En el último mes los deslaves e inundaciones causaron estragos en  las provincias de Los Ríos, El Oro, Cotopaxi, Chimborazo, Tungurahua, Imbabura, Bolívar, Azuay y Santo Domingo. Familias evacuadas, personas heridas y obstaculización del tránsito vehicular, fueron los resultados de estos eventos naturales.

Según la Secretaría de Gestión de Riesgos (SGR), los deslizamientos ocurren en la Costa, Sierra y en la región oriental porque Ecuador es un país montañoso, pero hay un factor que los intensifica y aumenta los riesgos: la presión que ejerce el hombre sobre el medio ambiente.

La organización Greenpace indica que una causa directa de los deslaves es el crecimiento urbano desorganizado en zonas de alto riesgo (montañas o laderas), que los bosques son convertidos en zonas de pastizales para ganado y cultivos y la tala ilegal.

Otra causa son las construcciones humanas con materiales pesados en terrenos débiles o realizan excavaciones que desestabilizan las laderas. El consultor ambiental Vladimir Roura comparte este criterio y señala que la intervención humana al alterar un hábitat abre caminos en zonas riesgosas o tapa los cauces de ríos. En el caso de las carreteras en zonas montañosas se deben realizar cortes verticales para no desestabilizarlas.

Agrega que hay cerros con condiciones naturales propensas a los deslaves, y la deforestación de las cuencas agrava el tema.

Cuando hay deforestación en una cuenca hidrográfica grande, como la del río Guayas, se podrían producir arrastres de lodo y sedimentación. “Los sedimentos se asientan en la boca de los ríos que salen hacia el mar y pueden llegar a obstruirlos. Esto ocurre generalmente por la tala indiscriminada de árboles”. Una de las medidas macro para evitar que ocurra es la reforestación. La siguiente acción es construir taludes estables en las carreteras.

El biólogo Virgilio Benavides expresa que si cae lluvia o hay viento fuerte en un lugar en donde se ha retirado la capa vegetal, una malla que retiene el suelo en la ladera, comienza a arrastrarse el material de los deslaves. “La solución perfecta es reforestar para que de esa manera se pueda sostener de forma permanente la tierra en su sitio”, indica.

¿Cómo la naturaleza evita las inundaciones?

Todas las especies cumplen un rol en el ecosistema. Por ejemplo, los árboles grandes, como eucaliptos, tienen sus raíces no solo para estar asentadas en la tierra. Cuando la lluvia cae, las gotas no golpean en la tierra sino en las hojas, lo cual impide que las precipitaciones hagan un proceso de erosión y luego un deslave o inundaciones. De acuerdo a los ecosistemas hay diferentes sucesiones, es decir tipos de respuestas, para poder repoblar los sitios en donde se pierde la capa vegetal.

Cuando no hay bosques es imposible frenar la caída directa del agua de lluvia, lo que complica la tarea de filtración hacia los mantos freáticos.  “En una zona tropical la sucesión es más rápida que en el páramo, ya que depende del tipo de ecosistema”, asegura Benavides.

Jaime Camacho, coordinador de Fondos de Agua Ecuador, recalca que lo importante es reforestar. “Es un proceso un poco complicado, porque siempre es mejor proteger que deforestar. Una vez que se corta puede tomar unos 3 o 4 años hasta que esa deforestación comience a coger fuerza”.

Uno de los riesgos al existir deforestación es la pérdida de la variedad de especies y plantas en la zona, además de la menor filtración de agua y menor disponibilidad de líquido para los ríos, lo cual podría producir sequías. “Si no hay bosques el agua se va rápido y uno como ser humano no la puede aprovechar para ningún motivo”.

Según Camacho, para evitar los deslaves lo más importante es planificar bien la intervención en el territorio. “Hay que trabajar con los planes de ordenamiento y proteger básicamente las zonas más inclinadas, no permitir ahí tala para la agricultura y ganadería”, dice.