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Jóvenes reciben otra clase sobre sexualidad y derechos humanos

Jóvenes reciben otra clase sobre sexualidad y derechos humanos
14 de julio de 2012 - 00:00

Un mensaje en la pared del aula de clases dice que el alumno “M... es el maricón y el más zorro del curso”. Lo escribió un estudiante, junto a otras decenas de trazos. En ese salón se educan treinta estudiantes de primer año de bachillerato, en el colegio Otto Arosemena Gómez del suburbio guayaquileño.

A Diane Rodríguez -estudiante de Psicología y presidenta de la Asociación Silueta X- la citaron en este colegio a las tres de la tarde.

Mientras los estudiantes entran a sus clases, ella ingresa al colegio, acompañada por Tania Cruz -una trans que viste su uniforme colegial femenino- y Adrián Ortiz, miembros de la asociación.

Los tres tienen experiencia hablando sobre  el tema “Sexualidad y género desde los grupos pares”. Lo hacen, incluso, frente a miembros de la Policía Nacional y médicos del sistema público de salud.    

Todos esperan durante media hora. Finalmente les asignan un curso para que realicen la clase. Junto a la pizarra, los garabatos; frente a Diane, los estudiantes. Ella se presenta, después les pregunta: ¿Qué entienden ustedes por sexualidad?

Los estudiantes se miran entre ellos, algunos sonríen, otros comentan en voz baja, una joven se atreve a contestar: “Es cuando dos personas están desnudas”.

Entonces Diane dibuja en la pizarra un cuerpo envuelto en círculos “Estos somos nosotros”, indica. “Estamos influenciados por sistemas sociales, la familia, el barrio, los medios de comunicación, la Iglesia. Nosotros vamos a desarrollar una personalidad y con esto me refiero a nuestras actitudes, las cosas que nos gustan, nuestra forma de pensar, en qué dioses creemos, influenciados por estos sistemas”, explica a una clase que la mira fijamente.

Los dibujos de la pizarra representan la teoría de los sistemas ecológicos, de Urie Bronfenbrenner, psicólogo estadounidense.

¿Cómo te llamas?, le pregunta Diane a uno de los estudiantes: “Verónica”, contesta la joven.

“Entonces, si Verónica hubiese nacido en Alemania, ¿sería la misma que conocemos?, ¿qué piensan ustedes”. Unos dice que sí, pero no añaden el porqué.

“No, porque hablaría alemán”, contesta otra estudiante. “Es que ella estaría en un contexto diferente”, señala Diane.
Continúa explicando que la identidad femenina de Verónica empezó a formarse cuando tenía entre 3 y 6 años. “En la pubertad reafirmó esta identidad, a ella le gustan los chicos, entonces”.

Después Diane señala a su compañero de asociación, Adrián. “Él entre los 3 y los 6 años se identificó con el género masculino, en la pubertad lo reafirmó, pero al relacionarse con sus pares en edad, se sintió atraído por los chicos”.

Les dice que la sexualidad tiene, desde luego, una base biológica, pero también  una base social, que está representada en estos círculos que rodean al dibujo.

¿A ustedes, cuando eran niñas pequeñas, les compraban muñecas, maquillajes y juguetes de cocina? Sí, contestan las chicas.

Se interrumpe la clase porque una mujer ingresa. Es Olga Franco, directora de Educación para la Salud, de la Dirección Provincial de Educación del Guayas. Toma asiento junto a los estudiantes y escucha la clase.

Diane prosigue: “Entonces, si quebramos los roles asignados a los hombres y a las mujeres, la gente nos descalifica. ¿Ustedes han visto como hay compañeros que se burlan de otro porque es femenino?”. Algunos jóvenes, sentados frente a la pared que contiene los mensajes descritos, asienten en silencio.

Uno de los estudiantes considera correcto que los hombres ganen más dinero que las mujeres “porque son más fuertes”, dice. Sus compañeras le contestan que no y empieza un pequeño debate sobre el asunto.

¿A ustedes les gusta leer?, pregunta la facilitadora. Unos dicen que no, otros que sí. “También pueden buscar videos en youtube, si les interesa el tema. Por ejemplo, hay entrevistas a Lev Vygotsky”.

Para finalizar, les pregunta: ¿Entonces, si alguien se comporta de forma diferente, debe ser maltratado? ¿Eso lo hace menos que los otros? Si ustedes tienen compañeros que no se portan como lo indica el sistema, ¿ellos a pesar de eso no dejan de tener derechos humanos que deben ser respetados?”.

Finalmente, Tania Cruz- la estudiante trans que presentó una queja en la Defensoría del Pueblo porque en el colegio Fuerte Militar Huacavilca condicionaban su matrícula a que “se vista como hombre- se dirige a los jóvenes para contarles que sus compañeros, al prinicipio, la miraban como si fuese “de otro planeta”, pero que ahora todos se llevan “súper bien”. Y al final, todos aplauden.

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