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La armonía es la receta de un doctor “dos veces” porteño

La armonía es la receta de un doctor “dos veces” porteño
29 de noviembre de 2011 - 00:00

El Dr. Atilio Vera, ecuatoriano radicado en Argentina desde hace 18 años, no suele dar entrevistas; sin embargo, al explicarle que la nota es para un diario de su tierra, accede.  Nos recibe en su consultorio situado en el centro de Buenos Aires (Montevideo, 434).

Habla con marcado acento argentino, mientras hace un alto a una consulta con uno de los tantos pacientes que lo aguardan. Se da un espacio para tomar un mate e ingerir un poco de fruta. Todo muestra que es una persona muy ocupada. “Mi vida arranca a las 06:00, cuando me levanto,  y a las 09:00 estoy en el consultorio atendiendo al  primer paciente. Termino a eso de las 21:00; regreso a casa a cenar a las 22h00”.

El médico guayaquileño de 52 años actualmente está casado en segundas nupcias con una argentina, y tiene dos hijos (29 y 22), de su anterior matrimonio, el de Guayaquil. Se graduó de médico en la Universidad Estatal de Guayaquil, en 1992. “Tuve dos etapas en mi vida, cuando me casé había aprobado cuarto año, pero  dejé de estudiar durante los 5 años que duró el matrimonio y retomé la carrera después del divorcio”.

En 1994 llegó a Buenos Aires para hacer un posgrado de  microcirugía de mano y miembro superior en el Hospital Francés, donde posteriormente trabajó como médico de planta. Comenta que el giro de volcarse hacia  la medicina holística se dio a raíz de que su padre tuvo un accidente cerebrovascular durante una estadía en Buenos Aires. “Ellos (sus padres) habían venido porque mi madre tenía que operarse de cataratas y al quinto día de estar acá le ocurrió eso.... fue muy doloroso”.

“En ese momento dije: Ésta no es la medicina que soñaba...  mi esposa fue la que me dio una luz y  me aconsejó que me dedicara a la homeopatía, que era lo que realmente me gustaba”.

En 1994 conoce de lleno la homeopatía y estudia en la escuela Médica Homeopática Tomás Pasquero, además de acupuntura en la Universidad de Buenos Aires y en la Asociación Médica de Acupuntura.

“Arranqué con todo esto que  es maravilloso, después  conocí el naturismo, que aprendí con el gran maestro  Néstor Palmeti. Hice el curso con él, en Villa de las Rosas (Córdoba)... Allí conocí los paradigmas de la medicina”.

Indica que el tratamiento que da a sus pacientes se basa en naturismo puro y vitalismo:  “para el naturismo la enfermedad no es enfermedad, trata las causas y complementa cada tratamiento con diversas técnicas como acupuntura, medicina ortomolecular, entre otras”.

Confiesa que tuvo un despertar en 1998 cuando se encontraba de visita en Guayaquil.
“Conocí  a una gran maestra, la monja budista Nila, que me hizo tratamientos de Reiki y eso me abrió la mente”. A partir de ese momento dejó de comer todo tipo de carne animal. “Parte de mi propuesta es nada por prohibición, todo por concienciación. Creo que cuando me inicié en naturismo fue por una decisión personal, es un compromiso”. 

Cuenta que  el próximo 1 de diciembre inaugurará un centro médico con varios colegas, donde ofrecerá diversa especialidades para realizar naturismo y vitalismo.
Ejercer la profesión en otro país al comienzo no fue nada fácil, pero admite que Argentina es un país al que le debe mucho. “Traté de combinar el posgrado con el trabajo para poder mantenerme, durante ocho años de mi vida tuve que hacer guardias en ambulancias, en unidades coronarias móviles, clínicas privadas, en sanatorios”.

Cuando comenzó a ejercer lo hizo en  su casa: “puse el consultorio, el boca en boca  fue la mejor publicidad. Hice una transición, al comienzo atendía casos de cirugía y de homeopatía”.  Hoy por hoy solo se dedica  a la homeopatía.
Acuden a su consultorio niños, adultos y ancianos. “Nunca viene alguien con gripe ni con tos, siempre con enfermedades complejas y oncológicas”.

Entre los casos más impactantes cita el de una mujer de Guayaquil de 32 años, mantiene su nombre en el anonimato por secreto médico, pero se puede ver en la página web de la universidad de Homeopatía de Candegabe ( www.candegabe.org).

“Es un caso de acalasia de esógafo, una estrechez del esófago de su esfínter inferior. Esa chica llegó de Ecuador porque prácticamente no podía tragar ni líquidos. En Ecuador le recomendaron que fuera a Buenos Aires para operarse. Hizo la consulta en el hospital italiano, en el  Cosme Argerich y el Hospital Carlos Bonorino Udaondo. 

La cirugía se llama miotomía laparoscópica de Heller, le sugerí que antes de que se operara iniciara mi propuesta médica que hice junto con las doctoras Florencia Carrá y  Lorena Toapanta... a los pocos días empezó a tragar y a pasar el alimento”.

Enfatiza que no se operó, actualmente la paciente está curada, aunque su  enfermedad está catalogada por la ciencia como incurable.
“Esto no tiene explicación, saber que esa persona se sana,  me hace sentir el hombre más realizado”.

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