Después de Neil Armstrong, solo once personas han caminado en la Luna y el próximo terrícola que posará allí su pie será seguramente de China, aunque otros países asiáticos, como Japón o India, destacan también en la carrera espacial.

Los viajes al espacio siempre han tenido una dimensión de prestigio, pero también, desde luego, científica. La Luna, por ejemplo, se especula que podría llegar a ser una estación de  combustible nuclear. China no esconde su interés ante esta posibilidad.

El viernes, en Cinccinati (Ohio), será el funeral de Armstrong, cuyo nombre se vio inmiscuido en una teoría de la conspiración que negaba su llegada al satélite.

La nitidez de su pisada, el ondear de la bandera en la Luna -donde no hay brisa- y la opacidad de las estrellas en las fotos captadas después del aterrizaje; todas estas dudas han sido contestadas por especialistas.

Roger Launius, del Smithsonian’s National Air and Space Museum, explicó que la bandera se mueve en la filmación del arribo porque el astronauta acaba de ponerla, siendo su propia inercia la que produce el movimiento.

¿Por qué la pisada se registró de forma tan nítida? Según el astrónomo Phil Plait, “el polvo lunar es como polvo molido y, por lo tanto, las huellas  quedan grabadas fácilmente”.

Las ambiciones sobre la Luna no han menguado con el tiempo. El pasado mes de junio la misión Shenzhu IX permitió a China probar su capacidad en los amarres espaciales, etapa esencial en la conquista del espacio. En esa ocasión, por primera vez una mujer se hallaba a bordo de un cohete puesto en órbita.

China se enfrenta con éxito a desafíos cada vez más técnicos y recupera su retraso ante Rusia y EE.UU. en el ámbito de los vuelos espaciales habitados.

Una irresistible atracción para otros países

El 14 de noviembre de 2008, India  logró posar en la Luna una sonda, un hito desde el lanzamiento del programa espacial indio (1963). 

Japón constituye también una potencia espacial de primera plana, con niveles de tecnología muy avanzados en comparación con China o India.