llegado a colapsar y a estar en el límite, no dejará de ser rescatista, porque sabe que los animales la necesitan siempre activa.

DATOS

Este jueves 1 de Mayo se recuerda a un grupo de obreros norteamericanos, que en 1886 reivindicó una jornada laboral de 8 horas diarias, cuando lo habitual en aquellos años era de 10 y 12 horas.

Hasta antes de 1886 obligar a un trabajador a laborar más de 18 horas, sin razón, era multado con $ 25 en algunos estados de EE.UU.

La jornada de huelga fue seguida por miles de trabajadores y la mayoría logró su objetivo con la amenaza de un paro indefinido. Unos 340 mil obreros no consiguieron esta promesa y la huelga se prolongó los días siguientes.

Las protestas de los días posteriores al 1 de mayo se desarrollaron con grandes turbulencias, sobre todo en Chicago. Cinco sindicalistas fueron ahorcados y 3 condenados a cadena perpetua.

Contenido externo patrocinado

Ecuador TV

En vivo

Pública FM

Social media