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Hidroenergía, ¿cero contaminación?

Hidroenergía, ¿cero contaminación?
19 de febrero de 2015 - 00:00

Las energías renovables llegaron con la convicción de que generarían energía sin contaminar, además de aprovechar recursos infinitos. Cierto es. Las energías solar, eólica, mareomotriz, undimotriz, hidroenergía, biomasa, al momento de la aplicación de sus tecnologías para la generación de energía (eléctrica/térmica) no emiten ningún tipo de contaminante líquido, sólido o gaseoso directamente, con excepción de la biomasa, que es un tema aparte. Sin embargo, en el origen (construcción) de estos sistemas y/o estructuras de apoyo se habría usado fuentes de energía no renovables y demás productos industrializados contaminantes que no se consideran al momento de decir que se producirá energía limpia, por lo que, ante las circunstancias mundiales, estamos lejos de poder aseverar aquello.

La hidroenergía, que es la energía potencial del agua y que a través de turbinas se la transforma en energía eléctrica (hidroeléctricas), está catalogada como energía renovable convencional. (Energía renovable es sinónimo de cero contaminación y bajo impacto ambiental por lo que bajo esta perspectiva las hidroeléctricas no encajarían precisamente en dicha categoría). Para aprovechar el recurso hídrico y obtener energía eléctrica se requieren grandes espacios y construcciones. La arquitectura de estas construcciones varía de acuerdo a las condiciones del entorno, entre otros factores. Aquí radica el inconveniente que nos limitaría a seguir diciendo que se genera energía limpia. Cabe recalcar que, además de contaminar, hay que contemplar cuánto se afecta el entorno (ecosistemas).

En efecto, recordemos que dichas megaconstrucciones (en la mayoría de los casos) requieren una enorme cantidad de materiales, como cemento, estructuras de acero o hierro; utilización de medios de transporte, como volquetas, maquinarias especializadas, etc. ¿De dónde se obtiene el cemento? De la industria. ¿Qué necesita la industria para producir cemento? Energía. ¿Cuál es esa fuente de energía? El petróleo, gas natural o carbón. ¿Qué producen estos recursos no renovables? Entre otros, dióxido de carbono. Podríamos enumerar un sinnúmero de elementos consumidores de derivados de petróleo, gas o carbón, como también otros elementos que provienen de estos recursos y que, al final de su uso, son desechados y contaminan.

¿Cuánto diésel o gasolina requerirían todas las maquinarias durante los años necesarios para construir una hidroeléctrica? ¿Cuánto dióxido de carbono se llegaría a emitir?

Cortar desde un árbol hasta hectáreas de bosques también es una manera de aumentar el exceso de dióxido de carbono en la atmósfera. No solamente el uso de derivados de petróleo es un inconveniente aquí. Da la casualidad que muchas de estas megaconstrucciones se hacen en medio de bosques o selvas, lo que significa que, además, se requiere eliminar la flora del entorno para así posicionar la obra, campamentos y generar en un futuro energía eléctrica.

La hidroenergía, con los antecedentes expuestos, tendría un gran impacto ambiental indirectamente en proporciones mayores o menores, sin tomar en cuenta la posible destrucción de hábitat en la fauna, la emigración de una o varias especies, etc. No podríamos seguir entonces diciendo que se generaría energía limpia. Habría que cuantificar en forma de emisiones cuántos kilogramos de dióxido de carbono se emitieron en total desde el origen de la construcción de la obra hasta su finalización. Un ejemplo claro es la hidroeléctrica Itaipú, localizada en la frontera de Brasil y Paraguay. Una de las más grandes del mundo construida en la década del setenta, arrasó con miles de kilómetros cuadrados de bosque en el valle del Paraná, dejando bajo el agua -además de una comunidad cercana- una gran variedad de flora y fauna a costa de satisfacer la demanda de energía en Brasil.

Valdría mencionar que no se estaría tomando en cuenta -por la pérdida de cada árbol- la cantidad de dióxido de carbono que no se estaría eliminando y/o reduciendo y transformando en oxígeno principalmente, entre otros beneficios que prestan los árboles. La naturaleza tiene un valor per se no cuantificable, invalorable. La naturaleza, como sujeto, tiene derechos y hay que respetarlos. Las políticas actuales en el mundo deberían valorar y priorizar la naturaleza, incluso por sobre las necesidades humanas. Es de relevancia que el dióxido de carbono es necesario para la vida y tiene su ciclo natural; el problema es que hay un exceso de él en el mundo.

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