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La violencia femenina es retratada en el monólogo ‘Yo mujer’

La violencia femenina es retratada en el monólogo ‘Yo mujer’
12 de diciembre de 2013 - 00:00

Todo comienza con un aplauso en la oscuridad. Se enciende la luz. Sobre una mesa se recuesta una mujer de piernas fuertes que asoman de un vestido blanco. Se incorpora y por unos instantes mira en silencio al vacío que tiene delante. En su boca se forma una sonrisa desafiante, respira profundo y comienza: “Yo soy yo”, y se ríe, burlona. “Estoy siempre en todas partes”. Entonces se pone de rodillas sobre la mesa, erguida, y con una inflexión agresiva en la voz advierte que no será un viaje fácil. “Para entrar”, dice levantando el vestido a la altura de sus muslos, “hace falta fuerza, hace falta actitud”.

Se trata de la obra ‘Yo mujer’: monólogo dedicado a la NO violencia contra la mujer, protagonizada y escrita por Vanessa Niquinga y cuya dirección estuvo a cargo de Sharon Olazával. Fue estrenada ayer en el teatro de la Facultad de Artes de la Universidad Central de Quito. Hoy se repetirá en dos sesiones: 11.00 y 18.30.

En el monólogo se narra la historia de Nadia, una chica joven y cargada de ilusiones, que busca vivir los cuentos de hadas de su infancia. Se casa sin dudarlo con el que cree es su propio príncipe azul, pero nada sale como esperaba.

En poco tiempo se encuentra limpiando la choza miserable en la que vive, planchando corbatas y recibiendo abusos constantes, insultos, humillaciones, violaciones.

Su príncipe azul disfruta haciéndola sufrir y sangrar; disfruta de la sensación de dominación, de control total que siente sobre ella, su propiedad. Nadia, a manos de su marido, se convierte en ‘Nadie’. Pierde su identidad y su voz se apaga.

A Niquinga, actriz graduada de la Universidad Central y que también pasó por el Grupo de teatro Malayerba, siempre le ha interesado la problemática de género.

Cuenta que su madre, desde pequeña, cuando aún no sabía leer, le contaba una versión muy distinta del típico cuento de la princesa y el castillo. “Me decía que la princesa primero estudió y disfrutó de la vida, luego conoció a alguien que la valoraba, pasó un buen tiempo y después ambos formaron una vida juntos”, recuerda entre risas.

A pesar de esto no se considera una feminista militante. Su intención es llevar un mensaje sobre la sociedad al público, utilizando como vehículo el teatro.

De acuerdo con la actriz, el monólogo nace de una experiencia personal de maltrato, que recibió en la misma Facultad de Artes en la que se estrena la obra.

“Como no estaba golpeada ni con moretones, dijeron que no me podían ayudar. Mientras tanto, la persona que lo hizo sigue por ahí feliz, haciendo cosas que no están bien”, cuenta la joven.

Pero todo eso quedó en el pasado. Tras unos meses de sufrimiento transformó su experiencia en un viaje creativo, que se hunde en la oscuridad para resurgir con un mensaje universal de esperanza.

Nadie reencuentra a Nadia. “Yo soy yo”, repite como la mujer simbólica del comienzo. Reconvertida, se saca su delantal de criada y con una rabia triunfal grita: “No más cuentos de hadas”.

Según cifras del INEC, en una macroencuesta de 2011, en Ecuador 6 de cada 10 mujeres han sufrido algún tipo de violencia y 1 de cada 4 han sido abusadas sexualmente.

A su vez, las diferencias estructurales siguen siendo importantes: el desempleo femenino duplica al masculino y la mujer gana en promedio 275 dólares frente a $ 320 en varones. Esta brecha es el sustento social sobre el que se basó Niquinga, junto a su amiga y directora Sharon Olazaval, para plantear su visión personal de un teatro crítico.

“Muchas veces (el teatro) es relegado a una forma de entretenimiento apolítico, que sirve para sacar a la gente de su cotidiano, ¿pero por qué no salimos del cotidiano con temas que sean importantes para todos?”, opina la actriz.

La obra busca interacción con el público mediante un foro organizado al final, que sirve para debatir e intercambiar opiniones.

En este sentido, Niquinga sostiene que el hecho social abordado hace necesario “generar pensamiento crítico al respecto”.

Para la joven, aún cuando el país ha avanzado en el reconocimiento de los derechos de las mujeres, y que éstos se han amparado en la nueva Constitución, “queda mucho trabajo por realizar, sobre todo a nivel institucional”.

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