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La turbiedad amenaza repetidamente al Daule

Los vecinos del recinto Las Lojas, frente a Guayaquil, denuncian descargas directas al río por parte de empresas que están cerca y malos olores en el agua.
Los vecinos del recinto Las Lojas, frente a Guayaquil, denuncian descargas directas al río por parte de empresas que están cerca y malos olores en el agua.
22 de marzo de 2017 - 00:00 - María Fernanda Arreaga

El chorro de agua dejó de caer sobre la torre de platos cuando Diana Domínguez los lavaba.  

La vecina del Suburbio de Guayaquil obligadamente interrumpió las actividades de limpieza al mediodía del lunes y tampoco pudo cocinar por la falta del líquido.

Tras siete horas volvió el servicio. “Pero llegó con coloración anaranjada. Tuve que botarla”. No obstante, en la mañana de ayer se reportó un nuevo racionamiento.

Es el tercer corte que sufre su sector en lo que va del mes. El lunes y el martes la empresa Interagua volvió a declarar una alerta roja por el alto nivel de turbiedad del río Daule (fuente de abastecimiento de Guayaquil).

El índice normal es 700 NTU (parámetros de control de turbiedad) y el rango máximo permitido para procesar agua es 1.500. Pero el lunes estuvo en 2.130 NTU, ayer en 1.800 y el 9 de marzo en 2.010.

Ilfn Florsheim, vocera de Interagua, explica que las alertas dependen de la cantidad de sedimentos que existen y del tiempo de duración de estos en niveles altos.

“Una alerta roja te indica las medidas que se van a tomar (para garantizar el agua potable): la reducción en la captación, en la producción y lo que envías a la ciudad”.

Según la funcionaria, cada 15 minutos analizan su calidad en un laboratorio de la planta.

Jacinto Rivero, máster en ciencia orientado a la hidráulica e ingeniería de ríos, agrega que la turbiedad se origina por el arrastre de compuestos de arcilla, arena y limo, que trae el caudal cuando llueve o por las algas.

La cuenca del río Daule tiene más de 9.000 km2. Rivero advierte que existen áreas desprotegidas y deforestadas, que aumentan la sedimentación. Las zonas más afectadas -dice- son los ríos Puca, Colimes y Pedro Carbo. “El agua turbia carece de oxígeno y al ser consumida afecta la salud de los humanos”.

Un estudio de la Universidad Agraria del Ecuador, efectuado entre 2009 y 2010, determinó que desde la represa  Daule  Peripa (cantón Pichincha de Manabí) hasta el puente de la Aurora existía cero miligramos por litro de concentración de oxígeno disuelto, cuando lo recomendable es más de cinco (para conservar la vida acuática).

El biólogo Ronald Navarrete, uno de los investigadores, asegura que hallaron una combinación de problemas en los 220 kilómetros.

Él recuerda que parte del problema se debía a que las poblaciones a orillas del afluente (Balzar, Colimes, Santa Lucía, Daule, El Empalme) hacían descargas de aguas servidas de forma directa.

También hallaron residuos de plaguicidas y concentraciones de nitrógeno y fósforo. “Estos últimos elementos hacen que haya exceso de algas, las mismas que consumen oxígeno por la noches”.

David Matamoros, decano de la Facultad Ingeniería en Ciencias de la Tierra de la Escuela Politécnica del Litoral, señala que hace 11 años efectuaron un análisis en cinco puntos del río Daule (Balzar, Palestina, Daule, Nobol y Puente Lucía).   Allí se detectaron altos contenidos de coliformes totales/fecales.

El agua -concluye el texto- no cumplía con el requisito mínimo para ser usada para propósitos recreacionales (baño).

Matamoros considera que la potabilización tendrá mayor costo, por los procesos que se requerirán por la polución de los ríos. “La contaminación más peligrosa es la que no se ve, no se huele y no se siente (y generalmente es la más difícil de eliminar con un tratamiento)”.

Interagua precisa que, actualmente, 2’512.411 personas acceden al líquido por medio del servicio en el puerto principal.

Un residente, en promedio, consume 225,8 litros de agua por día, calcula la concesionaria. La Organización Mundial de la Salud (OMS) solo recomienda 100 litros.

¿Qué actividades existen para su protección? En Guayaquil, desde  2015, se trabaja en la creación de un Fondo de Agua, para que por medio de este se elabore un Plan de Conservación de la cuenca del Daule y decidir qué se hará.

Jaime Camacho, representante de The Nature Conservancy y coordinador de Fondos de Agua Ecuador, explica que la meta es buscar una inversión constante para proteger los sitios críticos de las fuentes. “Hacer reforestación, sembrar en las riberas y mejorar las prácticas en las zonas agrícolas y ganaderas”. El 80% de la franja ribereña no está protegida.

La vegetación -comenta- puede retener  sedimentos, porque la turbiedad es básicamente tierra que cayó al afluente. “El problema podría empeorar, porque la deforestación sigue. Tal vez en esta estación lluviosa no,  pero sí en el futuro”.

Interagua recuerda que el incremento de la turbiedad se presenta todos los años, más en la época de lluvias. Las autoridades de la ciudad no tienen contemplada la construcción de una nueva planta. (I)

Las fuentes de los vecinos de Monte Sinaí son los tanqueros y los pozos

Elizabeth Ponguillo, vecina del sector Monte Sinaí (noroeste de Guayaquil), requiere a la semana  cuatro tanques con agua para poder cocinar y lavar.

Ella vive con cuatro hijos y dos nietos, aún se abastece por tanqueros, los cuales pasan por su barrio desde las 05:30. El tanque está a $ 1.

Adicionalmente se aprovisiona de un pozo que tiene su vecina. “Ella me la regala, pero esa agua solo la uso para lavar la ropa y para el baño, no para consumirla ni bañarse, de no ser así no me alcanzaría y gastaría más”. Elizabeth, hace 10 años, destina $ 30 al mes a ese rubro. En ese sector residen alrededor de 270.000 personas (según estudio impulsado por la Fundación Hogar de Cristo).

Según Ilfn Florsheim, de Interagua, de los  3’113.725 habitantes de Guayaquil, solo 30.000 personas utilizan sistemas de abastecimiento alternativos: piletas comunitarias y tanqueros (Sergio Toral 2,  Janeth Toral 2,  Monte Sinaí,  San Francisco,  Nueva Guayaquil,  Ladrillera y  Flor de Bastión Bloque 9).

Elizabeth se frustra cuando ve los tanques vacíos. “Me desespera no tener agua”.

Juana Pin, de Flor de Bastión, a diario saca su tanque al exterior de la casa para recibir primero el agua de los tanqueros. “En mi casa somos ocho personas y dependemos de los tanqueros, pero cuando no llegan es caótico, nos quedamos sin el recurso para cocinar y los niños son los que más sufren”. (I)

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