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Fundación Pan to go sacó de las calles a Carlos Cochea

Gracias a quienes integran esta agrupación, Carlos Cochea logró que no le amputen una de sus piernas y además pudo contar con techo y comida.
Gracias a quienes integran esta agrupación, Carlos Cochea logró que no le amputen una de sus piernas y además pudo contar con techo y comida.
Foto: Cortesía Andrea Sánchez.
03 de noviembre de 2018 - 00:00 - Andrea Sánchez Orellana. Estudiante de la ULVR

Hace seis meses Carlos Cochea aceptó dejar las calles de Guayaquil por una mejor vida. Cada noche era diferente a pesar de que el espacio era el mismo, él no sabía qué podía suceder al momento de ir a dormir.

Cochea nació en la provincia de Santa Elena, por razones personales hace varios años decidió migrar solo hasta Guayaquil porque tuvo problemas con sus hijos.

Fueron tres años en los que se ganó la vida como albañil y cuando no había trabajo se dedicaba a betunar zapatos en las calles, él se esforzaba por conseguir dinero y con lo poco que ganaba en el día lograba comer.

Ahora padece de diabetes, una enfermedad que necesita ser controlada con medicamentos, aquellos que no puede adquirir fácilmente. Hace unos meses tuvo una caída que le ocasionó una herida en su pierna.

Durante los años que él vivió en las calles tuvo la oportunidad de conocer a la Fundación Pan to go, conformada desde el año 2014 y que en la actualidad tiene 120 voluntarios que cada lunes se dedican a repartir comida a las personas que duermen en las calles.

Esta actividad la realizan en el centro y sur de la urbe.

Chicos de la agrupación formaron una pequeña brigada y ayudaron a Cochea. Las visitas se volvieron más frecuentes, se turnaban para ir hasta el lugar donde él dormía. Gracias a ellos, no perdió su pierna.

Steven Jaramillo, voluntario activo y parte del staff de Pan to go, comentó que gracias a la visita activa que ellos tienen con el Asilo Sofía Ratinoff, lograron ingresarlo a Cochea para que tenga una vida más tranquila.

Ahora el anciano está feliz de tener un lugar donde pasar sus días, dice que no se quiere ir aunque aún no recibe la visita de sus hijos.

Con su amigo, Eulogio Tejo, a quien apodan “El Cholo”comparte el dormitorio y gran parte del día. Dice que siente más afinidad con él, quien también es oriundo de Santa Elena, de ahí su apodo.

Ambos son barcelonistas de corazón, aman el mar y el arroz con pescado frito, ellos siempre muestran una gran sonrisa recordando sus anécdotas. (I)

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