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En 2014 ganó el primer lugar de un concurso de reciclaje con zapatillas hechas a partir de tubos de llantas
Juan Carlos Zambrano transforma la basura electrónica en collares
Al ingresar al departamento de Juan Carlos Zambrano en Guayaquil, los muebles y adornos de las paredes despiertan la curiosidad. Hay una repisa azul sobre la computadora y candelabros elaborados con botellas de vidrio recicladas; en el balcón, una rueda de motocicleta tiene una variedad de botellas.
Hace 5 años empezó a reciclar de todo un poco, paralelamente a su trabajo como profesor de teatro en el Liceo de los Andes. Para él nada se destruye, al contrario, todo se transforma. Con ese pensamiento lo primero que elaboró fueron unas carteras y bolsos a partir de ropa que ya nadie utilizaba. Luego fue más allá al empezar con el diseño de zapatillas con el tubo de llantas de autos, camionetas y hasta camiones. Todo este material por lo general, va a parar a los basureros.
Relata que para dar rienda suelta a su creatividad tuvo que recorrer todas las vulcanizadoras del sur de Guayaquil; pedía a sus dueños tubos de neumáticos a cambio de darles un par de zapatillas. “Cuando llegaba con lo que les prometí se quedaban admirados de ver cómo de lo que botaban a la basura podía hacerse algo. Eso me llenaba de emoción”.
Pero ¿cómo nace su idea? Zambrano recuerda que cuando tenía 15 años, a todo zapato que recibía como regalo “le metía tijeras y lo transformaba en zapatillas, no me importaba la marca. Lo que sí hacía era lucir mis diseños originales”.
En 2014, este emprendimiento le permitió quedar en primer lugar de un concurso de reciclaje y, además, generar muchas ventas. Alrededor de 150 pares de zapatillas de tubos de neumáticos con retazos de tela vendió en esa muestra. Por cada tubo llega a obtener de 10 a 15 sandalias y su elaboración le toma un par de horas.
‘Basutería’ será su nueva línea
Ahora Zambrano experimenta con un nuevo material: los desechos electrónicos. Está próximo a presentar su línea a la que bautizó como ‘Basutería’, para la que usa todo tipo de residuos electrónicos, desde una caja de fuente de poder hasta circuitos de memoria. El año pasado comenzó con la elaboración de collares y ya lleva algunas piezas que guarda con cuidado en cajas y bolsitas de papel.
Usa para sus diseños frenos de bicicleta, audífonos, coloridos cables de la red memoria, bobinas de la fuente de poder del CPU o cuerdas de guitarra. De éstas cuelgan dijes de diferentes formas hechos con tarjetas de memoria y procesadores.
En el mundo existen alrededor de 40 millones de toneladas de desechos y se estima que ascenderán a 80 millones de toneladas en los próximos años. Lo que se desconoce es que el 95% de los componentes de los equipos electrónicos como computadoras, impresoras, celulares, copiadoras, centrales telefónicas, cables, equipos de red y telecomunicaciones, entre otros, son susceptibles de ser reciclados.
“Para mí todo es un experimento. Hay que quitarse el chip de la funcionalidad que tienen las cosas porque se les puede dar miles de otras formas”, asegura. Por ejemplo, las cajas de fuentes de poder de una computadora las convierte en candelabros; los discos de vinilo en maseteros, en accesorios para poner revistas y en speakers o megáfonos. Explica que este material, al someterlo al calor, cobra estas formas.
Los cartones reciclados los transforma en máscaras. Los pone a remojar con agua y pegamento, luego los vierte sobre un molde de máscara y deja que se sequen. Este accesorio —dice— puede servir como adorno de la sala. Zambrano, quien además es graduado en Bellas Artes y pasó por el Conservatorio Antonio Neumane, se describe como un soñador.
Cuenta que le encantaría tener un espacio en televisión para enseñar su oficio a otros, sean niños o adultos, o exponer sobre el reciclaje recreativo. “¿Cuánto me pueden pagar, $ 5 o $ 10 en una pieza en la que he invertido bastante tiempo? Cada una de las piezas es única. Me gustaría vivir de la enseñanza”.
Además prevé abrir un vacacional y compartir sus conocimientos para transformar lo que ya no sirve en algo útil. “En mi departamento tengo todos los materiales para empezar a trabajar y enseñarles a los que estén interesados en esta nueva forma de contribuir con el ambiente y evitar que objetos como zunchos de plástico para sujetar mercadería, cuya descomposición toma algunos años, tubos de llantas o los cables de audífonos, terminen en el mar”.
Su casa es un taller
Juan Carlos vive con su hermano y 4 gatos que recogió de la calle. Desde que está inmerso en el mundo del reciclaje su departamento pasó a ser el taller de sus locuras, como él llama a cada una de sus creaciones.
Las habitaciones de su departamento en La Pradera (sur de Guayaquil) están repartidas en el taller, en una elabora la bisutería, en otra confecciona las zapatillas y otra es la bodega. Allí conserva desde retazos de cortinas, pistolas de agua, hasta botellas de vino o cerveza convertidas en vasos. El 97% de lo que tiene es reciclado, agrega. También hay objetos que aún no ha utilizado y de los que solo dice: “Ya se me ocurrirá algo. Tendría que volver a nacer para usar todo”.
Sus creaciones amigables con el medioambiente suelen ser expuestas en ferias del colegio Balandra y en otros espacios, también se lo puede encontrar a través de Facebook como Recicladordelmundo.
El 2015, un año de reciclaje
El 2015, en Ecuador, fue declarado como el Año del reciclaje y para el 2017 se busca cerrar todos los botaderos a cielo abierto del país. El año pasado, como parte de las actividades para luchar contra la contaminación ambiental, se recuperaron 578.505 neumáticos en el país, además de 587.299 celulares en desuso, entre 2013 y 2014.
En otros países como Suecia el 99% de la basura se recicla, lo que las autoridades denominan “revolución de reciclaje”. Eso ha permitido que menos del 1% de la basura doméstica termine en vertederos mediante un sistema llamado “de desecho a energía” transformando los desechos en artículos útiles para Suecia. Ecuador no está lejos de ello. (I)