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La vida diaria de ellas y ellos puede escucharse sin lío en “Nota Fuerte”

La vida diaria de ellas y ellos puede escucharse sin lío en “Nota Fuerte”
02 de septiembre de 2012 - 00:00

Sutilmente el joven extendió la mano a su compañero invitándolo a quedarse. Él, un tanto indeciso, demora unos segundos hasta que finalmente acepta sujetarse de la mano firme que lo esperaba sin apuro. Tomada la decisión, prefieren sentarse un poco alejados de la bulla y piden algo de beber  para romper cualquier señal de incomodidad. 

Entre copas llenas de líquidos rojos y verdes, con bordes llenos de azúcar, se van endulzando las conversaciones de los asistentes, que de a poco empiezan a sentirse “en confianza” y listos para el show. Débilmente suena la canción “Yo sobreviviré” y así, hombres y mujeres sobrevivientes de luchas diarias llenan el lugar. 

El festejo comenzó con la entonación del “cumpleaños feliz”. El cumpleañero era el programa radial “Nota Fuerte”, dirigido desde hace dos años por miembros de la comunidad GLBTI de Quito. La trasmisión en vivo se hizo con fanáticos del programa, hombres y mujeres, que en fragmentos contaron sus historias y agradecieron tener un espacio para hablar, denunciar discriminación y hasta para encontrar a sus parejas.

Al fondo del lugar - que cerca de la medianoche luce lleno- un pedestal con varias velas -solo una está encendida-  alumbra una esquina adornada con finas y esbeltas esculturas de mujeres.

Esa vela representa a todos aquellos sobrevivientes que decidieron conocerse, aceptarse y amarse. El resto de velas, cuyas llamas aún no están encendidas, son aquellos jóvenes, adolescentes, hombres y mujeres que están  dando un  paso importante para gozar de esa libertad tan necesaria en todos los seres humanos y para vivir plenamente.

Aunque varias cruces de metal están colgadas por las paredes, en el lugar no existen dogmas ni religiones, ni positivos ni negativos, ni pobres ni ricos, únicamente personas que, a más de luchar sus propias batallas, pelean a diario por los derechos de una comunidad que frecuentemente es violentada y agredida, excluida y estereotipada.

Adriana y Nordy son dos mujeres que superaron varias etapas y consideran que aún faltan muchas más. Mientras comparten una bebida, Nordy, de cabello largo ensortijado y rubio, busca refugio en su pareja. Por momentos se recuesta en su hombro y ella, a su vez, le responde con una caricia. Desde hace 12 años disfrutan de su libertad, sus derechos y obligaciones.

Cuentan cómo se conocieron, cuando cada una tenía pareja distinta. Nordy  ha sufrido violencia física y psicológica, pero mientras habla no puede dejar de mencionar que su único refugio en el mundo es Adriana. Insistentemente acaricia el cabello y las manos de su pareja, como si luego de tantos años hubieran encontrado, la una en la otra, a su primer amor.

Por momentos, algunas manos intentan cubrir rostros, pero la calidez del lugar hace que esa intención desaparezca de sus mentes casi inmediatamente. Mientras los locutores del programa: Fredy Lobato y Efraín Soria, preguntan a los asistentes que cambió la “Nota Fuerte” en sus vidas, Juan Carlos levanta la mano y dice convencido “que ha podido identificarse y ahora conoce sus derechos”.

El ruido de las botellas de licor se confunde con la música y las conversaciones. De a poco los locutores van leyendo los mensajes de apoyo que son enviados por las redes sociales y teléfonos celulares, pues los segmentos Mundo Arcoiris, Vigorosa, La vida en Rosa y Buzón de Colores invitan a los oyentes a contar sus historias, a escuchar noticias y a denunciar abusos en cualquier provincia del Ecuador, lo que los ha convertido en el 4to programa más escuchado a través de su página web. Muchos aprovechan para disculparse con sus parejas, otros para congregar a la comunidad en busca de alguna causa. Todos y cada uno tienen su espacio en la emisora.

Uno de los asistentes, con mirada fija y seguridad total en sus palabras, habla acerca del proceso que significa reconocerse y de cómo la sociedad necesita nuevos y buenos modelos a seguir, pues los predominantes ahora son castigadores, expulsadores de religiones y de sociedades. 

En las mesas se alcanza a escuchar: “Mi vida no tiene sentido sin ti”. Son un par de jóvenes que no dejan de mirarse el uno al otro, con una expresión absorta que a muchos impresiona. Seguido se escucha: “Mientras nosotros no podamos amarnos libremente, ellos tampoco podrán”. Manos entrelazadas, abrazos, caricias, roces, miradas apasionadas  hablan por sí solas... Todo en el lugar demuestra que es posible la comunión entre seres humanos.

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