Josué tiene 3 años y hace unos meses empezó a usar lentes. El diagnóstico que dieron a su madre fue que el niño tenía miopía severa con grado 10, y que de no usar los lentes, podría perder por completo la visión.

Esto debido a que el sentido se ha disminuido de forma progresiva desde que nació, sin que sus padres se hayan percatado de ello. Fue hace unos 2 meses que Josué empezó a ver la TV muy de cerca y tropezaba cuando acudía a buscar sus juguetes. Estos síntomas alertaron a su tío.

Las señales son comunes en los casos de miopía (leve, moderada o severa) que se caracteriza por ser una enfermedad congénita-hereditaria, explica el tecnólogo médico en oftalmología Gilberto Rivera. Igual ocurre con el astigmatismo y la hipermetropía, todos vicios de refracción.

Este tipo de patología puede ser prevenido con ejercicios de estimulación visual. El especialista Rivera explica que la visión del ser humano, desde que nace hasta los 5 años, va desarrollándose progresivamente. “Por eso la importancia de la estimulación temprana en los primeros meses de vida para prevenir enfermedades oculares, como disminución de la visión, alteración de la retina e inclusive tumores”, dice.

¿Qué es la estimulación visual infantil? Básicamente consiste en enseñar al niño a ver mejor, cuanto más se usa la visión, mayor es la probabilidad de un mejor funcionamiento visual. La idea motor de la estimulación visual es ayudar al niño a desarrollar todas sus capacidades físicas y emocionales al observar el entorno.

La estimulación visual no solo se debe dar después del nacimiento del niño sino durante el embarazo, explica Lídice Reyes, educadora para la salud del Hospital Teodoro Maldonado en Guayaquil. “Cuando la madre no ha recibido estimulación durante el embarazo y se presenta un parto a destiempo, podría darse que el oxígeno no llegue a la región occipital (zona posterior del cerebro) del bebé, lo que le ocasionaría problemas visuales”,  explica Reyes.  

¿Cómo estimular la visión? Una práctica sencilla para el recién nacido consiste en que la madre se pinte de rojo los labios cuando lo amamante. “Los colores fuertes ayudan a aclarar la visión, siempre y cuando no exista una carga genética”, dice Reyes.

Llevar una buena alimentación también influye en la preservación de la salud ocular, asegura la nutricionista Silvia Alejandro de Franco. Cita a  la vitamina A como una ayuda para la función adecuada de los conos y los bastones (células fotorreceptoras de las imágenes en la retina), y el ajuste de la visión a las distintas intensidades de luz.

La vitamina A se encuentra en alimentos animales y vegetales como zanahoria y zapallo. También son necesarios los ácidos grasos esenciales que se hallan en el atún o salmón, pescados ricos en Omega 3. Por el contrario, cuando un menor se alimenta con un exceso de grasas, azúcar y sal se produce un envejecimiento ocular prematuro, o la disminución de la agudeza visual.

Un diagnóstico a tiempo

El oftalmólogo Robín Ríos explica que la falta de un diagnóstico oportuno puede ocasionar enfermedades infantiles como el síndrome del ‘ojo vago’ o ambliopía. “Si el pequeño ha necesitado estimulación o lentes correctivos, y no los usó a tiempo, el cerebro ordena al ojo a que no alcance el 100% de visión, sino un 70% o menos, dependiendo del grado de ambliopía”.

La deficiencia visual representa un problema en el campo del aprendizaje, “cuando ingresan a la escuela los niños rinden menos. Por eso es recomendable que se realice un examen visual en la edad preescolar y después de terminarla”.

Rivera aconseja estar atentos a señales en los niños, como leer muy de cerca el texto, confundir los colores, acercarse demasiado a la televisión o dolores de cabeza. Sugiere colocar protectores a las computadoras y tablets que usan, puesto que estos equipos emanan una fotoluz que puede ser perjudicial para la visión.