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La relación de padres e hijos se desequilibró a favor de los menores
El silencio en la unidad del Sistema Integrado Trolebús, que va repleto, repentinamente es interrumpido por el grito de una niña.
La pequeña de aproximadamente seis años llora. Su mamá trata de consolarla, pero ella le responde con manotazos. La progenitora los esquiva, la sostiene en sus brazos, pero la niña empieza a patalear.
Este tipo de casos es común en los espacios públicos, explica Miguel Arévalo, psicólogo y especialista en terapia familiar.
Él recuerda que las madres van hasta su consultorio preocupadas por los “berrinches” de sus hijos, que tienen componentes violentos.
Arévalo asegura que el 90% de los pacientes que lo visitan recibió algún golpe o insulto por parte de sus hijos.
Un estudio realizado por un grupo de estudiantes de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ) reveló que el 71,2% de los padres sufrió algún tipo de agresión física o verbal por parte de los menores de edad.
Matteo Guerini, quien participó en la investigación, indica que otro de los datos relevantes de su estudio es que en una búsqueda de igualdad en las relaciones familiares, la balanza se desequilibró, ya que los hijos se aprovechan de eso y toman más poder del que deberían.
La investigación evidencia que solo el 28,8% de los adultos no ha sufrido ningún tipo de agresión de parte de sus hijos. El 71,2% admitió ser víctima de violencia, el 66,4% fue agredido verbalmente y el 16% recibió algún tipo de ataque físico.
La psicóloga clínica y catedrática universitaria Lorena Quezada explica que la violencia filio-parental, término usado cuando la agresión hacia el padre o la madre viene del hijo, no solo es más visible que en años pasados, sino que “se ha evidenciado un aumento, marcado por factores sociales”, como la dotación de “privilegios” hacia los niños, pero no de “deberes y obligaciones”.
La experta advierte que la desobediencia, insulto, amenaza, chantaje, robo de dinero familiar o de objetos de valor económico, más de seis veces al año, son considerados agresiones psicológicas severas.
Cuando las actitudes de los menores pasan de los insultos a romper objetos, provocar daños materiales o agredir a sus progenitores o a los adultos, son consideradas agresiones físicas severas.
Los psicólogos explican que estas actitudes reflejan abundantes casos de narcisismo secundario, un deseo desordenado de lograr inmediatamente todo lo que desean, que puede ocultar problemas de autoestima, incluso, sintomatología depresiva. Para combatir este problema es necesario consultar con un especialista y realizar terapia individual y familiar. También existe la violencia filio-parental emocional y económica.
La violencia filio-parental se puede combatir con comunicación
El primer paso -según Arévalo- es que los padres entiendan que las actitudes mencionadas no son naturales, ni propias de ninguna edad de sus hijos. “Los mayores tienden a minimizar las conductas agresivas, como años atrás ocurría con la violencia de género”.
Además, parte del problema es que la familia no tiene claro el concepto de autoridad y su sistema educativo es permisivo. “Son más amigos que padres. Crean adolescentes caprichosos e intolerantes a la frustración”.
Arévalo y Quezada coinciden en que la mejor herramienta para educar a los hijos es la relación con ellos. “Cuando los padres tienen una buena comunicación con ellos, los pueden guiar y orientar”.
Un estudio realizado por la Unión Europea (UE) determinó que España es la nación donde más denuncias de este tipo de violencia se registran. En el caso de América Latina, los datos son pocos, pues muchas de las cifras estadísticas de cada país no diferencian entre violencia intrafamiliar y filio-parental.
Pocos tienen datos concretos acerca de la situación. Uno de ellos es Colombia. La agresión de hijos a padres representó el 11% de los 15.829 casos de violencia intrafamiliar en 2013.
En cambio, en Ecuador no hay datos porque esa categoría no está tipificada en el Código Orgánico Integral Penal (COIP). Lo que se conoce, según datos de la Fiscalía, es que en 2015 el 78% de 65.726 casos conocidos por esa institución fue por violencia psicológica contra la mujer y otros miembros del núcleo familiar.
El artículo 155 del COIP reza que se considera agresión todo maltrato físico, psicológico o sexual ejecutado por un integrante de la familia en contra de la mujer u otro miembro del hogar. (I)