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La quiteña de palabra certera

La quiteña de palabra certera
22 de enero de 2012 - 00:00

Desde hace ya algunos años es moneda corriente el viaje de ecuatorianos a Buenos Aires para capacitarse intelectualmente. Muchos van con la idea, desde el principio, de regresar al Ecuador, pero otros deciden apostar por quedarse en el “gran sur”.

Este es el caso de Malena Gallegos, quiteña de 30 años, quien reside en Buenos Aires desde hace ocho. La aventura -que incluía estudiar publicidad en la Universidad de Palermo- la emprendió con su novio Andrés Montalvo (actual esposo), quien escogió Diseño Gráfico.

“En un principio la idea era permanecer los cuatro años que duraba la carrera, pero se fueron prolongando ya que surgieron proyectos que no podía desechar y decidí quedarme”, esboza, muy segura de sí misma. Siempre con una actitud ultrapositiva, Malena Gallegos fue construyendo el rompecabezas de su vida. Consiguió empleo en una empresa de Publicidad llamada Vía Pública. “No fue complicado obtener trabajo, primero fui de pasante a asistente. No sentí ninguna diferencia  n el trato por ser extranjera, al contrario, sentí que despertaba interés por ser ecuatoriana”.

Respecto a cómo sobrelleva el desarraigo, manifiesta: “Se extraña, se extraña un montón, sobre todo la comida... pero no me complico, preparo comida ecuatoriana en casa, y listo. Confieso que cada vez que voy al Ecuador ocurre algo extraño. Los primeros días me siento un poco rara, pero cuando me tengo que ir, me duele mucho. Están allá mi familia, mis padres. Ecuador es mi tierra y acá tengo muchas cosas que he logrado a nivel personal”.

Y ese crecimiento laboral se traslada a la pequeña empresa que formó recientemente con su esposo, llamada Drome Desing. Se dedican a hacer páginas web, señalizaciones, animaciones en 3D, afiches. “Nos enfocamos a pequeñas empresas, que tienen diversos proyectos; les damos todo tipo de asesoría”.

Recuerda con nostalgia cuando recién se instaló en esta ciudad, donde conseguir vivienda es bastante complicado para los extranjeros por los requisitos que piden y lo costoso de los alquileres. “Cuando llegamos con Andrés, vivimos en una residencia estudiantil y posteriormente conseguimos un departamento que era para extranjeros. Luego encontramos algo más económico y desde hace ocho años seguimos en el mismo lugar,  ya que tenemos una buena relación con la dueña”.

Al cumplir cinco años de residir en Buenos Aires, Malena y Andrés decidieron darse un regalito y se casaron por matrimonio civil. “Tuvimos una celebración amistosa con amigos y compañeros... El ¡ matrimonio religioso, ese sí fue en Quito”, sonríe la muchacha de rostro vivaz y palabra certera.

¿Qué aprendió de los porteños? “pienso que son personas muy creativas, con mucho ñeque, siempre van para adelante”. Y es que la mística argentina le ha sentado bien a esta quiteña que conserva el acento ecuatoriano a pesar de los años de permanencia en Buenos Aires. Multifacética, hiperactiva, también reveló su incursión como actriz y,  por si fuera poco, que está terminando un profesorado de yoga.

Hizo algunos talleres de actuación en la escuela La Odisea (su profesor fue Martín Arias), ingresó por recomendación de una amiga. “En Ecuador no tuve la oportunidad de hacerlo, pero el teatro siempre me gustó. Salió la oportunidad de montar unos monólogos en un centro cultural, un proyecto de actores independientes, durante un mes. Pero como paralelamente se presentó el tema de terminar la tesis, dejé la actuación por un momento; como resolución de vida, retomé el teatro en 2008”.

Malena además fue asistente, en canal 13, del departamento de Comunicación e Imagen. La directora de esa área requería una asistente para la obra Siempre Viva, del director Fabián Bril. “Me involucré en los ensayos, escenografía, el vestuario. Los actores con los que trabajé son muy buenos. Aprendí mucho”.

Después de aquello, la publicista  ingresó en un taller en el centro cultural Tato Bores. “En ese taller de teatro, que era para principiantes, tuve compañeros de todas las edades, hasta señoras de 90 años, fue muy enriquecedor. De allí estudié un  taller de montaje en el Camarín de las Musas con Elvira Oneto”.

Cuando trabajaba en Vía Pública, un compañero le propuso laborar como asistente de dirección de la obra Valores y Recuerdos, y a pesar de que Malena al comienzo no se animaba, terminó dando el sí.

“Fui la directora, la obra se basaba en un drama de improvisaciones: un hombre mayor, avaro, que vive solo, tiene un sobrino ambicioso. Se trata de una creación colectiva, no tiene un autor definido”. La puesta en escena estuvo un mes, en noviembre pasado, y tuvo una muy buena acogida.

Entre los planes para 2012, Malena comenta como proyecto inmediato trabajar en la obra denominada Tomás. Por ahora no ronda su cabeza regresar con su esposo a Quito, pero admite: “Si retornara a Ecuador, me gustaría continuar lo que hago acá”; y vuelve a sonreír, con esa visible confianza en sí misma que ha sostenido durante toda la conversación.

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