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Jóvenes dejan la adicción tras cambiar círculo social tóxico

Jóvenes dejan la adicción tras cambiar círculo social tóxico
26 de febrero de 2019 - 00:00 - Redacción Sociedad

Carlos acude tres veces a la semana a charlas grupales sobre adicciones.  

Cuando llega a la sala del centro de salud El Cisne II, en el sur de Guayaquil, saluda al psicólogo con un estrechón de manos y con sus compañeros hace lo mismo, pero suavemente choca su puño contra los de ellos.

En el amplio espacio blanco dialoga con 10 jóvenes más, cuyas edades van de 19 a 28 años. Allí exponen sus emociones, hablan del mejoramiento de la comunicación con sus familias y hasta de los paseos de fin de semana.

Las dinámicas incluyen las causas que los arrastraron a ese mundo de la narcodependencia. Por ejemplo, Carlos recuerda que a los 15 años probó desenfrenadamente marihuana y al poco tiempo la “H” y el alcohol.

Sin embargo, hace un año dejó de utilizar los estupefacientes. Cambió sus hábitos desde que ingresó al programa ambulatorio intensivo del Ministerio de Salud Pública (MSP).

Él se alejó de las amistades del barrio con las que por una década compartió los alcaloides.  Evita salir de la casa y hasta eliminó sus contactos de Facebook para escapar de la tentación y no recaer. 

En dos ocasiones le ofrecieron los estupefacientes, pero recordó cómo se veía antes: macilento y sucio.

Carlos ahora tiene nuevos amigos: sus compañeros de  charlas grupales.

“Hoy veo la vida de otra manera,  paso tiempo con mi familia y mi hija. Veo claramente que puedo vivir sin drogas”.

Las charlas además lo ayudan a mejorar su forma de actuar y de expresarse.

Él -asegura- era vulgar y agresivo.  El vicio lo llevó a robar.

En la actualidad sus planes de vida se enfocan en encontrar un trabajo y reunir dinero suficiente para retomar la carrera de Ingeniería en Sistemas en Guayaquil.

El psicólogo del centro de salud El Cisne II,  Joel Cañarte, precisa que el tratamiento en el sistema ambulatorio intensivo dura seis meses, al igual que en el método residencial (internado).

En el primero los pacientes asisten algunas veces, reciben psicoterapia de grupo, realizan actividades lúdicas, acuden a espacios recreativos, practican deportes y hacen salidas terapéuticas.

El programa se divide en tres partes: el espacio de desintoxicación y deshabituación del consumo; la adaptación de un entorno social psicoterapia, y la reinserción.

La última fase es complementada con el plan de vida. Carlos hoy está en esa etapa.

La recuperación es posible
Según el gerente del proyecto de salud mental del MSP, Juan Sánchez, actualmente 5.500 chicos asisten a rehabilitación en los 65 ambulatorios intensivos en el país.

A los 740 centros ambulatorios generales asisten 35.000 personas  y a los 12 espacios residenciales, 1.100 jóvenes.

El promedio internacional de atenciones que es ambulatoria  asciende a 80%, el 15% ambulatorio intensivo y el 5% residencial.

Para el gerente del proyecto de salud mental es completamente posible la recuperación.

“Muchos pacientes ya han sido dados de alta. Solo hay condicionantes en su recuperación. Esto parte del reconocimiento de la problemática y soporte de la familia”.

Precisamente, los casos que llegan al intensivo cumplen con un cuadro de dependencia y de reiteradas acciones por abandonar el consumo. El psicólogo aclara que el grupo no es de apoyo, sino de tratamiento médico.

“Aquí guiamos al paciente a la solución de un conflicto. Se lo ayuda a generar nuevos patrones de comunicación, conductas, actitudes y formas de resolver problemas”.

Las reflexiones de los jóvenes que llegan a los sitios de ayuda son escuchadas por el psicólogo.

 El paciente Marlon también ha mejorado la comunicación con sus seres queridos y ha ganado el peso que perdió cuando era consumidor. “Puedo hablar con mi mami de las drogas y de mi pasado”.

Joel, quien está en rehabilitación, relata que su mamá lo sigue por el vecindario cuando sale a comprar porque cree que va a adquirir la “H”,  “pero ya no la uso”.

Él quiere recuperar la confianza de su núcleo. Desde que llegó al grupo de psicoterapia trabaja en eso. 

Jesús, otro joven que escapa del vicio, dice que hay “amigos” tóxicos que pueden incidir en una recaída.

“Todos los días pienso que debo enfocarme en mí y en los seres que realmente me quieren”.

El gerente del proyecto de salud mental afirma que el éxito de la recuperación depende de la voluntad del afectado, de la terapia de salud psicológica, de las ocupaciones y del soporte familiar y comunitario.

Carlos concluye que el paso por los ambulatorios  le permitió entender que con la  misma decisión con la que aceptó las drogas por primera vez ha decidido apartarse de ellas. (I)  

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